Entrevista | Pedro López Graña Abogado en algunos de los casos más mediáticos de Murcia

"Amigos y compañeros tienen enormes dificultades para vivir de manera razonable y digna"

ICAMUR. Representa a unos 3.000 letrados murcianos ejercientes, y celebra este sábado en sus dependencias los comicios para dirimir quién representará al colectivo en un próximo lustro con retos por delante como la dignificación del turno de oficio o el planteamiento de la conciliación. Los dos candidatos, con una dilatada experiencia en los tribunales, prometen ponerse al frente de equipos dinámicos e innovadores para modernizar el organismo fundado en julio de 1838 y luchar por los intereses de sus compañeros

Pedro López Grañaen su despacho dela calle Princesa.

Pedro López Grañaen su despacho dela calle Princesa. / Israel Sánchez

Pedro López Graña (Barcelona, 1978), licenciado en Derecho y en Crimonología, ha llevado algunos de los pleitos que ya forman parte del imaginario colectivo de la Región: el del llamado ‘Dioni’ murciano, el de los mellizos de Lorca, el del accidente de tren de Chinchilla, los casos ‘Trampolín’ y ‘609’ o el del crimen de Mazarrón. Abogado penalista y tutor de prácticas para varias universidades españolas, se postuló a magistrado de la Sala Tercera de lo Penal de Tribunal Supremo y decidió hacerse letrado» antes que científico o arquitecto» cuando de joven sus progenitores pasaron por dificultades y tuvieron que acudir a despachos de abogados. «Pensé que debía hacerme abogado, para ayudar a quienes tuvieran problemas», manifiesta a La Opinión. Ahora desea erigirse, junto con su equipo, en la voz de un colectivo que reclama mejores condiciones.

¿Cuáles son los problemas que atenazan a los letrados?

Hay tantos que da vértigo. A lo largo de 20 años, hemos ido sufriendo cada día más una falta de respeto por parte de las administraciones y funcionarios. Esto es frustrante y debe cambiar.

Amigos y compañeros tiene enormes dificultades para vivir de manera razonable y digna. Conocí letrados en activo, con más de setenta años, dadas las jubilaciones miserables. Y luego seguí tomando conciencia de la situación de los abogados de oficio, con unas retribuciones que son más bien ‘limosnas’. Como digo, todos estos problemas (y más) hicieron tratara de ser portavoz del colectivo. Y comencé a recibir mensajes de compañeros que me animaban a presentarme a las próximas elecciones.

«Para superar las normas que no favorecen la participación se necesita creatividad»

¿Cuáles son sus propuestas para mejorar la vida de sus compañeros?

Tenemos definido un decálogo de diez grandes temas, que desarrollan 89 propuestas ‘vivas’. Pero las más destacadas es suprimir la cuota del mes de agosto; el ‘centro de letrados’ en el edificio San Raimundo de Peñafort, con espacios de trabajo e incluso guardería; cursos gratuitos para los colegiados, tanto presencial como en línea, y que, una vez estén disponible en internet; la creación del ‘defensor del letrado’, que se encargue de tramitar las quejas o reclamaciones contra la Administración de Justicia o contra funcionarios que nos traten indebidamente; exigir a las autoridades un plan de choque urgente para afrontar los retardos judiciales; la llamada ‘pasarela RETA’ para que los abogados tengan una pensión digna; un estatuto del letrado de oficio; o fomentar la participación y cambiar normas decimonónicas.

¿Son económicamente viables iniciativas como el ‘centro de letrados’, la formación a coste cero o la exención de la cuota de agosto ?

Perfectamente viables. Los recursos del Colegio deben optimizarse. Reducir gastos innecesarios y aprovechar las instalaciones actuales en vez de hacer nuevas inversiones.

¿Cree que el Colegio se está ‘enriqueciendo’ con las cuotas de sus miembros?

No. Pero pienso que se deben optimizar los recursos (ingresos, gastos, inversiones, desinversiones), para que la carga hacia los colegiados sea la menor posible.

«Los recursos del Colegio de Abogados deben optimizarse, reducir gastos innecesarios»

Para dar a conocer su programa ha organizado eventos, convocatorias de prensa o emisiones en directo por Internet, algo que sorprende dentro y fuera del gremio.

Nuestra profesión ha sido muy tradicional. Las normas son arcaicas y están pensadas para que ‘nada cambie’. En otras épocas, había muy pocos abogados y esas rígidas normas de participación y acceso tenían sentido.

Pero hoy día somos muchos profesionales, miles. Y para superar los ‘hábitos’ enquistados y las normas que no favorecen el acceso y la participación, es necesario algo de creatividad. Por eso nuestra campaña ha sido diferente. Mi intención es también modificar los criterios de participación y acceso, de manera que todo sea lo más transparente y democrático posible.

Gane o pierda, ¿con qué se queda de la campaña?

En primer lugar, la sensación del ‘deber cumplido’. He hecho todo lo que podía para mejorar una realidad que me afecta a mí y a miles de compañeros. Si ellos deciden que deben ser otros quienes los representen, lo veré perfecto.

También ha sido un enorme privilegio encontrarme con un equipo de entusiastas y con decenas de personas que se han ido sumando a esta marea de ilusión por cambiar y mejorar esta profesión. Y por último, he visto que ha surgido un verdadero entusiasmo. Se ha despertado una brisa de aire fresco que ha hecho salir del letargo a muchos. Eso es en sí mismo una gran noticia. Que en un colectivo que suele trabajar a diario enfrentándonos unos a otros es fascinante que haya surgido un sentimiento de pertenencia que permite caminar juntos hacia objetivos comunes.