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S.O.S. aves esteparias: sin terreno, sin plan

Es el grupo más vulnerable y el más amenazado de la avifauna porque viven donde el ser humano desarrolla sus actividades. Todavía no se ha aprobado el plan de recuperación necesario para protegerlas, aunque desde la Consejería de Medio Ambiente subrayan que lo están actualizando, ya que la situación de varias especies ha empeorado.

Ganaga ortega o simplemente ortega (Pterocles orientalis).

Ganaga ortega o simplemente ortega (Pterocles orientalis). / Guillermo González

Las aves esteparias son el grupo más amenazado de la avifauna. Desde 2018 esperan a que se apruebe su plan de recuperación y conservación, un proyecto redactado por el Gobierno regional, y en cuyo texto se señala precisamente que este grupo de avifauna está considerado por la comunidad científica como uno de los grupos de especies más amenazados en diversos contextos, europeo, nacional y regional, desde hace años.

La avutarda, el sisón, la ortega, la ganga ibérica, el cernícalo primilla, el aguilucho cenizo, el alcaraván, la carraca europea, la alondra ricotí, la calandria, la terrera común, la terrera marismeña, la cogujada común, la cogujada montesina, la alondra común, la collalba rubia, la collalba negra, la curruca tomillera, el camachuelo trompetero y el triguero son las 20 especies que la Comunidad iba a proteger bajo el plan de recuperación redactado en 2018.

Este documento está siendo actualizado por la Consejería de Medio Ambiente para adaptarlo a la nueva situación de las especies, según explican fuentes del área, ya que algunas han pasado a un estado crítico en la catalogación que se realiza a nivel nacional, como es el caso del sisón (tetrax tetrax) y de la alondra ricotí (chersophilus duponti), que pasaron de vulnerables a en peligro de extinción.

En el último censo de la Comunidad sobre aves esteparias (de 2021), por poner un ejemplo, se indicó que la situación de la alondra ricotí en la Región de Murcia «es alarmante». Su población se había extinguido en Llano de las Cabras (cerca de Aledo) en 2002 y posteriormente ocurrió lo mismo en 2017 con la población que había en Yecla. «Únicamente queda una localización: Los Llanos del Picarcho en Cieza», alerta el documento. Los resultados mostraron un mínimo de seis machos cantores. Es el caso contrario del cernícalo primilla (falco naumanni), del que en su último censo publicado en 2022 y tras varias actuaciones, como la anidación científica o la colocación de nidos, ha recuperado su presencia.

Cernícalo primilla 
(Falco naumanni).  huberto garcía peña

Cogujada común (Galería cristata). / Huberto García Peña

«La avutarda, el sisón, la alondra ricotí, la ortega, la ganga ibérica, el aguilucho cenizo y el cernícalo primilla son las que más amenazadas están», afirma Rubén Vives, de Ecologistas en Acción. El propio nombre de este grupo de aves indica que viven en las estepas y, a diferencia de especies, como los gorriones, que se han adaptado a las ciudades, o las rapaces, que se mueven por distintos terrenos, estas necesitan para vivir relieves muy suaves y grandes extensiones que sean muy llanas. Una vez que empieza a haber elementos topográficos como barrancos o ramblas, su población desaparece. Además, explica, cada una de ellas tiene una resistencia y forma de reproducirse distinta: el cernícalo primilla cría en los tejados de las casas antiguas abandonadas o de los cortijos o en los taludes, que es diferente a, por ejemplo, a donde lo hace una alondra ricotí, otra especie muy sensible a los cambios del hábitat.

La razón por la que están en una situación tan grave es que su desarrollo vital está muy ligado a las zonas donde los seres humanos desarrollan sus actividades económicas, explican desde Ecologistas. Caso contrario al de las montañas, pues aunque se queden como una isla cuando se transforma su entorno, siguen ahí: edificar viviendas en ellas es complicado o nunca se van a instalar polígonos o parques fotovoltaicos (la Sierra de Carrascoy es un ejemplo). El otro gran motivo del declive de las esteparias es el abandono de las actividades tradicionales como son los cultivos de secano de la forma en la que se hacían antes o la ganadería extensiva, como el pastoreo de cabras u ovejas. También hay especies que están más ligadas a la buena conservación de determinados hábitats y no tanto de las actividades humanas, como el aguilucho cenizo (circus pygargus), que se mueve por los saladares o los carrizales. Lo que sí perjudica absolutamente a todas las aves (y otro tipo de fauna) son las infraestructuras, como autovías o parques fotovoltaicos.

La alimentación también hay que tenerla en cuenta en dicha transformación del terreno, ya que está muy ligada al ecosistema del lugar. Las aves esteparias son grandes consumidoras de conejos, micromamíferos (ratas, topillos...) o insectos, que pueden ser plagas de los cultivos. Luego están las granívoras, que aprovechan los subproductos, como la avutarda (otis tarda). Si se reduce la ganadería extensiva, desaparecen porque son insectívoras y se alimentan de muchas especies ligadas a la materia orgánica que deja el ganado. La desaparición de otras actividades tradicionales como la recogida de esparto también les perjudica, porque la vegetación crece más y deja de ser un terreno cómodo para ellas. Se conocen menos que otros grupos, como las rapaces o los fringílidos porque son más escasas y se dejan ver menos ante el gran público.

Carraca europea​ 
(Coracias garrulus).

Cernícalo primilla (Falco naumanni). / Huberto García Peña

El mismo plan de la Consejería, que se presentó ante el consejo asesor en 2018, indica que en la Región el grupo de las aves esteparias no ha despertado el mismo interés conservacionista que otras especies de otros grupos de fauna silvestre con un grado de amenaza similar. De hecho, no fue hasta la década de los 90 del siglo pasado que se empezaron a realizar algunos estudios monográficos y la poca documentación de estas especies en la zona procede de los trabajos de Vicente Hernández Gil (1995) y los realizados en el altiplano por naturalistas de la comarca.

El plan recalca que en el pasado la caza de algunas de estas especies fue un factor decisivo en el declive de las poblaciones y asegura que se han estabilizado, incluso recuperado en parte, desde la prohibición de esta práctica a principios de los años 80.

«Hace mucho tiempo que se viene dando la voz de alarma porque cada vez más van desapareciendo las estepas y los usos tradicionales en estas, como el cultivo de cereal o trigo», exponen desde Ecologistas. A ello hay que sumarle que la edificación de infraestructuras (autovías, polígonos industriales, parques fotovoltaicos, entre otros) «son muy agresivas» para la supervivencia de este grupo.

Uno de los objetivos del plan era adecuar figuras de protección (ZEPA) en las áreas de presencia de las especies y las categorías de amenaza del Catálogo de Especies Amenazadas de Fauna Silvestre de la Región de Murcia a la situación actual de éstas. El documento recoge 13 zonas de estepas, que eran las que quedaban sin transformar en el 2018, entre las que destacan los Campos de Caravaca de la Cruz y Moratalla, los Saladares del Guadalentín-Cañadas del Romero, Llanos del Cagitán o las Cañadas del Águila y de Albatana. El Campo de Cartagena, como ejemplo, fue una zona esteparia que ha sido totalmente modificada en las últimas décadas.

La Consejería, que entonces era de Turismo, Cultura y Medio Ambiente, también contempló en el informe de 2018 como objetivos reducir la incidencia de las infraestructuras y los desarrollos urbanísticos como factor de amenaza y la de las actividades recreativas, especialmente las aéreas y de motor. También querían revertir la expansión de las zonas forestales arboladas en las áreas esteparias, aumentar la sensibilización de la población sobre esta problemática y promover prácticas agrícolas sostenibles y compatibles con la conservación de las aves esteparias, entre otras.

Ayudas a los agricultores para protegerlas

La Consejería de Agricultura repartió en diciembre de 2023 más de siete millones de euros entre 165 beneficiarios para la protección de la avifauna, el mantenimiento o mejora de hábitats y de actividades agrarias tradicionales que preserven la biodiversidad y la conservación de recursos genéticos y que corresponden a las líneas de ayuda correspondientes a los compromisos medioambientales y climáticos de las intervenciones de desarrollo rural PEPAC 2023-2027.

En el plan estratégico de la PAC se especifica que el incremento y uso de pesticidas, la eliminación de márgenes y linderos, el adelanto de cosecha, la cosecha nocturna, la densificación de leñosos, la gestión de barbechos así como la sobrecarga ganadera o inadecuada gestión del ganado, por un lado, y el abandono del pastoreo por otro, son algunas de las principales causas del declive de las aves. En la Región, a los beneficiarios de las ayudas se les exige utilizar para la siembra variedades de cereal de ciclo medio o largo o no cosechar antes del 10 de julio. Una de las leyes vinculantes es la ley 42/2007, de 13 de diciembre, del Patrimonio Natural y la Biodiversidad, que recoge la exigencia de redactar un plan de recuperación para asegurar la conservación de las especies más amenazadas.