Investigación

El detenido por el asesinato de Monteagudo niega ser el autor del crimen: víctima y sospechoso eran amigos

La Guardia Civil descubre que tanto el arrestado como el hombre degollado tenían relación con el tráfico de estupefacientes

José Antonio H.G., vecino de Casillas, pasa este jueves a disposición judicial

Investigadores recogen pruebas de madrugada en el exterior del bajo de Monteagudo escenario del primer crimen del año en la Región.

Investigadores recogen pruebas de madrugada en el exterior del bajo de Monteagudo escenario del primer crimen del año en la Región. / Juan Carlos Caval

Ana Lucas

Ana Lucas

José Antonio H.G., el hombre detenido por su presunta implicación en el asesinato de un hombre en Monteagudo, niega su participación en el crimen que costó la vida a Lorenzo A. M., de 62 años. Admite que conocía al hombre, incluso que eran amigos, pero sostiene que no le cortó el cuello, indican fuentes cercanas a una investigación cuyas diligencias están declaradas secretas. El sospechoso pasa este jueves a disposición judicial en el Juzgado de Guardia de Murcia.

La Guardia Civil, en el marco de las pesquisas para esclarecer quién degolló al vecino de Monteagudo hallado muerto en su casa el mes pasado, en el que fue el primer crimen del año en la Región, descubrió que la víctima se dedicaba al tráfico de sustancias. El asesinado era un viejo conocido de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad: al ver los antecedentes del hombre, la Policía Judicial no descartó que los trapicheos con estupefacientes hubiesen tenido algo que ver con el asesinato. Ahora, casi un mes después del suceso, se produce la primera detención: la de un varón que también sería un traficante habitual, apuntan las mismas fuentes.

Registros en dos propiedades

Esta misma semana, la jueza autorizaba a la Benemérita la entrada y registro de dos propiedades de interés en la causa: la vivienda de José Antonio H.G., vecino de la población murciana de Casillas, y la de un conocido suyo, residente en la localidad también murciana de Zarandona. La orden judicial permitía a los especialistas del Instituto Armado entrar en los domicilios, en las cocheras y en los trasteros. Los investigadores buscaban pruebas de la participación de los dos hombres en el homicidio: en concreto, buscaban cosas que pudiesen haber robado de la casa de Lorenzo, tales como dinero, droga y la caja fuerte. Este miércoles, desde el cuerpo informaban de que se había producido un arresto relacionado con el asesinato. Y fuentes próximas al caso precisaban que no se descartaban más detenciones.

Agentes de la Guardia Civil, en la vivienda de Monteagudo donde se halló el cuerpo.

Agentes de la Guardia Civil, en la vivienda de Monteagudo donde se halló el cuerpo. / Juan Carlos Caval

Cabe recordar que residentes en la zona de Monteagudo donde se produjo el suceso contaban, horas después del crimen, a los investigadores que al domicilio del finado acudía “gente muy rara” y que el viernes en cuestión, día del asesinato, hubo mucho trasiego de personas, especialmente por la tarde, después de comer. Oyeron discusiones que iban subiendo de tono. Otros vecinos aseguraron que habían escuchado cómo alguien amenazaba de muerte a Lorenzo si no abría la caja fuerte.

De madrugada, en la misma puerta de la vivienda, y en las inmediaciones de la misma, los especialistas de la Científica hallaron manchas de sangre, por lo que recogieron estos vestigios, cuyo posterior análisis determinaría si el reguero pertenecía tan solo a la víctima o también había ADN de otra persona.

Ya lo quisieron matar

Se da la circunstancia de que no era el primer episodio violento que sufría el vecino, que aseguró en 2017 que ya habían intentado matarlo. Entonces, contó a La Opinión, una bala le entró por la parte derecha del cuello y le salió por el tórax tras rozarle un pulmón. El día que quisieron acabar con su vida, Lorenzo dijo que tenía más de mil euros en efectivo en casa "de la venta de una grúa", que llamaron dos tipos al timbre de su casa preguntándo por un amigo en común y eso le hizo sospechar.

Y que esas mismas dos personas, horas después, volvieron al piso para robarle. Al principio no mostró resistencia, pero luego se abalanzó sobre uno de los ladrones, con el fin de quitarle a uno de los asaltantes la mochila donde había metido los billetes, "y fue cuando el otro me metió el tiro". Aquella vez pudo contarlo.