Personajes del Cortejo

Nicolás Galiano: “El Vía Crucis del Viernes Santo en El Calvario es mágico a la luz de la luna”

El ‘rezaor’ ensaya sus versos todo el año que recita por la Vía Sacra hasta el Jerusalén lorquino

El ‘rezaor’ Nicolás Galiano a las puertas de Nogalte iniciando el rezo del Vía Crucis un Viernes Santo.

El ‘rezaor’ Nicolás Galiano a las puertas de Nogalte iniciando el rezo del Vía Crucis un Viernes Santo. / NADIA ENELYANOVA

Contemplad aquí al Señor / a quien como esclavo vil / le dan más de cinco mil / azotes por nuestro amor. / Mira como los abrojos / de la corona de espinas / pasan sus sienes divinas / hasta salir por sus ojos. / Aquí a muerte sentenciado / fue el Redentor de la caída / pues alma, di enternecida / a Jesús triste y llagado!”, recita con dramatismo Nicolás Galiano Mondéjar, en la primera estación de la Vía Sacra que lleva hasta el Jerusalén lorquino.

A su alrededor decenas de personas, en silencio, atienden sus indicaciones. “Oración”. Y se disponen a repetir: “Bronce soy si no me muevo / en este paso a llorar, / pues queréis, buen Dios, pagar / los pecados que yo debo…”. Este viernes se iniciaban los Vía Crucis al Calvario que continuarán durante toda la Cuaresma y la Semana Santa. “El Vía Crucis del Viernes Santo en El Calvario es mágico a la luz de la luna”, asegura este ‘rezaor’ que ensaya sus versos todo el año que recitará hasta cuatro veces en un solo día para atender las peticiones de los miles de lorquinos y visitantes que rememorarán los 1.321 pasos que recorrió Jesús desde el Pretorio al Gólgota.

La devoción popular, recuerda, perdura desde hace más de cuatrocientos años. El crecimiento de la ciudad fue absorbiendo las primeras estaciones del Vía Crucis que puso en marcha en 1618 el franciscano fray Alonso de Vargas. Este trazó el itinerario de las capillas para finalizar en un montículo, entonces en las afueras, al que denominó Calvario. El religioso se inspiró en la Vía Dolorosa de Jerusalén.

Este joven se iniciaba en la práctica del rezo del Vía Crucis cuando apenas tenía dieciséis años. Le preocupaba que la tradición se perdiera. Y sentía una profunda tristeza cuando veía que -ante la falta de ‘rezaores’- algunos hacían el Vía Crucis con un casette y una cinta. “Esa imagen se me quedó grabada, como también la del algún ‘rezaor’ con cerca de 90 años que a duras penas podía hacer el camino, pero que su fe y el servicio a los demás le llevaba a subir al Calvario una y otra vez para atender a los fieles que venían desde lejos”, recuerda.

Así comenzó lo que para algunos puede ser un calvario, pero que para él era evitar que desapareciera una tradición de más de cuatro siglos. “Tardé dos o tres años en aprenderme las más de cien páginas de rezos. Y no me quedé ahí, porque también me aprendí las oraciones alternativas, alguna con más de siete folios, con unos textos con muchas complicaciones, ya que también hay que darle la entonación precisa”, relata.

Durante toda la Cuaresma en un no parar, ya que a los Vía Crucis marcados en el calendario se suman otros de personas que vienen de lejos y hasta colegios. En la madrugada del Jueves a Viernes Santo se lleva a cabo uno de los de mayor encanto. “Es la subida del Cristo de la Misericordia. Acude, tradicionalmente, mucha gente de la huerta. Es una noche mágica, porque hay luna llena y el espectáculo es impresionante”, rememora.

Admite que para él tiene un significado especial esta noche. “El Señor está recién crucificado. Y soy el primero que le reza”. Esa noche duerme poco, porque antes de que el sol se deje sentir subirá de nuevo al Calvario con Los Auroros. “Es el único acto de la Región de Murcia que combina dos Bienes de Interés Cultural, el Canto de la Aurora y el rezo del Vía Crucis”, significa.

La tradición de los rezos lejos de perderse, recupera adictos. “Nos llaman mucho para rezar a los muertos. Acudimos a Murcia, Águilas, Puerto Lumbreras… La familia nos pide que recemos al difunto. Lo prefieren en vez de estar de palique. Se hace el silencio y rezamos las oraciones por las que el difunto tenía devoción. A algunos les puede parecer una locura que acudamos a estas cuestiones, pero creo que hay que atender a las personas de fe. Incluso, algunos nos dejan apalabrada nuestra presencia y hasta las oraciones que desean que se les apliquen”.

Nicolás tiene una peculiar forma de rezar el Vía Crucis. Lo hace recitando y entonando algo que, cuenta, aprendió de una ‘rezaora’ veterana. “Rosario Camacho reza el Vía Crucis como nadie. Lo hace al estilo del campo que parece que está cantando sin cantar. Me gusta mucho ese estilo, aunque es cierto que cansa la garganta. Y más, cuando en un único día te rezas cuatro Vía Crucis”, ríe.

Y recuerda que en alguna ocasión se ha quedado en blanco en mitad de un rezo. “Es normal, que te pueda suceder. Como también que te pongas nervioso. El que no se pone nervioso es que no tiene interés. Siempre tenemos al lado un ‘apuntador’ que te recuerda la palabra precisa para enlazar y continuar”.

Nunca ha dicho no a nadie. Protagonizando alguna que otra anécdota. “Pues días en que rezas el Vía Crucis para 200 personas y otros en que te encuentras a una sola en la Puerta de Nogalte esperando, porque quiere subir al Calvario. Se apuran, pero les digo que, para arriba, que lo mismo es una persona que cien. Cómo le vas a decir a un devoto que ha venido desde Vélez Rubio o Huércal Overa que venga otro día”. Y también van a pedanías como la de Zarcilla de Ramos a rezar en sus Vía Crucis.

El soniquete del rezo del Vía Crucis es conocido por sus pequeños a los que tiene acostumbrados a dormir mientras les canta Parrrandas. “Se las canto y casi se las bailo con ellos en brazos. Se duermen mucho más rápido”. Y cuando él tiene problemas de sueño no cuenta ovejas, sino que reza. “Me pongo con los rezos más duros, con las oraciones alternativas, y caigo en pocos minutos”, cuenta divertido.

Ni se plantea dejar el rezo del Vía Crucis. “Me moriré rezando”, asegura categórico. Y se queja del poco interés que se presta al Calvario y al Vía Crucis. “Tiene unas pequeñas esculturas de piedra, unas capillitas, que marcan cada una de las estaciones en el inicio, que bien se podrían mejorar. Pero también esperamos desde hace años una escultura o una placa que signifique que en ese lugar arranca la Vía Sacra con más de 400 años y que, de alguna forma, homenajee la figura del ‘rezaor’”.

El Vía Crucis es para él estos días una forma de estar más cerca de Nuestro Señor Jesucristo. Es uno de los pocos ‘rezaores’ que durante todo el trayecto que dura -más de una hora y media- no bebe agua, ni siquiera se echa a la boca un caramelo. “Estamos rememorando la pasión y muerte del Señor. Él no bebió agua y yo tampoco lo hago, en señal de penitencia”, concluye.