Opinión | Noticias del Antropoceno

Vender una propiedad y vivir en ella

¿Puede alguien vender su casa y seguir viviendo en ella? Pues sí y es lo que se denomina venta de la nuda propiedad, por la que alguien adquiere la propiedad de un inmueble pero no el derecho a usarlo, que sigue siendo exclusivo del antiguo propietario hasta su fallecimiento. En el período que transcurre entre la venta de la nuda propiedad y el fallecimiento, el usufructuario tiene que hacerse cargo del pago de los suministros, incluso de los gastos de Comunidad. 

En 2023 se hicieron algo menos de 2.000 operaciones de venta de nuda propiedad en España. Hace pocos días se dio a conocer la venta por este método de la residencia del conocido empresario del entretenimiento y controvertido personaje célebre José Luis Moreno. La propiedad se valoró para su adquisición en 8,5 millones de euros, cantidad que el vendedor recibe en el momento de hacerse la operación. 

Los incrementos anuales de este tipo de operaciones superan el 20% en los últimos años y tiene su explicación en que cada vez la esperanza de vida es más alta, y a eso se une que esos últimos años se viven con mayor energía y mayor calidad. Por otra parte, y como decía un economista argentino sobrado de socarronería, dejar una gran herencia significa un grave error de planificación vital.

Aunque el resultado sea parecido, la nuda propiedad, que supone embolsarse una pasta en vida por tu casa aún a costa de escatimar la herencia a tus hipotéticos herederos, no es lo mismo que la hipoteca inversa. En este caso, el banco hace un cálculo similar en todo punto a la concesión de una hipoteca al uso, pero abona la cantidad en forma de pagos mensuales al propietario. De esa forma, el propietario de una vivienda puede seguir viviendo en ella, incluso hasta el fallecimiento si se ha pactado en esos términos con la entidad financiera. 

En todo caso, y aunque parezca una solución tan conveniente para complementar una pensión reducida, el caso es que este tipo de operaciones en España se reduce a unos pocos centenares. Eso dice mucho del valor que los mayores actuales (propietarios de una vivienda en su mayoría) otorgan al hecho de dejar una herencia sustancial a sus hijos o nietos. Es un supremo acto de generosidad a la vista de las alternativas financieras de las que disponen.

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