Opinión | Noticias del Antropoceno

En los sótanos del Gobierno Civil

El rey Juan Carlos (i) saluda a su salida en coche de casa de Pedro Campos hacia el aeropuerto de Vigo.

El rey Juan Carlos (i) saluda a su salida en coche de casa de Pedro Campos hacia el aeropuerto de Vigo. / Elena Fernández - Europa Press

Los años de la Transición política en España fueron extremadamente interesantes, sobre todo si se tuvo la oportunidad de vivirlos en un ambiente social y políticamente complicado como fue mi caso. Estudié en Pamplona, en concreto en la Universidad de Navarra, en los años críticos alrededor del ascenso a la jefatura del Estado de Juan Carlos I. Franco murió en 1975 y yo había ingresado en Ciencias de la Información en septiembre de 1974. Aunque la Universidad de Navarra constituía en sí una burbuja de estabilidad, presuntamente al margen de cualquier conflicto, la realidad es que era imposible aislarse del clima político circundante. 

De entre algo más de cien alumnos matriculados en mi curso, por ejemplo, había una docena de militantes de grupos ultraizquierdistas, en concreto de la ORT, PTE y LKI (Liga Comunista Revolucionaria Independiente, en sus siglas en euskera). Por lo visto, algunos eran prochinos, otros prorrusos y algunos más iban por libre. Teníamos noticias de sus convergencias y divergencias porque se colocaban en clase juntos en comandita, o alejados unos de otros a lo más que daba el tamaño del aula. Iba por días según sus grupos políticos respectivos pactaban o se enfrentaban por cuestiones ideológicas o tácticas 

Aunque los miembros del Opus vivíamos teóricamente en un mundo aparte, era inevitable en mi caso tener que atravesar la ciudad. Los viernes era obligado encontrarte con los manifestantes, que en aquellos tiempos tenían un componente ideológico más bien de izquierdas y sindicalista, aunque ya contaminado fuertemente por las proclamas independentistas y proetarras. 

Tan tenso era el clima social en Pamplona en esos años, que mis amigos Pablo y Manuel acabaron en los sótanos del Gobierno Civil sometidos a un exhaustivo interrogatorio. Yo les había prestado unos días mi coche, francamente desvencijado, coincidiendo con un viaje a ver a mi familia en Cartagena. Y tuvieron la mala fortuna de que el coche se les calara cuando justamente estaban aparcados frente a una de las puertas traseras del edificio gubernamental. Registraron el coche y encontraron los cables para hacer un puente (obligado por las veces que me dejaba tirado el vehículo en cuestión). De eso a ser conducidos a los sótanos del edificio solo medió un instante. Afortunadamente ambos eran de familias de orden (extremeña y madrileña) y la cosa no llegó a mayores. 

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