Opinión | Cartagena D.F.

Magia en Cartagena

Cartagena ha recibido en tres meses 110.000 turistas, una cifra equivalente a la mitad de la población del municipio, y subiendo

Aumenta el turismo en Cartagena.

Aumenta el turismo en Cartagena. / Iván Urquízar / LMU

Los niños y los mayores de Cartagena pueden disfrutar este fin de semana de un gran festival de magia, gracias a la implicación, entrega y peso de nuestro mago cartagenero Abel, todo un talento y uno de esos embajadores que tenemos por España y por el mundo que engrandecen la buena fama de nuestra tierra. Los mejor es que todas las galas son gratuitas y hay varias actuaciones callejeras a la vista de todos.

Digo ‘buena fama’ porque así se desprende de las buenas cifras turísticas que se registran en nuestra ciudad y que, una vez superado y dejado atrás el paréntesis de la pandemia, vuelven a dispararse y crecer a un ritmo vertiginoso. Los registros de las visitas a los yacimientos de Puerto de Culturas son un excelente baremo para medir este incremento, que en el primer trimestre supera el 20% respecto al mismo periodo del año anterior. Dicho de otro modo, la ciudad ha recibido en tres meses 110.000 turistas, una cifra equivalente a la mitad de la población del municipio. Y subiendo.

Esto demuestra que no solo de cruceros vive el sector, porque las escalas son escasas en estos meses invernales. Otra cosa es a partir de ahora, que hará mejor tiempo. Solo este mes de abril se prevé la llegada a nuestros muelles de 28 buques de pasajeros y el desembarco de sus cerca de 30.000 viajeros. Y aún mejor es que, en buena parte de los casos, se trata de barcos de lujo y superlujo, de modo que sus ocupantes llegan con los bolsillos llenos y sin miramientos a la hora de vaciarlos en nuestros bares y comercios.

Ya hemos dicho en reiteradas ocasiones que la trasformación del casco histórico de Cartagena y su apuesta por la mejora del patrimonio cultural y arquitectónico ha provocado el cambio de la ciudad gris que era a finales del siglo pasado a una urbe llena de luz, de vida y de ambiente en este primer cuarto de siglo. Muchos que llevan un par de décadas sin venir a Cartagena se sorprenden y atribuyen a la magia este impulso, pero digo yo que, igual que responsabilizamos a quienes nos gobiernan de lo malo, habrá que reconocerles cierto protagonismo e influencia en las decisiones que han derivado en esta hermosa ciudad, un piropo que regalan a nuestros oídos multitud de visitantes.

Las mágicas cifras de Puerto de Culturas de enero a marzo demuestran que el mar no es la única vía de llegada a Cartagena y que también son muchos los turistas que llegan por tierra. Y eso sí que es magia, porque las comunicaciones dejan bastante que desear. Un amigo que trabaja en Madrid se marcha todos los lunes por la mañana a primera hora en coche, junto a otros tres compañeros con los que se turna cada semana, hasta Albacete. Allí, enganchan el AVE y en apenas hora y media llegan a la capital del país. Mi hermana, que vive en Valencia, cada fin de semana que decide visitarnos, coge un tren hasta Alicante, donde acudimos a recogerla. A día de hoy, viajar en tren desde Cartagena o para llegar hasta nuestra ciudad es para quien no tiene más remedio y está dispuesto a soportar trasbordos y retrasos eternos y desesperantes. ¿Hasta cuándo?

Así que vamos a preguntarles a los magos que toman este fin de semana Cartagena qué trucos han desplegado para venir hasta aquí y a pedirles que agiten su varita para que dispongamos de un servicio de ferrocarril cuanto menos digno y eficaz, que merezca la pena utilizar no solo por obligación. Y, entonces, ese auge turístico en el que estamos inmersos en estas primeras tres décadas del siglo XXI crecerá aún más, porque no vamos a ser malos y a pensar que nos hayan dejado en el vagón de cola en la modernización de las infraestructuras ferroviarias para evitar un despegue mayor en el número de visitantes. ¿Llegará el día en qué dejemos de escribir, titular y opinar sobre esto? Quizá, basta con que los que mandan, los de aquí y los de allá, tengan voluntad real, saquen de la chistera los presupuestos que se requieren y dejen de distraernos con maniobras de despiste. 

¡Porque mira que hay buenos prestidigitadores en el arte de gobernar!

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