Opinión | Noticias del Antropoceno

Una increíble máquina del tiempo

Las máquinas del tiempo son un clásico en la literatura de ciencia ficción, partiendo del clásico de HG Wells en la que están basadas no una, sino varias películas del género. En la más clásica de todas, El tiempo en sus manos, estrenada en año 1960 y protagonizada por Rod Taylor, el protagonista contempla desde su casa el paso de los días primero, de las estaciones después, y de los años a continuación, cada vez a mayor velocidad. Primero son las modas de ropa de mujer que cambian en el escaparate de enfrente, con las faldas y los vestidos alargándose o acortándose (la película en cuestión coincide con el éxito en Reino Unido de las minifaldas de Mary Quant), después viene el sonido de las sirenas, la gente corriendo a los refugios antiaéreos o satélites haciendo la función de misiles. A continuación, la paz de los cementerios y el transcurso de eras geológicas. Y no cuento lo demás, porque a partir de ahí empiezan las sorpresas.

A quienes disfrutamos de niños con la ciencia ficción pero queríamos atenernos al rigor científico, el hecho de que sea imposible viajar al futuro nos cayó como un jarro de agua fría. Pero lo que no ha existido no podemos hacer que exista anticipadamente, da igual lo que nos esforcemos. La única ‘máquina del tiempo’ para viajar al futuro, como sabe todo aficionado, es la hibernación, que es en la práctica como hacerse trampas al solitario. Se podría decir que el resultado final sería el mismo (conocer nuestro futuro y vivir en él siendo conscientes de nuestra identidad pasada) pero no es lo mismo.

Pero lo de viajar al pasado parece que no sea tan imposible, aunque también tiene su truco: no es viajar literalmente, pero sí es visualizarlo. Eso sucede cada vez que miramos al cielo y vemos la luz de las estrellas que están a años luz de distancia. Y quien sabe si alguna vez seremos capaces de mirar más allá y descubrir los ecos en forma de rastros de luz y sonido que sin duda dejan los acontecimientos pasados. 

Nuestra máquina del tiempo más potente es el telescopio espacial James Webb, que día tras día nos sorprende con una visión inesperada de galaxias fósiles, agujeros negros ancestrales y fenómenos desconocidos que pertenecen a los inicios mismos del Universo, poco después del Big Bang. Gracias a este revolucionario instrumento, cada día sabemos más lo mucho que ignoramos. 

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