Opinión | Apuntes del natural

Saber de ellos

López Miras, como Teodosio, subido a una cuádriga en Lorca.

López Miras, como Teodosio, subido a una cuádriga en Lorca. / Paso Blanco

Ha sido un hobby mío, a lo largo de los años de democracia que llevamos en el lomo, tratar de que los políticos nos enseñen sus interioridades, mejor dicho, que me las enseñen a mí, y yo, mediante artículos en los medios de comunicación, se las muestre a ustedes (me refiero a las interioridades que se pueden contar, claro). En general, los políticos, además de estar ahí para administrarnos, para acudir a eventos, estrechar manos y pronunciar discursos que les han escrito sus asesores (¿le escribiría Koldo los discursos a Ávalos?), algunos, que no todos, tienen otra vida, es decir, van a sus casas a dormir casi todas las noches, tienen hijos a los que explicarles matemáticas para un examen del día siguiente, y, lo increíble, oiga, yo he visto, con estos ojos que se ha de comer la tierra, un sábado en el supermercado, a reconocidos políticos echando cartones de leche al carro, mientras le preguntaban a su mujer: "¿Desnatada o sin desnatar, Carmen, que nunca me acuerdo?".

Tres libros andan por ahí con esos perfiles personales que escribí acompañados de excelentes fotografías de redactores gráficos de los medios, y hasta osé en una ocasión hacerles yo un retrato a cada uno de los diputados de la Asamblea Regional, por entonces, todos hombres y el noventa por ciento con gafas. A ningún pintor que yo aprecie le desearía un encargo como este, porque es indudable que había rostros interesantes a los que tratar de sacarles lo que llevan dentro de sus cabezas, a nivel plástico, claro, pero, mis palabras no los ofendan, los había más feos que Picio. Y todo el trabajo sin un bello rostro de mujer que nos alegrara y relajara de tanta barba cerrada, enormes cejas, gruesas narices y hasta bigotes, oiga. Todavía eran tiempos difíciles para que una mujer llegara a la política de primera fila, y eso que ya estábamos en 1991, y, por otro lado, con cuatro hijos que sacar adelante, pintaba yo hasta al conde Drácula si me lo hubieran encargado.

Todo esto se lo cuento a ustedes hoy porque he leído y escuchado una buena cantidad de comentarios acerca de la participación del presidente López Miras en una procesión ‘Azul’ de Lorca manejando una cuadriga y vestido de particular, digo del emperador Teodosio. En realidad, ha habido de todo, en las redes, en los medios y en la calle. Algunos comentarios han sido positivos, pero también los ha habido negativos, y no voy a reseñarlos aquí todos porque no me caben, pero lo mismo te salía alguien diciendo que iba haciendo el ganso, con comparaciones a Ben-Hur y chorradas por el estilo, que otro apuntaba que se había señalado como ‘Azul’ y que de los ‘Blancos’, ¿qué?

En otras ocasiones he visto también en las redes cosas que hablaban de este Presidente y su gusto por los 'quinticos', o por tomarse una copa con unos amigos por la noche en un pub, de sus novias sucesivas, residentes en distintos pueblos de nuestra Región, de sus descansos en La Manga, etc. Es natural que la vida privada del presidente de esta CCAA despierte interés, pero no olvidemos que es un hombre joven que va de un lado para otro todo el día, imagino que aburriéndose totalmente en un acto, o dejándose babear por una fan de setenta años, o teniendo que abrazar a un señor al que huele el aliento por más alcalde de pueblo que sea.  

Y todo esto viene a cuento porque creo que debemos conocer aún más facetas de la personalidad y de la vida de los políticos que votamos, porque creo que es bueno que se sepa quién es él, o ella, cómo y cuándo se enamoró de su pareja, y a qué dedica el tiempo libre. Y que nosotros debemos conocerlo desde el respeto, y ellos dejarse ver aún más, en cuadriga o paseando por el centro de su pueblo, sentado en una terraza con amigos o disfrutando de una cerveza. Y si luego, en las redes, aparece una foto con el 'quintico' en la mano y un comentario más o menos irrespetuoso, que pase de él y de todos los que critiquen las normalidades de una vida como cualquier otra, porque todo esto los acerca más a nosotros. Cuanto más enseñen, mejor.

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