Opinión | Las fuerzas del mal

El grande Miras

López Miras, este viernes en Lorca al frente de una de las cuadrigas.

López Miras, este viernes en Lorca al frente de una de las cuadrigas. / L.O.

Memento mori, recuerda que eres mortal, era la advertencia a los césares en su triunfo, por más que quieras ser el último emperador que gobernó todo el imperio.

A todos los que participamos en esta locura de la Semana Santa de Lorca, ya saben, azules contra blancos, que para quien no lo sepa es algo que cuenta la Biblia con caligrafía de devoción, oro, sedas, caballo, arena y pasión, nos encanta un buen golpe de efecto. Unas veces porque está bien dado y otras veces porque fracasa estrepitosamente y el ver al contrario salir con el rabo entre las piernas, lamiéndose las heridas, es una gozada. Por ejemplo, fue este Viernes de Dolores, pero de hace 20 años, cuando el Ilustre Cabildo de Nuestra Señora de la Amargura en la Muy Real e Ilustre Archicofradía del Rosario, Paso Blanco, que es un nombre para decir que desciendes de la pata del Cid, puso en escena un tiro de doce caballos a los que los tuvo que ir desenganchando a medida que veía que lo que entraba por un lado del desfile no iba a salir por el otro. La banda romana de la Hermandad de Labradores, Paso Azul, que es un nombre también de afectada humildad, recuerda puntualmente cada año ese hito tocando la alegre canción de ‘Doce Cascabeles’, acompañada de ‘El Patio de mi Casa’, que también recuerda el día en que el pueblo hebreo, del Paso Blanco, salió a procesionar y le cayó de los cielos la mitad de ese mar Rojo que Moisés abrió para los israelitas. Hasta entonces gritaban eso de «vivan los que no se mojan». Si le parece que los azules son circenses, le indico que los blancos llevan tocando La Cucaracha aludiendo a las señoras azules que acompañan a la Virgen vestidas de mantilla negra.

En el marco de ese pique el Paso Blanco insiste en decir que la Semana Santa en Lorca no comienza el Viernes de Dolores, a pesar de que siempre ha sido así y ellos han concurrido a todas las procesiones de ese día. La primera vez que lo dijeron en alto, fue hace no mucho, se les cayó la bandera al suelo. No hicieron caso a esa señal y desde entonces concurren de manera festiva, y casi nunca las cosas que inventan les salen bien, como, por ejemplo, unas bailarinas con un arca de la alianza portada en andas y culebreando de aquella manera o una catapulta romana que no se volvió a ver. En fin, las once plagas del ridículo.

Entonces, podemos concluir que la aparición de López Miras el Viernes de Dolores va en ese tono de guasa. López Miras, blanco, antes que lorquino, antes que presidente de todos los murcianos, sale vestido de la púrpura, que no de la dignidad imperial. Para salir en las procesiones de Lorca siendo, además, presidente de algo, se necesita la clase de Castillo Navarro, que paseó por la carrera como él quiso porque transformó las procesiones de Lorca, clase que nadie ha igualado. El caso es que los augurios tampoco acompañan. La última vez que un cargo electo salió en Lorca en triunfo romano, perdió las elecciones al año siguiente. Memento mori, recuerda que eres mortal, era la advertencia a los césares en triunfo, por más que quieras ser el último emperador que gobernó todo el imperio, Teodioso I, el grande. La errata es intencionada.

Suscríbete para seguir leyendo