Opinión | Las fuerzas del mal

El Gafe

Si se desea aparecer en todo, aparentando ser todo, pues es lógico que, por fuerza de esa magia simpática que deseas invocar para adornarte, se concluya que si todo va mal el gafe es quien está ahí siempre, en primera línea. Y a los gafes hay que evitarlos

Semana Santa de Lorca.

Semana Santa de Lorca. / Solete Slow Photo

La errata es intencionada, a veces, y en otras las circunstancias te juegan una mala pasada. Si vas a escribir, con tu poder de gabinete de comunicación, que eres el factotum en el juego telúrico, primitivo, tribal de la divinidad omnipresente, tienes que estar a las duras y a las maduras. No puedes arrogarte todo lo bueno como tótem de bienaventuranza y bienestar y alejar de ti todo lo malo que suceda, volviendo a las reglas humanas de la lógica y el azar, de las cosas que pasan y que, en fin, hay que aguantarse. 

Lo digo porque en la Semana Santa de Lorca, que este año se ha convertido en el evento en el que a López Miras sólo le ha faltado encontrar la peana adecuada para salir de santo con los blancos, a los blancos les ha pasado de todo el Viernes Santo, para decepción de los invitadísimos del palco presidencial a los que, seguramente, Fernando López Miras, numen blanco, les habría dicho, en comilona de alegre francachela y envuelto en una nube de incienso de complacencia, que todo iba a ser un albo triunfo y monja corría. Si hubieran estado mejor informados, y creo que ninguno lo estaba salvo Antelo, y quizás Paco Bernabé, por mano de quien esto escribe, habrían sabido que hasta el rabo, todo es toro y que en Lorca puede pasar de todo. En un breve resumen, Constantino I ganó por incomparecencia este año en Puente Fulvio porque a Majencio se le rompió la siga, la reina de Saba, en carroza, llegó tardísimo a la cita tinder con el rey Salomón porque la dirección del carro se rompió, Nabucodonosor volvió a estrellar, por segunda vez en dos días, las puertas de Ishtar contra el palco, David en su dos caballos tampoco terminó de pasar y se llevó por delante a un abanderado del Paso Blanco al que le deseamos una pronta y satisfactoria recuperación. Y la bandera del Paso Blanco volvió a caer al suelo, como ya se avisó la semana pasada que había sucedido antes en situaciones similares de descaro. Si se desea aparecer en todo, aparentando ser todo, pues es lógico que, por fuerza de esa magia simpática que deseas invocar para adornarte, se concluya que si todo va mal el gafe es quien está ahí siempre, en primera línea. Y a los gafes hay que evitarlos. 

Esta crónica aparentemente local tiene su moraleja. Podemos sonreír de lado ante un señor de apariencia humilde que es jefe de la oposición que, con evidentes mejoras, dice «farte», «gobienno» y «vintitrés» pero, quizás, tiene un programa de mejor gobierno que otro que, presuntamente, nos gobierna y mientras estamos a la cabeza en endeudamiento, en abandono escolar, en violencia de género, en contaminación, amén de otras cosas igual de malas, se dedica a ser un meme haciendo de niño en el bautizo, muerto en el entierro, novia en la boda y santo en la peana, perejil en todas las salsas, y por donde miras, Miras sale montado en una cuadriga con los cuatro caballos del apocalipsis siendo, puesto que él así se lo buscó, Tedioso I el Gafe. Sin errata esta vez.

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