Verderías

¿Terrazas o aparcamientos?

Está claro que, llegando ya casi al final del primer cuarto del siglo XXI, todo lo que se haga por dotar de vida, y no de coches, nuestras ciudades y calles es algo positivo. De modo que anímense los hosteleros a solicitar al ayuntamiento la instalación de las nuevas terrazas

Una terreza de un bar en Murcia

Una terreza de un bar en Murcia / Francisco Peñaranda

Herminio Picazo

Herminio Picazo

Es interesante la situación que se produce en el municipio de Murcia en relación a la terminación del periodo en el que, desde la crisis de covid-19, se permitió a los bares instalar terrazas al aire libre ocupando plazas de aparcamiento. El pasado miércoles caducó la autorización excepcional que en su día se otorgó a los bares y por eso, burocracia manda, los hosteleros que aún contaban con estos espacios retiraron ese día las últimas de sus instalaciones.

En aquel 2020 en el que se otorgó a los hosteleros la posibilidad de las terrazas, muchos saludamos la idea como una iniciativa muy acorde con las circunstancias de la pandemia. Pero el caso es que ahora, algo lejana ya en la memoria la crisis pandémica, a mí me sigue pareciendo una gran idea que los bares tengan más posibilidad de terrazas de calle y me gustaría seguir viéndolas, y usándolas en mis trayectos urbanos.

Tras la retirada de terrazas donde la gente tomaba un café o una caña, veía y se dejaba ver, charlaba, se encontraba y se daba abrazos, el paisaje de algunas calles murcianas retornará a la insulsa fila de coches bordeando la acera, un entorno visual sin vida. Aunque entiendo el problema del aparcamiento, creo que este cambio de paisaje urbano es a peor, y encima poco es lo que resuelve, teniendo en cuenta que una terraza detrae apenas tres o cuatro plazas, o menos, de aparcamiento.

Al parecer, el ayuntamiento va a proponer a los hosteleros que continúen con las terrazas a condición de que encuentren el apoyo de los vecinos y que financien ellos la construcción del correspondiente trozo de acera, porque, lógicamente, las terrazas definitivas no deben estar en la calzada. Me parece una buena fórmula para resolver el asunto y un interesante método para compatibilizar intereses, y ojalá que de esta fórmula resulte que algunas de estas terrazas regresen a las calles y a nuestro entorno sociológico.

Se da además la circunstancia de que muchas de las terrazas que ocuparon hasta ahora las plazas de la ORA o de aparcamiento libre se sitúan en calles y barrios no céntricos y, por tanto, han contribuido durante estos años a hacer más animado, más amable, más cercano y más estético el micro paisaje urbano de zonas que no cuentan con el lujo de situarse en el área peatonal, comercial o monumental de la ciudad. Esto ha sido, durante estos años, una pequeña forma de más justa distribución territorial del buen rollo entre el centro y la periferia.

Está claro que, llegando ya casi al final del primer cuarto del siglo XXI, todo lo que se haga por dotar de vida, y no de coches, nuestras ciudades y calles es algo positivo. De modo que anímense los hosteleros a solicitar al ayuntamiento la instalación de las nuevas terrazas y, en paralelo, anímese el ayuntamiento a ser todo lo flexible y permisivo que pueda ser en tanto no se salte ni la norma ni el sentido común.

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