Tribuna Libre

Los patrulleros

Si como ciudadanos asistimos a una intervención y vemos llegar a los patrulleros al lugar, antes de juzgarlos por las grabaciones de teléfonos móviles, ayudémosles en todo lo que esté a nuestro alcance

Juan Antonio Carreras Espallardo

Y por qué son tan importantes las unidades policiales de primera intervención, que a diario realizan miles de servicios. Pues sencillamente porque son los primeros en llegar al lugar de los hechos y, evidentemente, son los que más van a perder y muy poco tienen que ganar.

Pocas veces serán felicitados por intervenciones que van a decidir en cuestiones de segundos y que a otras unidades especializadas les cuesta horas desarrollar.

Si vamos subiendo peldaños, mandos de despacho tardarán días en realizar el informe más bonito posible para entregárselo un peldaño más arriba a sus jefes, y estos a su vez a los políticos, a los que rinden cuentas. Estos políticos de poso, siempre avergonzados por la opinión pública, justificarán lo indefendible, negarán lo evidente y no dudarán en culpar al patrullero de cualquier defecto producido por ese tornillo que se haya aflojado durante todo este proceso.

Los patrulleros son como son, carne de cañón, suela de calle, llegan al lugar del suceso con los medios que disponen, pocos o ninguno, el azar decidirá si llevan chaleco balístico, defensa y ese adorno de juguete que es el arma de fuego, a la que la gran mayoría de policías mira con respeto y con mucho miedo y preocupación, porque saben que si la utilizan están abriendo la puerta del infierno y de su calvario personal. Se quedarán solos ante el peligro, porque ni sus jefes, ni los jueces, ni mucho menos los políticos les defenderán.

Y, si como ciudadanos tenemos el mal aire de asistir a una intervención jodida y vemos llegar a esa pareja de patrulleros al lugar, antes de juzgarlos por las grabaciones hechas con los teléfonos móviles, vamos a ayudarles en todo lo que esté a nuestro alcance y que no suponga un riesgo para nuestra vida, pues esos patrulleros son las dos piezas más vulnerables e inocentes de un sistema imperfecto donde se prima al delincuente y se castiga al policía por cumplir con su trabajo, que es la defensa de la ley y la protección de la seguridad ciudadana, incluyendo esta la vida propia y las ajenas.

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