Erre que erre (rock and roll)

Rubiales no es pundonor

Archivo - Luis Rubiales

Archivo - Luis Rubiales / Oscar J. Barroso / Afp7 / Europa Press - Archivo

Jutxa Ródenas

Jutxa Ródenas

Tan solo había que creer en ellas, lo han demostrado con creces, aun cobrando un 37’5% menos de lo que ganaría un hombre en la misma tesitura (250.000 euros frente a los 400.000 de un futbolista masculino tras ganar un Mundial). El machismo del fútbol es la diferencia de cachés, vive instalado en las gradas desde el momento en que se manda a una árbitra a fregar los platos como expresión discriminatoria, en el androcentrismo de sus ascensos que matan la aspiración de pitar un primera, en las campañas de desprestigio. Y ahora, además, en el acoso de muchos que han quedado reflejados en los desafortunados gestos del presidente de la Real Federación de Fútbol Española.

«Este país es como una gran vagina esperando ser poseída», dijo Tony Montana en Scarface (Brian de Palma, 1983), un hombre irreverente y profundamente codicioso que solo espera del mundo que se arrodille ante él. ¿Os suena?

En el Mundial de Qatar quedó reflejado que este deporte a veces es pura corrupción y negocio. Tras la celebración de la victoria obtenida en Sídney por la selección femenina, hemos contemplado la cosificación al más puro estilo camorrista por parte de Rubiales. El único ser capaz de destruir con sus gestos un episodio de dulce triunfo y logros conseguidos por un grupo de chiquillas que hasta hace pocos días soñaban con derribar una barrera infranqueable: ser las mejores del mundo jugando al fútbol.

Es inconcebible que un presidente no esté a la altura; que se agarre los genitales al lado de una menor (para más inri, una menor que representa a un país), que forzando un beso sin consentimiento previo desprestigie a todas esas niñas que jugaban al fútbol a escondidas de sus padres, a las que llamaban tortilleras desde una grada casi vacía, a las que, aun siendo ninguneadas, jamás se rindieron.

El séquito de presidentes considera una injusticia la desproporción con la que los medios estamos tratando/juzgando al Presidente de la RFEF, y me cuestiono respuestas como la que unos padres deberían dar a su hija que juega al fútbol cuando esta les pregunte : «Entonces, ¿si ganamos el partido vendrá un señor parecido a Fétido Addams a besarnos en la boca?».

Él, apodado ‘Pundonor’, podrá hacer apología de todo menos de ese mote, puesto que ha demostrado carecer de cualquier capacidad de análisis crítico vertiendo su poder laboral, moral y jerárquico contra una jugadora que, por la cuenta que le trae solo acertó a decir «no me ha gustado».

Rubiales, con tus malogrados gestos has desviado el gol que por fin consiguió marcar el feminismo, has casi legitimado, bajo el escudo del patriotismo, que los babosos (y este es el único insulto/descripción malsonante que me voy a permitir) sigan abusando de las mujeres. Las mismas que gritan avergonzadas que tu comportamiento es censurable y tu despido, más que procedente, debería ejecutarse de forma inmediata.

Decía Makinavaja: «En este mundo podrido y sin ética, a las personas sensibles solo nos queda la estética». Y usted, ni lo uno ni lo otro.

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