Bandera Alfa

¿Será la misma tortuga?

Grupo de Exploración Subacuática de Cartagena (GESC)

José Soto

José Soto

José Soto

La semana pasada, una buena amiga me hizo llegar unas fotos en las que, ejerciendo como voluntaria en una playa de Alicante, colaboró en la asistencia a la eclosión y primer contacto con el mar de tortugas marinas. En esta ocasión, se trataba de tortugas bobas Caretta caretta, especie relativamente común en el Mediterráneo.

Emocionada, me narraba cómo emergían las pequeñas tortuguitas de la tierra. Ya que los nidos de las tortugas marinas están enterrados en la arena de las playas más tranquilas, se orientaban, y corrían como alma que lleva el diablo en busca de las olas, para así comenzar un largo viaje, hasta su regreso a ese mismo lugar, para contribuir a perpetuar la especie.

Se da el caso de que aquí, en la Región de Murcia, es más común de lo que creemos el anidamiento de tortugas marinas, teniendo importante auge en el periodo de confinamiento derivado de la pandemia del covid-19. Si analizamos el lapsus de tiempo en el que dejamos respirar a la naturaleza, podemos ser conscientes del verdadero impacto del ser humano en ella.

Muchas playas como Calblanque, espacio protegido desde 1995, y precisamente por su plan de usos y gestión que restringe el acceso a vehículos, dicta normas sobre ruidos, o prohíbe las barbacoas y acampadas, es por lo que se favorece que las tortugas se decidan, siempre amparándose en la noche, a depositar sus huevos en nidos subterráneos, que trabajosamente excavan para dejar a buen recaudo a su futura prole.

El bañista que allí concurre de buena mañana queda sin ninguna duda sorprendido por unas extrañas huellas, consistentes en un surco central practicado en la arena acompañado de otros más profundos en sus laterales que aparecen justo donde pretendía colocar la toalla y clavar su sombrilla. Entonces, deja bien amontonados sus útiles de veraneo y sigue el rastro, primero hacia el mar, donde las olas ya borraron toda pista de la incursión, y después hacia el interior de la playa, donde y a estas alturas identifica, al final de las señales, que se trata de un nido de tortuga marina. Sin perder un minuto, da aviso al Seprona de la Guardia Civil, competente e instruido Grupo de Protección a la Naturaleza, que está habituado a actuar en estas situaciones. Tras esto, crea un perímetro con ramitas alrededor del posible nido, dejando un par de metros de radio y espera a la resolución del caso. Este día lo recordará durante mucho tiempo, y cuando, sentado en su sillón, vea algún documental en el que aparezca una tortuga marina, se preguntará… ¿Será alguna de las que ayudé?

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