El prisma

¿Volvemos a una repetición de elecciones?: Hasta que aprendamos

Si los partidos minoritarios no hacen presidentes a Sánchez y López Miras, no debemos angustiarnos. Volveremos a votar, como corresponde a una democracia consolidada como la nuestra, en la que todas las situaciones excepcionales están perfectamente contempladas.

Pablo Molina

Pablo Molina

La repetición de unas elecciones suele considerarse un fracaso, aunque en no pocas ocasiones supone una oportunidad para clarificar la situación política y dar lugar a gobiernos estables. Es lo que tienen los sistemas parlamentarios, donde el presidente del Gobierno es elegido por una asamblea de electos y no de manera directa por el pueblo, como ocurre en las elecciones presidenciales. Las dificultades para alcanzar mayorías parlamentarias traen consigo el bloqueo político y, en consecuencia, la necesidad de consultar de nuevo al electorado, que es lo que podría ocurrir próximamente en Murcia y, también, a escala nacional.

Hay que desdramatizar estas situaciones, porque están perfectamente contempladas en la legislación constitucional y estatutaria, que impiden que se produzcan vacíos de poder. Por eso, cuando los políticos en esa tesitura tratan de alarmar a todos sobre el riesgo de un bloqueo que haga imposible gestionar los asuntos públicos, sencillamente, están mintiendo.

Bélgica estuvo casi tres años sin gobierno electo y no pasó absolutamente nada. El Ejecutivo saliente, en funciones, siguió dirigiendo el país, los niños iban a la escuela, los enfermos se curaban en los hospitales, la policía hacía su trabajo y los jueces el suyo. Exactamente igual que cuando en el país había una sólida mayoría parlamentaria. Si esto ocurrió en un país cuyo filibusterismo judicial es legendario, como saben bien los terroristas y delincuentes varios que se acogen allí a sagrado, con mucha mayor normalidad pueden gestionarse situaciones similares en países decentes como el nuestro.

Este alarmismo interesado acerca de los males que se ciernen sobre una sociedad si no consigue que el presidente salga elegido a la primera adquiere una cierta dimensión grotesca en Murcia, donde gobierna el mismo partido desde hace 28 años. Es cierto que los gobiernos en funciones tienen ciertas limitaciones, como ocurre en materia de nombramientos, pero si el candidato a presidente es el mismo que gobierna de manera efectiva, ¿A qué vienen esos anuncios apocalípticos, como si la repetición de las elecciones fuera una catástrofe que a toda costa tendríamos que evitar?

De hecho, López Miras puede perfectamente evitarnos la molestia de acudir nuevamente a las urnas en octubre. Se trata simplemente de llegar a un acuerdo con Vox, cuyo apoyo necesita imperativamente para ganar la investidura. Si hay otros motivos ajenos a los intereses de los murcianos que impiden el pacto, entonces el responsable de que se repitan las elecciones será el propio Partido Popular, que prefiere mantener el gobierno en funciones en Murcia para que su líder nacional utilice la estrategia del rechazo a Vox.

Sánchez, por el contrario, no tiene ningún problema en estas situaciones de bloqueo parlamentario. Hace 4 años ya tuvo que repetir las elecciones, así que no es algo que le pille de sorpresa si, finalmente, el partido de Puigdemont sube demasiado el precio de su apoyo para la investidura. En todo caso, el desarrollo de las negociaciones, los argumentos que se esgriman y su eventual fracaso serán, a su vez, elementos muy sólidos para afrontar una nueva campaña electoral con la hoja de servicios que Sánchez decida tratar de fijar en el imaginario colectivo.

Pero si los partidos minoritarios no hacen presidentes a Sánchez y López Miras, no debemos angustiarnos. Volveremos a votar, como corresponde a una democracia consolidada como la nuestra, en la que todas las situaciones excepcionales están perfectamente contempladas. En tal caso disfrutaremos por duplicado de la fiesta de la democracia, propiciando un nuevo encuentro feliz con las urnas. A ver si en esta segunda ocasión votamos bien. Y si no, pues a votar otra vez, hasta que aprendamos.

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