La Feliz Gobernación

El cordón sanitario

Carmen Conesa y López Miras, caminando por el Paseo Alfonso X El Sabio.

Carmen Conesa y López Miras, caminando por el Paseo Alfonso X El Sabio. / L.O.

Ángel Montiel

Ángel Montiel

López Miras ha diseñado una lista para las autonómicas que parece una procesión de Semana Santa. En primer lugar, el capitán de los ‘armaos’, él, claro, marcando la posición con el toque de trompeta, seguido de la abanderada, Doña Sardina, y tras ella, en una composición en fila horizontal de tres, representantes de la política social y de la medicina de atención primaria en los flancos con los faroles, más la municipalidad en el centro portando el estandarte.

Detrás de esta cabecera, como de presentación para la galería, se apelotona el aparato del partido y del Gobierno, los mayordomos del paso, la gente con pedigrí cofrade, quienes lucen en la solapa de la sotana la insignia de oro del fernandismo.

Como colofón del desfile, la figura simbólica bajo palio, en trono floreado, de Arsenio Pacheco, la perfecta réplica al santo de la cofradía rival, Alberto Garre, pues, como éste, acumula el mérito de haber votado en su día, indisciplinadamente, contra el Estatuto de Castilla-La Mancha que pretendía derogar el maná del trasvase Tajo-Segura. Si Vox saca un mártir del regadío, en el arcón del PP López Miras ha encontrado el suyo. El dato, por anecdótico que parezca, muestra que la resurrección de Garre no ha sido vista con indiferencia. Se llama contraprogramación.

Los cuatro puestos que se interponen entre el cabeza de lista y el pelotón del aparato son, en realidad, un cordón sanitario. Es una manera de no marcar sucesor, delfinato o aspirante en caso de que las circunstancias vinieran mal dadas en contradicción con las encuestas. A esto se le llama no dar puntada sin hilo. De López Miras se podrán discutir sus cualidades como gestor, pero no que se trate de un político fino que domina las artes de desenvolvimiento en su organización. Que a nadie le entren las prisas por si cayera la breva.

Portada de La Opinión en la que ya señalábamos el entrenamiento político de Doña Sardina.

Portada de La Opinión en la que ya señalábamos el entrenamiento político de Doña Sardina.

La auténtica guinda, en realidad, la representa Carmen María Conesa, que ha hecho su particular precampaña como Doña Sardina, cuyo discurso de investidura como tal, releído después, dejaba exento al PP de su obligada crítica carnavalesca, lo que parecía intuitivamente premonitorio.

Una cualidad general de la lista es que, al introducir a varias personalidades más o menos independientes, el PP no exhibe ansiedad por colocar a la larga cola de desplazados que durante la actual legislatura han visto que muchas de las que podrían haber sido sus plazas debían ser cedidas a Cs y, después, a sus tránsfugas.

Pero ya se sabe que la procesión va por dentro.

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