Pues sí, el Pacto del NH existe. Y tiene letra (no fue solo verbal, sino escrito negro sobre blanco) y música (de réquiem, interpretada en el congreso del PP). Estoy convencido de que el secretario general del partido, José Miguel Luengo, no mintió el pasado domingo cuando negó su existencia, porque deduzco que él mismo lo desconocía. Desde el principio he tenido la impresión de que López Miras no se lo contó a nadie de su entorno.

Pero aunque el presidente se resistiera a firmarlo por indicación de Miguel Tellado, el hombre de Organización de Génova, asumió plenamente su contenido en los mensajes de WhatsApps que intercambió con Patricia Fernández el pasado 22 de junio, fecha de la reunión de ambos en el hotel NH Amistad, antes de que a las siete de esa tarde concluyera el plazo para la presentación de candidaturas a la presidencia regional del partido.

La alcaldesa de Archena, que tenía sus avales dispuestos, renunció a presentarse confiando en la palabra de López Miras, cuyas expresiones son inequívocas, pero tomó la precaución de registrar ante notario las condiciones del compromiso y la aceptación por ambas partes.

En la reunión del NH, a eso de las nueve menos diez de la mañana, López Miras dijo ‘si a todo’ lo propuesto por Fernández, un documento de cuatro puntos que incluía la confección de ‘listas cremallera’ tanto para el partido como para la candidatura autonómica de 2023.

Habrá que considerar que López Miras estaba muy presionado por Génova: tenía el mandato de conseguir la integración de la archenera para ofrecer una imagen de renovada unidad y no podía trasladar a la alta jefatura que no había alcanzado su objetivo, lo que sería muy visible si Fernández decidía competir con él en el congreso. De modo que aceptó todo, como se desprende explícitamente de sus mensajes. Nadie podrá decir que el texto del pacto fue redactado por Fernández y que el presidente desconocía los términos exactos del mismo, pues en el intercambio posterior de WhatsApps se incluye repetidamente el texto, con su encabezamiento en caja alta: ACUERDO-PACTO FERNANDO PATRICIA. Esto se debe a que había que suprimir el espacio para la firma de Génova (en principio era un pacto a tres), y posteriormente quedó reducido a las de los dos políticos locales del PP.

La alcaldesa, tras salir del NH comunicó a Feijóo que habían alcanzado un pacto, y el líder nacional la felicitó por ello. Pero Tellado no podía creer, no solo el alcance del acuerdo, que equiparaba las naves de López Miras y las de los ‘patricios’, sino la pretensión de que el papel, un folio por una cara, fuera firmado por el presidente. La tormentosa reacción de Tellado obligó a López Miras a retraer su firma, pero compensaba el gesto asegurando a Fernández que el acuerdo se sostendría en su palabra, y fue muy explícito: «Integración de todos los que tú digas en todas las listas».

Es probable que Patricia Fernández creyera en la buena voluntad del presidente, pero desconfiaba del ‘núcleo duro’ en su entorno y sopecharía de que cuando éste tuviera conocimiento de la dimensión de lo acordado maniobraría para desactivarlo. De ahí que acudiera al notario para garantizarse ‘por escrito’ lo que se negaba a ser formalmente firmado. Mi impresión, tal vez ingenua, es que el ‘núcleo duro’ de López Miras conocerá hoy no sólo la existencia sino también los términos del pacto. Dijo el domingo el secretario general: «Si hay pacto, que lo enseñen». Pues bien, aquí está.

En favor de López Miras cabría deducir que el pacto se vino abajo por indicaciones de Tellado, quien desde el principio no empatizó con Patricia Fernández y dispone de modales poco contenidos, al borde del grito cuando topa con alguna contrariedad a sus decisiones. Pero la ruptura de lo acordado corresponde políticamente a López Miras y a la sostenibilidad de sus compromisos escritos y verbales.

Cuando, en las previas al congreso, Fernández le aportó un listado de once nombres para la ejecutiva de veintidós (’lista cremallera’, según se lee en el punto tercero del acuerdo), López Miras solo aceptó dos nombres, el de la propia alcaldesa para una vicesecretaría irrelevante, y otra persona. El mensaje de que «mi compromiso de integrar a quien quieras y como quieras te lo estoy expresando» quedó suspendido a la hora de la verdad y, en consecuencia, la alcaldesa ni asistió al congreso.

Una de las moralejas de este relato es que al final todo se acaba sabiendo.