Fiestas

Así ha sido el pregón íntegro de Diego Cantero que abre la Feria de Murcia

Lee al completo el discurso pronunciado por el vocalista y líder de Funambulista ante una Plaza del Romea rendida al molinense

Diego Cantero, líder de Funambulista, durante su pregón-actuación en la Plaza del Romea, este viernes.

Diego Cantero, líder de Funambulista, durante su pregón-actuación en la Plaza del Romea, este viernes. / Francisco Peñaranda

Adrián González

Adrián González

El molinense Diego Cantero, vocalista y líder de Funambulista, ha ofrecido este viernes el pregón para abrir la Feria de Septiembre de Murcia. Sin duda, el de Cantero ha sido uno de los pregones más emocionantes y originales de la historia de Murcia.

Como no podía ser de otra manera, su discurso ha estado perlado de actuaciones musicales para regocijo del numeroso respetable que ha acudido a la cita en la plaza de Romea este viernes.

Así, durante una hora de pregón recordó su niñez, sus inicios en el mundo de la música y cómo ha llevado en los últimos años a la Región de Murcia por bandera. Como colofón final, se lanzó un gran castillo de fuegos artificiales junto a los aplausos de los asistentes rendidos al molinense, que estuvo acompañado por su guitarrista, Tato Latorre; su teclista, Alejandro Martínez; el violinista Marino Saiz, así como por los ocho miembros de Belter Souls, encargados de realizar los coros de sus canciones.

Este ha sido el pregón íntegro que ha pronunciado Diego Cantero ante centenares de asistentes en la Plaza Romea de Murcia

Pregón íntegro

Buenas noches, murcianas y murcianos. Buenas noches a todos aquellos que vinieron a visitar nuestra ciudad y nuestra Feria a este paraíso al sureste de un país maravilloso.

También a los que decidieron fijar su residencia en esta Murcia que acoge a gente de muchísimos países distintos y que vinieron aquí en busca de un futuro mejor. 

Buenas noches a todos a este centro histórico y mágico de la ciudad, coronado con este Teatro Romea, que ha servido de escenario para tanto arte y tantos artistas a lo largo de los años.

Desde niño pasaba por delante de él deseando algún día poder pisar sus tablas, imaginando cómo sería recibir el aplauso de mis paisanos, hasta que un 6 de abril del 2013 por fin ocurrió y recuerdo que fui inmensamente feliz.

Pero no vayamos tan rápido. Querría en primer lugar dar las gracias al Ayuntamiento de Murcia, por concederme el honor de ser el pregonero de nuestra feria.

Imagino a mi padre mirándome desde algún lugar allí arriba sintiéndose orgulloso de ver a su crío aquí, viviendo un momento tan especial y que jamás, jamás olvidaré.

A mi madre, a mi hermano, a mi mujer y mis hijos, tengo la fortuna de mirarlos a los ojos y darles las agradecerles todo lo que han hecho por mí a lo largo de los años.

Nací en Molina de Segura hace 41 años, crecí rodeado de familia y amigos, recibiendo su amor desde el primer momento. Como cualquier niño, fui a la escuela donde no destaqué especialmente, pero tuve la fortuna de que mis padres me apuntaran a estudiar música cuando cumplí 5 años, algo que sin saberlo marcaría el resto de mi vida.

La edad del pavo y la adolescencia me llegaron pronto y con mucha fuerza, mi carácter inconformista, mi cabezonería (que algunos problemas me trajo de niño), fueron también los que forjaron mi determinación para querer ser músico.

Recuerdo la primera vez que escuché una canción con atención, cómo esa combinación de una letra y una melodía me hacían sentir cosas que jamás antes había sentido. Y como ese día decidí que quería hacerlas yo. No sabía cómo, ni por dónde empezar, pero tenía claro que, si existía la manera, la encontraría.

El primer día de instituto conocí a los que serían dos de mis grandes amigos, Antonio Palazón y Javier Arabit, juntos jugábamos a dedicarnos a esto de la música, primero ellos pegaban los carteles en la puerta de los bares de Molina donde iba a tocar, más tarde crearían una pequeña empresa, con la que empezamos a salir a tocar fuera de la Región y hacer esas primeras giras en tren, ya que aún no teníamos edad ni para tener el carné del coche.

Funambulista estuvo acompañado por los coros de Belter Souls y por los miembros de su banda.

Funambulista estuvo acompañado por los coros de Belter Souls y por los miembros de su banda. / Francisco Peñaranda

Las primeras canciones me trajeron nuevas amistades, gente que como yo quería hacer música, y fue aquí, en estas calles donde empecé a cantar. Trapería fue en realidad mi primer escenario, venía con un par de amigos, sacábamos la guitarra y los timbales y pasábamos la tarde tocando versiones y algún tema propio, la gente que pasaba, generosa, como buen murciano, nos echaban una monedas que gastábamos un rato más tarde celebrándolo en alguna tasca del centro.

Fue esta ciudad la que me hizo creer que era posible dedicarme a la música, gracias a bares como Ítaca, donde empecé a dar mis primeros conciertos, ahí es donde conocí Amca, Asociación Murcia Canción de Autor, y a su presidente Jesús Cutillas, quien me presentó a un montón de músicos que como yo escribían sus canciones.

Esa fue una etapa preciosa, donde todo estaba por aprender, donde la ilusión y las ganas eran capaces de que hiciéramos lo imposible, por ejemplo el concierto más largo ininterrumpido, donde estuvimos una semana sin parar de tocar, haciendo turnos por la noche para que la música no dejara de sonar y así conseguimos el récord guinness al concierto más largo. Recuerdo con muchísimo cariño concursos como el Creajoven y Murciajoven.

Para mí, este fue el motor que provocó que se generara la escena musical de la cual todo el país habla en la actualidad, era una excusa para que todos lo que hacíamos música preparáramos un repertorio y pudiéramos subirnos a un escenario de verdad. Esto también sirvió para generar sinergias entre músicos de distintos estilos, que nos retroalimentáramos los unos de los otros. Así que agradecer al Ayuntamiento por llevar hasta la actualidad este concurso.

Prácticamente en todas las entrevistas que hago por todo el país, me repiten la misma pregunta: ¿Qué pasa en Murcia con la música? Farmacia de Guardia, Acequia, Second, M-Clan, Maldita Nerea, Viva Suecia, Arde Bogotá, Crudo Pimento, Varry Brava, Muerdo… Son algunos de los grupos que llevan nuestra tierra a todos los rincones de España, son parte de nuestro patrimonio y pido por ello un fuerte aplauso para ellos.

Además del Ayuntamiento, mediante los concursos, también las salas que se atrevieron a apostar por la música en directo ayudaron a generar esa escena. Salas como Ítaca, Puerta Falsa, Café del Alba, Sala Gamma, Sala B, 12 y medio, Garaje Beat Club, La Yesería, Sala Rem, Sala Mamba! o la mismísima la Plaza de Toros... Son algunas de las iniciativas privadas a las que desde aquí quiero agradecer su compromiso con la cultura de la Región.

Gracias a todo ese movimiento se empezó a generar una industria de la música en la Región, y es ahí cuando conozco al que desde entonces es mi mánager, Javier Tomás, al que le debo una buena parte de lo que soy, acababa de montar su oficina también en Murcia, Darlalata, así fichó a mis amigos como trabajadores y a mí como artista.

Fue ahí donde empezamos a profesionalizarnos. La sensación de empezar a sonar en la radio y que la gente conociera mis canciones, poder hacer giras cada vez más largas y donde cada vez venía más gente, fue ahí donde de verdad vi que ese oficio me iba quedando bien.

En ese momento, movido en parte por amor y en parte por trabajo, fui a vivir a Madrid, en principio era por un tiempo corto, quizá un par de años. Quería conocer y compartir con más creadores, escuchar a algunas multinacionales que querrían ficharme y ver qué se movía en la capital.

Diego Cantero cantó a capella un trozo de su tema 'Sólo luz' ante el público asistente.

Diego Cantero cantó a capella un trozo de su tema 'Sólo luz' ante el público asistente. / Francisco Peñaranda

Sin darme casi cuenta empecé a echar raíces en esa ciudad, como decía Sabina, “insufrible, pero insustituible”, cuando vine a darme cuenta tenía una morriña absoluta de mi Murcia, mi acento, mis marineras, mi Plaza de las Flores, el Mar Menor y todas sus playas.

Una mañana me levanté de una noche rara pensando en todo esto, agarré una guitarra y me dio por acordarme de mi infancia, de esos veranos calurosos en la que los vecinos más adultos y más sabios del lugar sacaban esas silletas a las puertas de las casas a tomar el fresco, a comentar con los vecinos, recuerdo ser el niño del bocata de nocilla sentado en la acera, mientras hablaban de los apodos que tenían las familias antiguamente, cuando contaban cómo eran las fiestas del pueblo cuando eran jóvenes, y yo que suelo sentir nostalgia de hasta lo que no he vivido, escribí esta canción llamada 'La vida de antes'.

Con los años he aprendido a hacerme el camino Madrid- Murcia como si fuera a por el pan. Necesito venir cada poco, reconozco que cada vez que vengo pienso “qué se me habrá perdido a mí en Madrid”.

Venir a mi tierra es recargar pilas, retomar energía, abrazar al sol cuando el invierno se me está haciendo largo, necesito entrar en algún bar y ver esa barra llena de tapas, con su buena ensaladilla, su magra con tomate, su pulpo al horno y que me digan: “¿Te pongo una cañica?”. Eso es gloria bendita, como nuestra Morenica, que nos da Superpoderes, como dice el titulo de esta canción.

El autobús número 22 es el que unía y une Molina de Segura con Murcia. Para mí era  la puerta a la gran ciudad, recuerdo esos años viniendo en ese bus a la Escuela de Arte. Había dos olores distintos que guardo en la memoria a fuego, o bien el de las golosinas, o bien el de los ajos debido a las fábricas situadas a las afueras de mi pueblo de camino a Murcia.

Empezaba a convertirme en adulto, alquilé junto a unos amigos un piso muy cerca de un antiguo cine que decían en aquel entonces que estaban rehabilitándolo para hacer un teatro. Años más tarde se inauguraba el precioso Teatro Circo, donde he tenido la oportunidad de actuar en algunas ocasiones. 

Los primeros amores y desamores junto con estos recuerdos, esos olores y ese autobús, me hicieron componer esta canción llamada Éramos Reyes.

Llegaba mi mayoría de edad, sentir esa libertad, tener por fin el ansiado carné de conducir y, en él, millones de aventuras vividas, risas y viajes a nuestras preciosas playas, los primeros arrumacos con aquella chica en el asiento de atrás... Era la edad de perderse en los bares para descubrir quién eras, qué música escuchabas, qué pintas ibas a llevar.

Yo siempre me consideré una palomita suelta, me encantaba picotear por distintos ambientes a ver lo que se cocía. Si eras hippie, a Ítaca; si eras heavy, a La Boca del Lobo; si eras popero, a La Yesería. Había bares para todo tipo de gente, para todo tipo de edades y la convivencia nunca fue un problema.

Cada vez quedan menos de estos refugios donde habitaban distintas tribus urbanas. En lugar de eso, cada vez hay más sitios homogéneos sin demasiada personalidad, la música que suena en ellos es muy similar y cada vez cala menos en la gente que los visita.

Hace un tiempo me sentí en la necesidad de escribir una canción a ese momento de mi vida que sin duda me marcó para siempre. Esto va para mis hippies, mis pijos, mis punkis, mis heavys, mi gente… Hasta que amaneciera.

Estábamos en medio de la terrible pandemia, encerrados en casa sin saber muy bien cómo sería el futuro que nos esperaba. Yo, como todos, estaba medio deprimido pensando que quizá jamás volvería a poder vivir esto de tocar delante de la gente, apenas un mes antes estaba haciendo mi primer concierto en el Palacio de los Deportes de Madrid.

Todo se había parado, después de unos días de bajón, me dio por pensar qué podía hacer yo para mejorar esa situación. De repente nació la canción más optimista que he escrito en mi vida, después se convirtió en la canción más importante de mi carrera hasta ahora. 

Sólo pretendía recordarme a mí y a todos los motivos por los que merecía la pena vivir, seguir luchando con optimismo, la belleza de las cosas pequeñas que dábamos por hechas y que nos pasaban desapercibidas. La canción cumplió con su cometido y voló bien lejos, ahora os la traigo hasta aquí para que juntos celebremos la vida, con todos ustedes: Me gusta la vida.

Como os decía al principio, este precioso teatro que tenemos detrás fue para mí mi templo y el lugar que desde bien niño soñaba con tocar, por fin el 6 de abril de 2017 conseguí hacerlo.

Aquella noche, hacia el final del concierto, mientras sonaba esta intro de piano, sentí el impulso de bajar al patio de butacas a interpretar esta canción, la emoción que sentí en ese momento la tengo grabada a fuego en mi memoria.

Fue como si por fin todo encajara, el niño que tantas veces había pasado por delante del teatro soñando con tocar lo estaba haciendo, rodeado de un público cariñoso que me llevaba en volandas, me encantaría decir que lo llenamos, pero no fue así, ya que hay una leyenda entorno al Teatro Romea. 

Dicen que, cuando expropiaron los terrenos a la Iglesia, un fraile dominico maldijo la construcción y advirtió de que se quemaría tres veces, la tercera siendo la definitiva. Esto, dicen, ocurre cuando se completa el aforo del teatro. De hecho, ya ha ocurrido dos veces. El temor es tal que los trabajadores tienen orden de nunca vender todas las entradas: dejan así un asiento siempre vacío, que han tapizado en negro para distinguirlo de los demás. Así que esta noche haré lo propio, esta vez desde aquí afuera, esta canción se llama Sólo luz.

Llegamos al final. Esta noche ha sido para mí uno de los regalos más bonitos de mi vida. Murcia no deja de regalarme su generosidad, primero haciéndome embajador de la Región, y ahora pregonero de su feria. Mi manera de intentar devolver aunque sea solo un poco de todo lo que me dais es con mis canciones, concretamente con esta llamada Dos mares y una mirada. ¡Buenas noches y Viva Murcia!