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Chabolas de quita y pon en Murcia

El equipo del SEMAS tiene localizados cerca de una decena de asentamientos chabolistas en el municipio y, aunque ofrece opciones a sus habitantes para que los abandonen, éstos prefieren llevar una vida nómada

Bomberos sofocando el incendio del lunes en el poblado chabolista de La Fica.

Bomberos sofocando el incendio del lunes en el poblado chabolista de La Fica. / Juan Carlos Caval

Ana García

Ana García

Vivir con la casa a cuestas, con los pocos o muchos objetos que se tengan de un lado para otro. Este es el estilo de vida, nómada, que suelen llevar aquellas personas que habitan en asentamientos chabolistas de Murcia. Estos enclaves suelen presentar en la mayoría de las ocasiones problemas de salubridad, sin acceso a agua potable y malas condiciones de habitabilidad. Las chabolas se montan con chapas, maderas y plásticos, lo que también supone un importante riesgo de seguridad para sus moradores por el peligro de incendio que conlleva.

Precisamente esta semana los Bomberos de Murcia tuvieron que hacer frente a un incendio de importantes dimensiones en el poblado chabolista que ha ido creciendo en el último año en el entorno del recinto ferial de La Fica, uno de los enclaves de este tipo de mayor tamaño del municipio y que ha llegado a estar ocupado por más de medio centenar de personas.

En un asentamiento se detectó trata de blancas, con una menor de edad retenida junto a su bebé

Esta situación no es única de Murcia sino que se repite en muchas otras ciudades, aunque es cierto que «el buen clima de nuestra ciudad favorece que se den este tipo de situaciones», reconoce el responsable del Servicio de Emergencia Móvil y Atención Social (SEMAS) del área de Servicios Sociales del Ayuntamiento de Murcia, José Morales.

Un bombero se echa agua para refrescarse, este lunes en las labores de extinción del incendio del poblado chabolista en Murcia.

Un bombero se echa agua para refrescarse, este lunes en las labores de extinción del incendio del poblado chabolista en Murcia. / Juan Carlos Caval

Una de las tareas que desarrolla el SEMAS es la detección y seguimiento de este tipo de asentamientos, con la realización de informes periódicos sobre las condiciones que existen y las personas que viven en ellos, unos informes que se hacen llegar a cada uno de los servicios implicados en su control y que son los dependientes de las concejalías de Servicios Sociales, Salud, Urbanismo o Policía, entre otros, para que cada uno actúe desde sus competencias.

Por su parte el SEMAS, al depender de Servicios Sociales, se encarga de esta tarea, la de ofrecer atención a las familias y hacer seguimiento de los menores que puedan estar viviendo en esos asentamientos. Para ello cuenta con un equipo formado por una trabajadora social y un agente de la Policía Local, encargados de llevar a cabo visitas periódicas a estas chabolas o viviendas abandonadas que han sido ocupadas.

En estos momentos, en el municipio de Murcia hay identificados cerca de una decena de asentamientos chabolistas, algunos de mayor tamaño y otros formados por grupos más reducidos de personas. 

Uno de los de mayor tamaño ha sido durante años el que había en el carril del Cebadero de Patiño, una zona que ha estado ocupada por cerca de un centenar de personas en algunos periodos y que también ha sufrido varios incendios e intentos de desalojo. El terreno ha sido limpiado y la empresa propietaria lo valló hace un par de semanas con el fin de evitar que vuelva a ser ocupado.

Bomberos trabajan en el lugar del incendio, junto al poblado.

Bomberos trabajan en el lugar del incendio, junto al poblado. / Juan Carlos Caval

En la carretera de La Fuensanta, también en Patiño, hay otra zona de viviendas abandonadas ocupadas. Así como en la orilla del Reguerón, cerca de la pedanía murciana de Algezares.

Desde el Servicio de Emergencia Móvil y Atención Social del Ayuntamiento de Murcia también señalan el asentamiento chabolista de La Fica como uno de los de mayor tamaño del territorio, donde llegaron a vivir medio centenar de personas de distintas nacionalidades: búlgaros, rumanos, marroquíes y subsaharianos. Éste sufrió un incendio hace unas semanas, lo que hizo que la ocupación bajara a unas veinte personas, que han terminado por marcharse también tras el segundo incendio de esta semana, que ha acabado con las pocas chabolas que quedaban en pie. 

La mayoría de quienes viven en estas zonas provienen de Bulgaria, Rumanía y países de África Subsahariana

En El Puntal hay otro, junto a las espaldas de Bodegas Capel. En esta zona el SEMAS desmanteló el asentamiento, pero siguen quedando personas viviendo allí.

Y en los últimos días está surgiendo otro en el tramo final de la carretera de Santa Catalina, en su conexión con Ronda Sur. Así como en algún otro punto de Algezares.

José Morales explica que «entrar en estos asentamientos no es fácil, de ahí que se suela trabajar junto a la Policía Local. Ellos realizan una labor de supervisión mientras que nosotros comprobamos si hay personas en riesgo o menores viviendo allí».

Robos y prostitución

La vida que se desarrolla dentro de los poblados chabolistas en muchas ocasiones se encuentra al margen de la ley, lo que ha hecho que los trabajadores sociales del SEMAS (Servicio de Emergencia Móvil y Atención Social) se hayan encontrado en más de una ocasión con situaciones de robos, secuestros y prostitución, tal y como detalla el responsable de este servicio del Ayuntamiento de Murcia, José Morales.

La labor de estos trabajadores del Consistorio se lleva a cabo junto a un agente de la Policía Local. Mientras que el primero se encarga de valorar las necesidades de las personas que viven en estos espacios, de comprobar si hay menores habitando allí y conocer las condiciones de vida que tienen, el segundo identifica a los ciudadanos que hay en las chabolas y comprueba si existe alguna orden emitida o si se desarrolla alguna actividad ilícita.

Desde el SEMAS explican que en más de una ocasión han detectado que en estos asentamientos se ejerce la prostitución, llegándose incluso a rescatar a mujeres que se encontraban en una situación de trata de blancas.

Este caso fue el de una chica, menor de edad, que estaba siendo retenida contra su voluntad en una de las chabolas, donde se le obligaba a ejercer la prostitución y quien tenía junto ella a su bebé.

«La menor, que era de Bulgaria, fue rescatada y enviada a su país junto a su madre y su hijo», explican desde el Servicio de Emergencia Móvil y Atención Social del Consistorio de Murcia.

Otra de las realidades que se han encontrado los trabajadores sociales del SEMAS en los poblados chabolistas del municipio de Murcia son los casamientos concertados entre menores de edad, que «suelen ser habituales en sus culturas, pero no son legales aquí en España».

Estos asentamientos suelen tener las mismas características: acumulación de objetos, chatarra y basura, riesgo de incendio, problemas de seguridad ciudadana con presencia de actividades ilegales y problemas de salubridad, indican desde el SEMAS.

La procedencia de estas personas suele ser de países de África Subsahariana, Bulgaria y Rumanía, principalmente, ciudadanos que «en muchos casos cuentan con una vivienda en su país de origen, pero que aquí prefieren esta forma de vida itinerante y nómada», afirma Morales, quien llega a indicar que en su mayoría rechazan la ayuda que se les ofrece para salir de esta situación y si se desaloja un poblado o sufre un incendio, como estos últimos casos, buscan otra zona donde empezar de nuevo.

La acción del SEMAS en estas situaciones está muy limitada, ya que, según indica su responsable, «sólo podemos actuar cuando hay menores, pero a los adultos no se les puede obligar a marcharse o a abandonar este tipo de vida si no existe una orden judicial de desalojo». 

Cuando hay niños y se constata que no están escolarizados o que hay una situación se absentismo, a lo que se suma las condiciones de vida del propio asentamiento, se avisa a Servicios Sociales, que se encarga de enviarlos con algún familiar, a su país de origen o a un centro de acogida. «Aunque en los últimos años hemos conseguido que las familias no tengan a menores en los asentamientos», dicen desde el SEMAS del Ayuntamiento.

Viven más de 150 personas

La proliferación de asentamientos chabolistas es una realidad en el municipio de Murcia con la que vienen trabajando desde hace años desde la Concejalía de Servicios Sociales del Ayuntamiento de Murcia. Precisamente, desde el Ayuntamiento de la capital se ha financiado, a través de fondos europeos, una investigación llevada a cabo por el Observatorio de la Exclusión Social de la Universidad de Murcia (UMU) y Jesús Abandonado.

Este trabajo, titulado ‘Exclusión residencial en Murcia. De la vivienda al sinhogarismo’ incluye un estudio sobre la realidad de las personas que viven en situación de calle en el municipio de Murcia y ha constatado que hay más de 150 que habitan en asentamientos chabolistas o infraviviendas abandonadas.

El director del Observatorio de la Exclusión Social, Manuel Hernández Pedreño, explica a La Opinión que, según el trabajo realizado, hay un total de 824 personas con problemas de vivienda en Murcia. De ellas, 129 viven en la calle o duermen alguna noche suelta en centros de acogida; 403 personas viven en un centro o en pisos de acogida; y 150 habitan en asentamientos chabolistas.

Pese a los datos recogidos, Sánchez Pedreño apunta que esta última cifra, la de los asentamientos chabolistas, sería bastante superior, ya que la recogida de datos ha sido complicada y «es difícil acceder a ellos».

A estos ciudadanos también se unen las 125 personas que habitan en una situación de inseguridad, ya sea porque estén como okupas en algún inmueble o porque estén sin contrato de alquiler o bajo amenaza de desahucio de su vivienda habitual. 

Un estudio del Observatorio de Exclusión Social detalla que el 70% de ellos son extranjeros

De estas 824 personas que tienen problemas de vivienda en el municipio de Murcia, el 66% son extranjeros, una cifra que llega a superar el 70% cuando se trata exclusivamente de quienes viven en chabolas. Mientras que en el caso de quienes están en la calle, hay un equilibrio entre españoles y extranjeros.

En cuanto a las edades de estas personas sin una vivienda estable, el informe elaborado por el Observatorio de Exclusión Social de la UMU precisa que en el caso de los españoles suelen superar los 50 años, mientras los extranjeros son bastante más jóvenes, con una edad media de 38 años.

Nacionalidades

Manuel Hernández también explica que hay diferencias de nacionalidades según vivan en pisos y albergues o en la calle en asentamientos chabolistas. Los primeros suelen proceder de países como Marruecos y Argelia, mientras que en chabolas viven más ciudadanos llegados de Bulgaria y Rumanía. «En estos últimos casos, el vivir en asentamientos se convierte en un estilo de vida y resulta complicado que cambien esta situación y acepten ir a un centro», dice.