Pasando la Cadena

De penas, esperanza y gloria, más Mbappé

Kylian Mbappé.

Kylian Mbappé. / EP

José Luis Ortín

Decíamos que la Champions pondría a cada cual en su sitio, pero antes, en la Liga, hay quien se empeña en lagrimear. Es difícil entender a Xavi. ¿Cómo se puede proclamar: «Dije que me marchaba para esto, diez puntos de doce», tras ganar de milagro a un Celta, cuarto por la cola, que hizo méritos suficientes para no perder, y después del ridículo reciente en casa ante el Granada, penúltimo clasificado? ¿No se dará cuenta, ni nadie le advierte, que más que justificarse da pena?

Como pena da su Barça sin saber a qué juega, con Christensen de medio centro y encomendado a un chaval de dieciséis años, Lamine Yamal, para ganar un pésimo partido con un penalti tan absurdo como repetido en el último minuto. Si a estas alturas, tras ganar la liga pasada, se echa de menos a jugadores como Busquets, fundamental, y Alba, quien sería maradoniano comparado con Cancelo en el lateral izquierdo, o al intermitente Dembélé, messianesco al lado de Rapinha o Ferrán, y para qué hablar de la añoranza del lesionado Gavi, que presionaba más que toda la media culé actual; significa que Xavi no solo es mal comunicador, sino que le viene grande el Barça aún. Otra pena, porque muchos guardamos en el alma futbolera su gigantesca figura en el fútbol español. No obstante, con el tiempo, el Barça recogerá los frutos de su legado en forma de varios jóvenes a los que ha catapultado con intuición, acierto y valentía.

Y esta semana tiene en Nápoles un partido trampa. Si a los italianos, que andan peor aún en su campeonato doméstico, les alcanza el miércoles para pintarle la cara a Xavi, lo cesa Laporta antes de volver a Barcelona como anticipamos tras su dimisión en diferido. Y es que, aparte del pobre nivel de juego que exhiben, se añadiría el desastre europeo a la preocupación por quedar no ya el segundo, sino, al menos, entre los cuatro primeros en España. Demasiada incertidumbre para un club asediado por todos los frentes y demasiada frustración para un presidente en el alambre. Ya se escucha ruido de sables en el entorno notable culé.

Y por esperanzas cantan en el Metropolitano, ahora que se enfoca el tramo decisivo del curso. Cinco goles a cero frente a un buen rival como Las Palmas de García Pimienta es un aval para el decisivo encuentro en San Siro ante el Inter. También en ese partido se juegan los de Simeone gran parte de la temporada. Pero, primero, en Liga deben seguir a tope para asentarse en los puestos de Champions escapando de las garras de los leones de San Mamés, quienes lo tienen casi en la olla en Copa tras ganarles en Madrid. Mientras hay vida hay esperanza, y tanto en Europa como en España los colchoneros aún resuellan por mucho que hayan dicho adiós al título de liga. Llegar a la final de Copa les garantizaría jugar la Supercopa y si consiguen puesto de Champions habrán cumplido objetivos este año. Si así fuera, llegar a cuartos de Champions, o semis, podría ser la guinda a un año notable.

Y llegamos a la gloria blanca. 2024 puede ser un año para el recuerdo en su augusta historia si al título de Liga -jugando mejor que en Vallecas- y a la inauguración del nuevo Bernabéu le unieran los de Ancelotti otra final europea. Y si el Madrid llega a esa hipotética final, laurel seguro; no ha perdido ninguna. En ese glorioso camino solo el City se antoja como escollo difícil, aunque los de Guardiola, con Haaland un tanto oxidado, son menos lobos que el pasado curso. La Premier lo demuestra. Y serían menos feroces todavía si los merengues recuperan efectivos y no pierden más jugadores básicos. Porque, vaya año llevan. La diferencia con otros es que, canal televisivo cutre aparte, ni lloran ni juegan a dar pena. Y eso es digno viniendo de una temporada, la pasada, para olvidar.

Pero Florentino Pérez tiene otro as en la manga para que este año sea inolvidable. Kylian Mbappé se llama. Y unido a otros logros, como el de club con más ingresos del mundo, nuevo estadio con vitola de envidiable y de gran negocio en sí mismo, y una plantilla competitiva y ganadora con diez años más al menos de vida útil, dan para enmarcar una situación institucional, económica y deportiva al alcance de pocos.

La gloria viste de blanco nuclear.

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