Social

Paco, primer buzo titulado con síndrome de Down: "Sueño con bucear en México"

Natural de Molina de Segura, es todo un ejemplo, a sus 29 años 

"No me quedan lágrimas para seguir llorando de emoción cada vez que lo veo en una inmersión", relata su padre

Francisco Galera, este sábado, en una de las calas de Cabo de Palos.

Francisco Galera, este sábado, en una de las calas de Cabo de Palos. / Loyola Pérez de Villegas

Francisco Galera Ferri, de 29 años, es natural de Molina de Segura y la primera persona con síndrome de Down de la Región de Murcia en contar con un título oficial de buceador, una distinción que él lleva «con orgullo». Con unas ocho inmersiones a sus espaldas, todas ellas en Cabo de Palos hasta ahora, Paco, como le conoce todo el mundo, asegura que su sueño es sumergirse bajo las aguas de México en un futuro. «Me acaba de temblar la cartera», bromeaba su padre, Paco sénior, tras escucharlo.

Un padre que junto a su mujer, María, han sido los principales artífices de la hazaña de su hijo. Y es que cuando tan solo tenía dos años decidieron llevarlo por primera vez a la piscina municipal para evitar que padeciera problemas de espalda, un síntoma recurrente en las personas con síndrome de Down. Desde entonces Paco no ha fallado a su cita semanal en la piscina, ya sea verano o invierno, convirtiéndose en todo un veterano en esos lares.

Paco ha hecho hasta ahora ocho inmersiones, todas ellas en las calas de Cabo de Palos.

Paco ha hecho hasta ahora ocho inmersiones, todas ellas en las calas de Cabo de Palos. / Loyola Pérez de Villegas

Así fue como desarrolló su gusto por el buceo, hasta el punto de que el pasado 3 de diciembre de 2022, Día Internacional de las Personas con Discapacidad, decidió dar un paso más allá. Ese fue el día de su bautizo en el club Ibuzeo de Molina. Un momento que quedó grabado para siempre en su memoria y que para él fue una auténtica «ilusión».

Su iniciación tuvo lugar en también en la piscina. Asegura su padre que «fue impresionante» lo bien que se le dio. «Le explicaron lo que tenía que hacer y lo pilló en seguida, era increíble ver como recorría la piscina de un lado a otro sin problema», explica. Y es que resulta que Paco es todo un portento físico. Además de nadar y bucear, una de sus aficiones es levantar pesas en el gimnasio.

Celador en Molina

Pero ahí no queda la cosa, el joven Galera, que trabaja como celador en el hospital Ribera de Molina desde hace cinco años, también cosecha logros en otros ámbitos, pues fue, nada menos, que campeón de la Región de Murcia de Doma Clásica de Caballos en 2017 y 2018.

Tras mucho esfuerzo, práctica, y siempre ayudado por su instructor, Jesús Fernández Ros, el pasado octubre logró el ansiado título que le coronaba como un buzo titulado. Conseguirlo no le resultó una tarea fácil, según cuenta. Le costó ocho largos meses y la parte teórica, en la que debía aprender los conocimientos necesarios para saber cómo preparar el equipo, fue lo que más se le atragantó. También le fue difícil aprender a comunicarse debajo del agua. «Para él fue como memorizar un segundo idioma», cuenta su padre.

"Al principio, cuando hacía las inmersiones, nos daba miedo", admiten sus padres

Paco ha hecho hasta ahora ocho inmersiones. Todas ellas en las calas de Cabo de Palos. Una de las últimas, y la más especial que ha hecho hasta ahora, ya como buzo titulado, fue en la reserva de este enclave único de la Región, donde quedó maravillado cuando los meros y las morenas pasaban ante sus ojos. Paco describe la experiencia como «impresionante» y recomienda a todo el mundo vivirla una vez en la vida. «Fue la primera vez que bajé a 21 metros de profundidad», narra con orgullo.

Francisco Galera, ayer, en una de las calas de Cabo de Palos.

Francisco Galera, ayer, en una de las calas de Cabo de Palos. / Loyola Pérez de Villegas

Sus padres siempre han sido su principal apoyo durante todo el camino. Desde un principio tuvieron claro que Paco sería «una persona autónoma» y «el dueño de sus propias decisiones». Aunque, eso sí, como cualquier padre, se preocupaban por su hijo. «Al principio, cuando hacía las inmersiones, nos daba miedo», cuentan. Un miedo que poco a poco se fue esfumando cada vez que veían «la cara de ilusión inmensa» que tenía Paco después de cada inmersión. Una preocupación que ahora se ha convertido en alegría, tras ver cómo su hijo cumple sus metas: «Ya no me quedan lágrimas en los ojos para seguir llorando de emoción cada vez que lo veo bucear», asegura con orgullo su padre.