Uno se presenta a un concurso con la intención de ganar o de que se fijen en ti. Parece que lo has conseguido todo.

Lo mejor es el reconocimiento, y aprovechar el filón de la difusión para que la gente sepa que existo y que hago canciones.

Parece que todos destacan tu capacidad de emocionar. Tu sinceridad y un mundo propio pese a tu juventud.

Tengo 22, pero no sé qué decir a eso…

Cuando escuché el principio de tu concierto en la final (Viento), me dije: «Este tío conoce la tradición de la canción popular latinoamericana», a lo Drexler. Luego se dejó ver el rock de autor… ¿En qué parámetros te mueves?

Escucho de todo. Drexler es un referente para cualquier cantautor de los últimos años…

Esa noche de la final tocaba Drexler en Murcia, ¿no os aguó la fiesta?

No. Aunque a mí me hubiera gustado verle. Estuvo muy bien de público, vinieron muchos colegas y se agradece. Se nota cuando estás ahí arriba. Los nervios existen, pero lo disfruté mucho. No me quería bajar. Son sensaciones muy chulas.

¿Cuál es la leyenda en torno al nombre de Muerdo?

Fue algo así como querer adquirir cierta agresividad que quizá por naturaleza uno no se reconoce. En algún concierto he comentado en plan anécdota la imagen de un gato que se está viendo en el espejo y está queriendo ver un tigre. Es eso de autoafianzarse y darse seguridad.

¿En la final te sentías un tigre?

Sí. Creo que sí.

A mí me lo pareció cuando interpretaste Gallo rojo de Chicho Sánchez Ferlosio. Parecía que la hubiese escrito para ti...

La descubrí no hace mucho y me gustó un montón por ser tan gráfica y tan sencilla; me daba la posibilidad de jugar mucho con la voz y centrarme un poco en eso.

Diego Cantero aka Funambulista es primo tuyo. Sois el clan de los Cantero...

Somos 18 primos. Quizá alguno más se anime y podamos hacerle la competencia a los Flores, aunque es difícil.

¿Habéis cantado juntos alguna vez?

Sí, en una casa, en una fiesta. Claro que sí, y se goza.

¿Estuvo en la final?

Sí, y por la mañana me envió un mensaje muy reconfortante. Es también un amigo. Han sido unos días en los que he recibido muchos mensajes de felicitación. Eso anima mucho.

Y los tres mil euros del premio también...

Claro. Enseguida voy a darles uso. Voy a cambiar de guitarra y mi madre está tan orgullosa que se ha ofrecido a comprarme una, así que el dinero irá para el disco que voy a grabar con Rocío Ramos en su estudio. No dejo de pensar en ello. Es algo importante que hay que coger con ganas. Me apetece mucho hacerlo con Rocío, tener colaboraciones, buenos músicos…

Con este premio te has unido más si cabe a la galería de ilustres miembros de AMCA que han ganado el concurso.

AMCA es imprescindible. De hecho es la culpable de que haya tantos buenos cantautores aquí, sobre todo por la interacción que se genera. Nos influimos unos a otros, compartimos, nos ayudamos… Es un rollo superguay. Está muy bien, AMCA e Itaca como centro neurálgico de la canción de autor.

Muerdo, ¿de dónde ha salido?

Mis primeros pasos fueron haciendo poesía, no tocaba la guitarra sino el piano desde pequeño; me presentaba a concursos de poesía con algún premio. Luego cogí la guitarra y estuve en un grupete (por allí pasó también Rocío Ramos) que se llamaba Sátira, suena a grupo heavy, pero era pop con tinte heavy… Y ahí empezó todo. Desde entonces, haciendo música en casa y en el banco del parque, en casas de colegas, hasta que por fin decides presentarte a un concurso o dar un concierto, reunirte con más gente.

El banco del parque no tiene techo, pero no se paga alquiler.

Es lo que tiene, pero es fresco y se está bien incluso en invierno con el calor humano.

AMCA apareció en un momento en el cual los cantautores se planteaban otras cosas distintas a los cantautores comprometidos de los 70, pero parece que el escenario ha cambiado y ahora parece que sale otra generación que se muestra más crítica. ¿Muerdo pertenece más a estos últimos más airados?.

Cada uno habla de las cosas que le preocupan, a las que dedica su tiempo. Yo creo que es necesario dedicar tu esfuerzo y tu canto a intentar cambiar la situación en que vivimos, que es nefasta. Eso lo sabemos todo.

Negro es una canción donde dibujas un panorama poco optimista…

No es muy alentadora, pero a veces la situación requiere no plantear las cosas en clave de esperanza, un impacto viene bien para despertar del letargo.

La insurrección que viene fue otra de las canciones que interpretaste, con recitado de un texto de Gabriel Celaya.

Es un libro que se publicó en Francia por distribuidoras alternativas, y el tema me surgió por la satisfacción de poner en marcha un proyecto que son los Domingos sin prisa, una iniciativa que viene de AMCA y de la Red de Autogestión y Mutuo Apoyo, que es un grupo de personas que nos planteamos alternativas al capitalismo en todos sus ámbitos: vivienda, alimentación, educación… Tratamos de generar un espacio donde la gente pueda tocar al aire libre, gratis, se trueca, se suele hacer en el Malecón, se organiza un comedor popular de alimentación biológica y se pasa bien. Y a raíz de esta experiencia compuse este tema.

«Vamos creando espacios para la insurrección», dice el texto, que parece preconizar una revolución personal.

El siglo XX ha sido muy convulso, ha habido muchos intentos de revolución y la mayoría han fracasado. El tema de la revolución personal es importante, pero claro que no hay que dejar de lado el asociarse y organizarse. Cambiando el mundo que te rodea y el interior se cambian las cosas.

Además de Gallo rojo haces una versión de Los ejes de mi carreta.

Lo conocí no por su autor Atahualpa, sino por Alberto Cortez. Es uno de los temas favoritos de mi padre. Me gusta la canción de autor tradicional. Creo que es algo de lo que hay que beber… Ahí están Silvio, Víctor Jara, Paco Ibáñez, que acercó la poesía… Sí, me gusta la canción de autor clásica. Y me interesa la búsqueda de la justicia.