Semana Santa

Viernes Santo en Lorca: El cielo lloró pétalos al paso de la Amargura

La ‘Reina de los claveles’ procesionó en un cortejo repleto de bordados declarados Bien de Interés Cultural

Las lágrimas caían, anoche, en forma de pétalos. Pétalos de las flores que una a una los más pequeños del Paso Blanco han deshojado en los últimos días para brindárselas a la Santísima Virgen de la Amargura en este día. Pero también muchas otras que cientos de blancos han preparado con cariño y mimo para lanzárselas desde ventanas y balcones a su paso.

La carrera se convertía en una alfombra de pétalos de rosas, claveles… por la que desfilaban los costaleros del trono portándola a Ella en ‘volandas’. Despacio, muy despacio, fue llevada por la arteria principal de la ciudad mientras a su paso le gritaban vivas, recordándole que es la ‘Reina de los claveles’. Y las emociones se desbordaban y lloraban a su paso, pero también los costaleros no podían reprimir las lágrimas al ver tanto cariño, tanto amor, tanta pasión.

Y repleto de claveles iba su trono. Unos claveles reventones ideados para ella con su nombre. Pero muchos otros llegaban hasta la Virgen después de haber sido abrazados y besados durante horas a la espera de ese instante mientras el trono desfilaba ante ellos. El desfile por la carrera fue el punto y seguido a una historia que se repite cada año, pero que no por verla una y otra vez tiene siempre el mismo guión. La Virgen anoche se mostraba bellísima en su trono de andas. El palio se mecía suavemente mientras los costaleros desfilaban. Y todos a su paso se levantaban para ver, de nuevo, a la Virgen de la Amargura, a la ‘Virgen Guapa’ que no volverá a procesionar hasta el próximo Viernes Santo.

El cortejo de la Virgen de la Amargura lo abría el estandarte de la Oración en el Huerto. El conocido también como ‘Paño de las Flores’, por la orla que enmarca la figura principal de Jesús orando en el Huerto de los Olivos, es una pieza declarada Bien de Interés Cultural. Fue dirigida por Emilio Felices y participó en la exposición Universal de Sevilla en 1992. Es un auténtico jardín en flor con crisantemos, la flor de la pasión, la del azafrán, rosas, claveles, girasoles, lirios, dalias, azucenas, geranios, pensamientos y malvas, que abrían el paso al trono de la titular del Paso Blanco.

Escoltando al trono de la Amargura, los Misterios del Rosario, que fueron ejecutados bajo la dirección artística de Antonio Felices Iglesias y Santiago Cruz Pallarés.

Escoltando al trono de la Amargura, los Misterios del Rosario, que fueron ejecutados bajo la dirección artística de Antonio Felices Iglesias y Santiago Cruz Pallarés. / Pilar Wals

Detrás, el estandarte de la Virgen de la Amargura en el que aparece la imagen en la parte central. Un bordado en sedas que dirigía Manuel Muñoz Barberán en 1973. Años después, en 1982, el mismo artista dirigía las dos cenefas bordadas en oro que enmarcan el paño. Escoltando al trono, los Misterios del Rosario, que fueron bordados entre 1987 y 1989 sobre terciopelo con sedas de colores e hilos de oro en canutillo bajo la dirección artística de Antonio Felices Iglesias y Santiago Cruz Pallarés.

El conjunto representa los quince misterios del Santo Rosario. Aparecen en tres grupos diferenciados por el color del terciopelo y las variaciones de la estética gótica a lo largo del tiempo: de color morado los misterios dolorosos inspirados en el gótico primitivo; en granate los misterios gozosos en gótico avanzado y en terciopelo verde los misterios gloriosos en gótico isabelino.

El presidente del Paso Blanco, Ramón Mateos Padilla, procesionó ante el trono de la Virgen de la Amargura.

El presidente del Paso Blanco, Ramón Mateos Padilla, procesionó ante el trono de la Virgen de la Amargura. / Pilar Wals

Y cerrando el cortejo los Mayordomos de la Virgen de la Amargura junto a los que desfilaba la presidenta del Coro de Damas de Nuestra Señora la Virgen de la Amargura, María Jesús Pérez Periago, de riguroso luto y con un rosario blanco. Los mayordomos que la acompañaban son de cuatro estilos diferenciados, románico, gótico, mudéjar y barroco. Se comenzaban a bordar en el año 2000, siendo la creación, dibujo, diseño y dirección general de Antonio Felices Iglesias y la dirección artística de Santiago Cruz Pallarés y Eduardo Montesinos Pérez-Chirinos.

La imagen del imaginero murciano José Sánchez Lozano lucía el manto con mayor superficie bordada de cuantos desfilan en la procesión, siendo imposible percibir por ningún lado la tela sobre la que se bordó, siendo un inmenso tapiz. El manto, junto con los cuatro paños del palio, está declarado Bien de Interés Cultural. La joya, de tres metros y medio por cuatro y medio, está bordada en raso, sedas e hilo de oro en canutillo. La dirección artística la llevaban a cabo Emilio Felices Barnés y José Cánovas Hernández, entre 1915 y 1925.

La presidenta del Coro de Damas de la Virgen de la Amargura, María Jesús Pérez Periago, acompañaba a la imagen junto a los Mayordomos de la Virgen de estilo románico, gótico, mudéjar y barroco.

La presidenta del Coro de Damas de la Virgen de la Amargura, María Jesús Pérez Periago, acompañaba a la imagen junto a los Mayordomos de la Virgen de estilo románico, gótico, mudéjar y barroco. / Pilar Wals

Acompañando a la Amargura, el presidente del Paso Blanco, Ramón Mateos Padilla, que portando la banda de presidente desfilaba a pocos metros del trono de la Virgen. Pero si emotivo fue su paso por la carrera principal, no lo fue menos por la secundaria, después de una salida procesional de la Capilla del Rosario de las más multitudinarias que se recuerdan.

La Santísima Virgen de la Amargura, a hombros de sus costaleros, al paso por la Presidencia de la carrera principal de la Semana Santa lorquina.

La Santísima Virgen de la Amargura, a hombros de sus costaleros, al paso por la Presidencia de la carrera principal de la Semana Santa lorquina. / Pilar Wals

Un mar de fieles y devotos acompañaban al trono desde el conjunto monumental de Santo Domingo hasta la Plaza del Óvalo y, de nuevo, hacían lo propio desde Floridablanca hasta las puertas de la Capilla del Rosario. Allí, en su recogida se desataban las pasiones y los gritos de vivas se repetían una y otra vez hasta hacer ahogar las gargantas en llanto. En el interior los costaleros se abrazaban tras cruzar con la ‘Virgen Guapa’ en umbral de templo. Alegría por volver tras triunfar por la carrera, pero tristeza porque aún quedan trescientos sesenta y cinco días para verla nuevamente recorrer las calles de la ciudad junto a sus hijos blancos.