Opinión | Crónica desde: Estambul

Adrià Rocha Cutiller

Cada construcción revela una reliquia del pasado

En el subsuelo de la gran megalópolis turca, construida sobre la antigua ciudad de Constantinopla, habitan miles de reliquias históricas aún por descubrir

Restos arqueológicos hallados bajo la estación de Haydarpasa, en Estambul.

Restos arqueológicos hallados bajo la estación de Haydarpasa, en Estambul.

Con la llegada del buen tiempo, todo estambulí desespera. Llega la primavera, sí, y por fin el cielo invita a pasear por la orilla del Bósforo, a ver el atardecer sobre la península histórica de Fatih, la antigua Bizancio. Pero con la llegada del buen tiempo, llegan los problemas: empieza la temporada de obras y construcción en la ciudad, y todo se congestiona. Vivir en Estambul, sobre todo en verano, es un sufrir de ruido de obras constante, de buscar la mejor ruta para ir a un lugar teniendo en cuenta no solo la distancia a recorrer, sino el tráfico, que nacerá espontáneamente; los cortes de carretera, los cambios forzados de carril, los tiempos de espera y los transbordos repentinos.

Es algo que ocurre en todas las grandes ciudades del mundo que viven en una metamorfosis y crecimiento constantes. Pero Estambul lo sufre más que todas las demás. Casi sin excepción, cuando se plantea una gran remodelación, sobre todo en el centro de la ciudad, y empiezan las tareas, todo tiene que parar. Estambul está situada encima de la antigua Constantinopla, que se situó encima de la antigua Bizancio. En el subsuelo de la gran ciudad turca habitan, enterradas, miles de reliquias históricas aún por descubrir

«Nosotros no somos los propietarios de esta ciudad», dijo el mes pasado el alcalde de Estambul, Ekrem Imamoglu, en la apertura de un nuevo museo arqueológico digital: «Nosotros, los estambulís, somos los guardianes de su patrimonio». 

Para la mayoría del mundo, la historia antigua es algo que se vive y se ve de lejos, algo sin mucho efecto en la actualidad que solo se encuentra enterrado en los libros. Pero para los habitantes de Estambul, la historia antigua de la ciudad es, por el contrario, algo que impacta a la hora en la que uno debe levantarse por la mañana para ir a trabajar. Los ejemplos abundan. 

Estación cerrada

En 2010, la famosa estación de Haydarpasa, en la orilla asiática de Estambul, tuvo que cerrar por un enorme incendio que devoró todo el techo del histórico edificio, construido a principios del siglo XX: era desde Haydarpasa desde donde partía la segunda ruta del Expreso de Oriente, el famoso tren que unía París y Estambul, y seguía hacia Teherán y Bagdad.

Así, tras el incendio, la estación cerró. Las obras tenían que durar, a lo máximo, un par de años. Pero al levantar las vías de tren, los operarios descubrieron los restos arqueológicos nunca encontrados de la antigua ciudad griega de Kalkedón. Todo paró. Haydarpasa, a día de hoy, 14 años después del incendio, sigue aún cerrada.

«Encontramos un área arqueológica muy grande, de hasta 300 metros cuadrados, donde hemos hallado porcelanas y monedas de hasta el siglo IIIX a.C.», explica Mehmet Ali Polat, un arqueólogo que ha trabajado en las excavaciones de Haydarpasa. «Nuestra mayor dificultad fue el tener que levantar todas las vías y la terminal de pasajeros antigua, que estaba justo encima de las ruinas. Pero el hecho de que en esta zona no hubiese más edificios y viviendas a parte de la estación ha hecho posible este hallazgo. Si no, hubiese sido imposible», continúa Polat.

«Toda Estambul ha sido construida encima de miles de años de historia, que ha quedado sepultada bajo la ciudad actual. Probablemente nunca lleguemos a desenterrar ni una cuarta parte de todo lo que se esconde bajo Estambul, pero en el caso de Haydarpasa podemos decir que la suerte nos ha traído un gran descubrimiento. Hemos desenterrado más de 10.000 monedas, y la más antigua, de hecho, data del siglo V a.C.», explica Polat, que busca mantener el optimismo.

Cuidado con donde pisas

Hay más: en 2021, el ayuntamiento de la ciudad empezó las obras para una nueva estación de metro en el céntrico barrio de Besiktas, en la orilla europea de Estambul. Al empezar a excavar, la historia se repitió: cerámicas de más de 5.000 años de antigüedad. La línea de metro tuvo que cambiar ligeramente de ubicación, y la avenida que fue agujereada, uno de los lugares con más tráfico de toda la ciudad, ahora es un infierno para todo conductor y viandante que no quiera quedarse atrapado. 

«Este hallazgo nos ayudará a entender mejor el pasado antiguo de nuestra ciudad», dijo entonces Imamoglu: «Así que hemos cambiado los planes iniciales, y plantearemos una estación de metro en la que los pasajeros, mientras bajen al subsuelo, puedan ver con sus propios ojos todos estos restos arqueológicos». Si no puedes con el enemigo, únete a él. 

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