Opinión | Salud y Rock 'n' roll

Orines y señoros

Murcia el día del Bando, con más de 200 asistencias por alcohol, en su mayoría a gente muy joven, y convertir la ciudad en un vertedero, no sé si es lo que debería ser

Suciedad en los botellones durante el Bando de la Huerta.

Suciedad en los botellones durante el Bando de la Huerta. / Juan Caballero

¿Lo oyen? Es el silencio tras el ruido de los ‘cobetes’, los pitos, las batucadas y esas disco-móviles sardineras con altavoces que ni en el Warm Up en el escenario de nuevos talentos. Por fin han acabado las Fiestas de Primavera en la ciudad de Murcia. Para los que no lo sepan, tras la Semana Santa Murcia disfruta de sus fiestas más esperadas, un combo de tradición huertana, barracas con comida típica, desfiles, sardineros, batucadas y un certamen de tunas todo agitado y mezclado, que da un resultado bastante estridente, pero que llena las calles de gente de todas partes de la Región y de fuera.

Toda fiesta popular conlleva excesos, pero creo que se han superado muchos límites desde hace unos años para acá. En otros tiempos las he vivido y disfrutado; he sido adolescente y me he metido de lleno en unas fiestas que forman parte de la ciudad en la que me he criado parte de mi vida, pero no sé en qué momento se ha desvirtuado tanto que se ha convertido en algo que no puedo aplaudir, y que me hace querer desaparecer de la ciudad.

Empecemos por el Bando de la Huerta, martes festivo en la ciudad de Murcia que ensalza la huerta y sus tradiciones. Un día en el que toda la ciudad se inunda de huertanos y huertanas que toman las calles para disfrutar de uno de sus días más esperados. La mañana siempre me ha parecido muy agradable para salir con amigos a tomar el aperitivo y disfrutar, pero conforme pasan las horas, no hay plaza ni calle que no se convierta en un gran botellón desfasado sin control. Orines por todas las calles, a pesar de los baños portátiles, sus charcos y tremendo olor son los grandes protagonistas, junto con las toneladas de basura que generan los cientos de botellones que llenan las calles. No sé en qué momento se nos fue de las manos y este día festivo y colorido se ha convertido en algo sórdido y nada apetecible. Lo único que salvo de este día es el desfile de la tarde con las carrozas de las peñas huertanas que salen a ofrecer productos de la tierra y a contarnos cómo se vivía tiempos atrás. Y mientras esto sucede, en otras zonas de la ciudad todo muta a alcohol, gente muy joven, y no tan joven, sin ningún civismo destrozando la ciudad, porque todo vale, no pasa nada ¡es una vez al año! A lo que yo respondo que se puede disfrutar de un día festivo, sin convertir Murcia en una pocilga sin control.

Pero la cosa no acaba aquí. Al día siguiente, la ciudad, tras el trabajo impecable de los servicios de limpieza del Ayuntamiento, amanece limpia, pero con un olor difícil de digerir. Los huertanos le dan el testigo a los sardineros y con ellos llegan cuatro días de más ‘cobetes’, desfiles cada vez con itinerarios más largos, mezclando la huerta con la sardina y los tunos, llegando al cenit de las fiestas el día del Entierro de la Sardina, cuando la ciudad de Murcia vuelve a colapsar de orines, alcohol y basura, pero no pasa nada ¡es una vez al año!

Hablemos del Entierro de la Sardina y del concepto de los sardineros; conozco a algunos a los que aprecio y respeto por querer que sea una fiesta sana, divertida y donde se ponga en valor la labor social que realizan acudiendo a hospitales y residencias, repartiendo juguetes, pero queda mucho por hacer en cuanto a inclusión se refiere mientras ninguna mujer pueda subirse a una carroza, y sean sólo relleno en los desfiles, seguirá oliendo a rancio. Queda mucho por hacer mientras las nuevas generaciones de chicas que llegan a formar parte de esta fiesta sean las que arrastran los carritos de las bebidas y juguetes de los señoros con capa que siguen siendo los amos de la ciudad durante cuatro días. Una fiesta sin valores, que acepta patrocinios de casas de apuestas en desfiles que ven cientos de niños y niñas, donde el mundo se vuelve loco por un puñado de plástico que tiraran en dos semanas, y que no aporta nada. Bueno, a la única que le aporta es a la hostelería y desde aquí mi aplauso a todos y todas las que han trabajado tras una barra en barracas, bares y restaurantes en estos días de caos y desenfreno. Gracias por la paciencia.

Murcia el día del Bando, con más de 200 asistencias por alcohol, en su mayoría a gente muy joven, y convertir la ciudad en un vertedero, no sé si es lo que debería ser. Murcia en primavera debería de ensalzar las tradiciones con civismo y educación, y no por ello no ser un día festivo y alegre. Murcia en los días de la sardina y los sardineros debería sacudirse el machismo, y repensar una fiesta que huele a rancio.

Por favor, si puede ser que intentemos celebrar unas fiestas sin pirotecnia, otra Murcia es posible.

Haters a mí.

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