Opinión | La Feliz Gobernación

Teodosio el Grande, martillo de herejes

López Miras, defensor de la única religión verdadera de la derecha, el PP, contribuyó decisivamente a erradicar la peligrosa herejía arriana del centrismo, Ciudadanos, que negaba la naturaleza divina de la gaviota, y se halla en pleno proceso de hacer lo propio con los paganos de Vox, que, como en tiempos de su par Teodosio, se apalancan en las zonas rurales

López Miras, este viernes en Lorca al frente de una de las cuadrigas.

López Miras, este viernes en Lorca al frente de una de las cuadrigas. / L.O.

Los emperadores romanos se dividieron entre los que, primero, persiguieron a los cristianos en defensa de los paganos, y los que, después, persiguieron a los paganos y a los herejes en defensa de los cristianos. Teodosio I el Grande fue de estos últimos, de hecho se desempeñó con gran entrega y saña. Cuando Fernando López Miraseligió o le eligieron este personaje para que lo representara el Viernes de Dolores en el desfile bíblicopasional de Lorca debió tener en cuenta la fácil alegoría a que se exponía, pues no hay caracterización o disfraz que deje de expresar carácter y voluntad.

En efecto, López Miras, defensor de la única religión verdadera de la derecha, el PP, contribuyó decisivamente a erradicar la peligrosa herejía arriana del centrismo, Ciudadanos, que negaba la naturaleza divina de la gaviota, y se halla en pleno proceso de hacer lo propio con los paganos de Vox, que, como en tiempos de su par Teodosio, se apalancan en las zonas rurales, protegidos por una potente reserva de aristócratas que no están dispuestos a dejar de adorar a dioses grecorromanos como Ceres (diosa de la agricultura, el crecimiento de las plantas y las buenas cosechas), las Oceánidas, Poseidón, Neptuno y otros soberanos de mares y ríos.

La historia acaba con que Teodosio también liquida a estos resistentes, aunque el éxito no fue completo, pues dejó dividido entre Oriente y Occidente al que bajo su brazo era el Imperium unificado. Cuidado con las figuras metafóricas. Después de la apoteosis viene, según Chiquito de la Calzada, la ‘caídita del Imperio Romano’.

Antes de subirse a la cuadriga blanca para atravesar al galope la carrera procesional lorquina, el presidente murciano había recibido en San Esteban con motivo del Día del Agua a su colega de la Comunidad Valenciana, Carlos Mazón, con quien mantiene, además de la política, una relación muy amistosa. Una nueva cumbre («Por un Pacto Nacional del Agua») que reedita intermitentes escenografías al respecto, y que intenta retomar la cuestión hídrica como base fundamental de la política regional para evitar que esa reivindicación se desplace a los dominios de Vox. En su día, el PP capturó la bandera de los trasvases que dejó tendida el PSOE, y ahora intenta tenerla de nuevo en exclusiva, o al menos enarbolarla por su iniciativa antes de que Vox, por su insistente iniciativa, se la arrebate.

Sin embargo, respecto a otras cumbres similares se echó en falta la presencia de Juanma Moreno Bonilla, concernido también por el Tajo-Segura, aunque solo parcialmente en el conjunto de la extensa Comunidad andaluza. Tal vez sea que Moreno no ha tenido que pactar con un Vox insistente en los capítulos que le obsesionan, y tendría otras urgencias a las que atender.

Quien no faltó a la cita, aunque no estaba invitado, fue el presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page. Lo hizo de manera virtual para amenazar con instrumentar sentencias del Supremo que le favorecen en cuanto a la distribución del agua del Tajo, sugiriendo que si las Comunidades de Mazón y López Miras se ponen estupendas, él reaccionará en consecuencia. Véase que el barón socialista que pasa por ser el verso suelto de Pedro Sánchez respecto de sus pactos con los independentistas se inviste de nacionalista castellanomanchego a poco que se le pinche. Pero esto es algo que está en el guion.

La apelación a un Pacto Nacional del Agua (meritorio epígrafe del programa de Feijóo que quedó aparcado con su fallida investidura) es un canto al sol, y lo saben los presidentes valenciano y murciano. No está en la hoja de ruta del Gobierno central ni se espera que lo esté, de manera que esta teatralización se produce a efectos de política territorial interna. De hecho, los medios nacionales que se interesaron por la cumbre de San Esteban reprodujeron solo lo que les interesaba: las valoraciones de ambos presidentes sobre el clima de crispación y los casos Koldo y Ayuso. Ni una palabra sobre la cuestión agua.

A pesar de que Vox, desde el Gobierno regional, no pica bola en lo relativo al agua, su Grupo Parlamentario ha activado la reforma de la Ley del Mar Menor y la defensa del Tajo-Segura es su consigna permanente. Los abascales no renuncian a nada de lo que constituye su programa básico: lo último es su rebelión ante al reparto de menores migrantes no acompañados entre Comunidades autónomas, tras lo acordado para evitar la enorme presión que se produce en Canarias por la masiva llegada de pateras, que colapsa los servicios de acogida en las islas. No parece que Vox tenga voluntad de mantener una convivencia pacífica en el Gobierno regional. De momento, López Miras evita el conflicto, no responde públicamente a las iniciativas de sus socios, pero toma otras para controlar la expansión, en sectores electorales compartidos, de las ‘políticas fuertes’ del partido a su derecha.

No parece que Vox tenga voluntad de mantener una convivencia pacífica en el Gobierno regional. De momento, López Miras evita el conflicto, no responde públicamente a las iniciativas de sus socios, pero toma otras para controlar la expansión, en sectores electorales compartidos, de las ‘políticas fuertes’ del partido a su derecha

A la vez, la reproducción de la alianza de lsa comunidades de Valencia y Murcia constituye un intento de introducir más cuestiones incómodas en la agenda del Gobierno central en un momento en que éste se encuentra cercado por la exigencia de nuevos acuerdos con los independentistas como el que éstos le exigen en el orden fiscal y financiero en la antesala de las elecciones catalanas y con la perspectiva, cuando llegue el momento, de la aprobación de los Presupuestos para 2025. El PSOE, inicialmente, ha rechazado la bilateralidad con Cataluña para otorgarles una suerte de ‘cupo vasco’, pero como señalan Puigdemont y Aragonés, «lo mismo dijeron sobre la amnistía». ¿Quién puede creer ya a los socialistas cuando aseguran «por ahí no pasamos»? Sacar a relucir el Pacto Nacional del Agua en este contexto puede contribuir a ilustrar que el Gobierno central solo impulsa aquellos pactos a los que se ve forzado para su propia supervivencia. Y que si los independentistas tienen la llave de la gobernabilidad el PP también puede ejercer su fuerza desde la hegemonía que mantiene en la mayoría de las Comunidades; otra cosa es que, en cuanto al agua, no todas comparten el mismo modelo.

Por otro lado, para los populares de la Comunidad Valenciana y de la Región de Murcia la pancarta del agua les sale sola cuando en Moncloa se instala el PSOE. La última vez que se llevó a cabo un pacto con Gobierno nacional del PP, el famoso Memorándum, los receptores del trasvase vieron reducidos en 400 hectómetros cúbicos los excedentes trasvasables de la cuenca. Casi podría decirse que es mejor no meneallo.

Volviendo a Teodosio, parece que ser presidente de Comunidad Autónoma es un oficio que no requiere ensayo: te ponen al frente de la primera empresa de la Región y allá te las apañes; se supone que vas aprendiendo y madurando con el tiempo. Pero conducir una cuadriga al galope por una avenida rodeado de miles de personas precisará, digo yo, de algún entrenamiento previo. ¿A qué dedica el tiempo libre? decía Perales. Lo hace muy aparentosamente, entre otras cosas porque da el físico. En realidad, en ese aspecto le pegaría más interpretar a Nerón, pero éste pertenece a los azules, la otra parte del Imperio. Sin embargo, el entrenamiento no ha sido completo, pues no resulta ortodoxo que los personajes de la carrera, como hizo él, se jaleen a sí mismos, o a su Paso, cuando para eso está el populus de las tribunas. Éstas, tan entregadas al efecto sorpresa, le cantaron «pre-si-den-te», «pre-si-den-te», sin reparar en que, si vas de emperador, que te llamen presidente es una rebaja de grado.

En todo caso, lo que corresponde a estos efectos es que, como en La vida de Brian, cuando alguien pregunte qué han hecho por nosotros los romanos se le pueda ofrecer una respuesta satisfactoria.

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