Todo por escrito

Esta semana

Gema Panalés Lorca

Gema Panalés Lorca

Me ha venido a la cabeza una frase que me dijo mi compañero hace muchos años: «Quien no sabe darse órdenes a sí mismo está condenado a recibirlas de los demás». Desde la pandemia, los Gobiernos de uno y otro color le han cogido el gusto a tratarnos como a niños: ‘quédate en casa’, ‘lávate las manos’, ‘ponte la mascarilla’... Los ciudadanos somos menores de edad a los que hay que regañar. Nos hacen sentir culpables por el mero hecho de enfermar o tener que ir al médico. Como si esa actitud paternalista pudiese ocultar el caos sanitario generalizado. Las instituciones deberían empezar por ordenarse a sí mismas.

Mi propósito de año nuevo es desengancharme del móvil. La primera semana fue muy bien, pero esta segunda he tenido una recaída. He conseguido pasar de algunas Apps, pero me he enganchado a otras. En Pekín me hice adicta porque tenía que usarlo para todo: pagar, coger el transporte público, comprar comida, poner la lavadora y hasta beber agua, el summum de la infantilización Estado-pueblo. Lo que a mí me funciona: dejar el teléfono en otra habitación, silenciar las notificaciones (o desactivarlas), leer en papel y saber de antemano que es una batalla perdida. Los chinos dicen que «es mejor perder un ojo que perder el móvil». Espero no llegar a tanto. 

Los informativos abren con las cesiones de Sánchez a Junts: la delegación de las competencias en inmigración y la propuesta de sancionar a las empresas catalanas que se marcharon con el ‘procés’. «Los independentistas van a tensar la cuerda todo lo que puedan», dice un tertuliano por la tele, «y no para conseguir prebendas para Cataluña sino para que salte todo por los aires». Hago zapping. Están poniendo Batman. Alfred le dice a Bruce Wayne: «Algunas personas solo quieren ver arder el mundo». Se refiere al Joker, no a Puigdemont, claro.

Mi hernia ha regresado con fuerza esta semana. El dolor es la toma de conciencia. Sabes que te duele algo (en un sentido físico) cuando eso que antes te pasaba inadvertido adquiere un protagonismo constante. Mi espalda es ahora el centro de mis pensamientos, un nuevo cerebro que me obliga a percibir la realidad desde su perspectiva. Sobre la conciencia y el dolor (emocional) acabo de leer una reflexión en Frankestein que no puede ser más acertada (se la dice la criatura a su Creador): «A veces deseo sacudirme todas las ideas y todos los sentimientos, pero he aprendido que solo hay un modo de superar la sensación de dolor, y es la muerte». Sufrimos, luego existimos. Pero hoy es sábado. ¡Alegría! 

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