La balanza inmóvil

Espías

Para espía casero, desde luego, no hay otro como el hijo del mejor domador de fieras de todos los tiempos

El rey emérito, Juan Carlos I, y Bárbara Rey

El rey emérito, Juan Carlos I, y Bárbara Rey / L.O.

Después de oír las declaraciones del hijo de María (Bárbara) acerca de los chantajes a Juan (rey Juan Carlos), haciéndoles fotos a escondidas por orden de su madre, siendo un niño de 12 años, que ya tiene bemoles el asunto, no me extraña que el ahora ya un hombre esté vomitando por la tele todo el asco que lleva dentro. Y me trajo a la memoria ese espionaje varias cosas. Una, cuáles han sido los espías más célebres en la historia de la humanidad. Otra, la reciente noticia de dos espías del CNI detenidos en España por filtrar información secreta a EE. UU. Y una tercera, la conexión del CNI con las infidelidades del rey demérito. Odia al delito y compadece al delincuente, decía ya hace dos siglos Concepción Arenal. O lo que es igual: detrás de cada delito, hay un móvil. Bien sea de venganza, bien sea de poder, o bien sea el dinero. No hay más. Si ya es difícil y puedes acabar con úlcera de estómago, cuando no con un infarto de miocardio, si llevas una doble vida amorosa, aún debe ser mucho más complicado y peligroso cuando engañas no a una sola persona, sino a todo un país, filtrando sus secretos. Los espías más famosos, fueron Mata Hari, que espió desde París -usando aquello ante que los hombres claudican casi siempre- para Alemania durante la Primera Guerra Mundial. La fusilaron en el año 1917. El español Juan Pujol (nada tiene que ver con la familia del mismo apellido -o no, no lo sé-, que se llevaba dinero a Andorra, y con un poco de suerte serán también amnistiados) que espió para Gran Bretaña y fue tan bueno que Alemania le dio la Cruz del Hierro y el Reino Unido le hizo miembro de la Orden del Imperio Británico. Pues bien, cuando creíamos que esto de los espías desde la guerra fría entre URSS y EE. UU. había bajado de tono, resulta que no, pues a veces aparecen unos espías caseros, como eran los que daban cobertura al rey demérito en sus devaneos, y otros que, supongo que por pasta (la jodienda y la ganancia no tienen enmienda), acaban de ser detenidos y metidos en la trena, al menos a uno de ellos, por trabajar para EE. UU

Ya tiene narices que un país aliado de España nos espíe y paguen a miembros de la inteligencia española para que le chiven secretillos que tenemos los españoles. Ahora, esos secretillos los desvelamos en Suiza o Bélgica a los prófugos de la justicia, pagando nosotros los gastos. Fue el propio Centro Nacional de Inteligencia -cuya misión por ley es la de proporcionar al Gobierno la información e inteligencia necesaria para prevenir y evitar cualquier amenaza que afecte a la independencia e integridad de España, los intereses nacionales y la estabilidad del Estado de Derecho y sus instituciones- el que ha denunciado los hechos. Como se pruebe, se enfrentan los chivatos a un delito de revelación de secretos, castigado con una pena de uno a cinco años de prisión como mínimo, pero como sea un delito de traición, la pena sube hasta 6 a 12 años de cárcel. Esto confirma la sospecha de que el enemigo está siempre dentro de casa, o entre tus amistades o conocidos. Lástima que aquellos agentes que sirvieron a un rey que no se lo merecía, no hayan sido investigados.

Pero para espía casero desde luego no hay otro como el hijo del mejor domador de fieras de todos los tiempos. Se imaginan ustedes, si es verdad lo que ha contado, que tiene toda la pinta de que lo es, a un niño de 12 años haciendo fotos desnudas a su madre chingando con el rey. Rebelando esas fotos y guardándolas. Ver a su padre bebido o drogado. Presenciar gritos, malos tratos, peleas y golpes. Mi respeto a este hijo. Bastante bien está después de todo lo pasado en su niñez. Fue un espía a la fuerza, para que, tras tres presuntos chantajes, su madre recibiera una importante cantidad de dinero mensualmente, y volviera a trabajar en la televisión pública, según manifestó el hijo de ambos. 

Ha superado al Paquirrín de otro tiempo, que puso también a su madre a parir en la misma televisión privada de siempre. Solo tienen una cosa en común los dos, y es que a ambos sus madres les hicieron ser avalistas de préstamos, entre otras cosas, y eso duele en el corazón y en el bolsillo. Pero lo del hijo de María y de Ángel supera cualquier historia de espías más vomitiva.

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