Hablando al aire

La utopía compartida

Antonio Balsalobre

Antonio Balsalobre

A Joaquín Sánchez y a Fernando Bermúdez, ambos sacerdotes, los conocemos por sus obras. Por sus buenas obras. Por su inquebrantable defensa de los más desfavorecidos. Cuando no en las prisiones, en los desahucios, cuando no en los campos de refugiados, en las tierras más empobrecidas de América Latina. También sabemos de ellos por lo que escriben. De hecho, Joaquín y yo somos vecinos de página en este diario. Ambos acaban de publicar un libro, La utopía compartida, en forma de intercambio epistolar, para seguir, como aquel que dice, removiendo conciencias. Anoche lo presentaron en Cieza, en el Club Atalaya-Ateneo de la Villa, y tuve el honor de acompañarlos. Bajo este hermoso título, Joaquín y Fernando nos hablan de utopías, de las buenas. En sus cartas se interpelan, nos interpelan con preguntas existenciales, económicas, políticas, sociales, porque a pesar de creer en el Reino de los Cielos -o precisamente por ello, en su caso-, nada de lo humano les es ajeno. De ahí que clamen con profunda convicción por «la justicia, la paz, la libertad, la fraternidad, la sororidad, el perdón o la reconciliación», que son posibles, nos dicen, en «esta humanidad sepultada por las guerras, la injusticia, la desigualdad, el racismo y la avaricia».

¿Un libro de reflexión, de pensamiento? Sin duda. Pero no un tratado de especulación metafísica. Ambos son sacerdotes, sí, pero más de calle y de gente que sufre que de púlpito. Utopía compartida, pues.

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