A pijo sacao

No sabemos si la economía mejora o empeora

Dionisio Escarabajal

Dionisio Escarabajal

Thomas Carlyle ya dijo que la economía era una ciencia triste, dadas las predicciones catastróficas de su contemporáneo Thomas Malthus, que predijo una hambruna universal debido al crecimiento exponencial de la población. Después fue Samuelson, un economista contemporáneo, quien ratificó la calificación de ciencia melancólica para la economía, dado en esta ocasión al inevitable desencuentro entre recursos públicos disponibles y el ansia de bienestar de los contribuyentes en general.

Una vez pasadas las elecciones generales, con sus inyecciones de adrenalina presupuestaria en forma de subida espectacular de las pensiones para animar a esa gran porción de votantes que acude siempre a las urnas y que justifica en gran parte el éxito de un Gobierno francamente disfuncional en lo político, nos enfrentamos a un período de incertidumbre en el que la economía mundial, europea y española, adolecen de falta de claridad en sus perspectivas inmediatas. 

La mejor noticia es que no habrá Gobierno para muchos meses, con el consiguiente efecto benéfico que ello conlleva

La Bolsa americana subió espectacularmente hace una semana porque los beneficios de las grandes empresas en el segundo trimestre han sido francamente buenos, pero se ha dado un buen coscorrón cuando Fitch ha bajado el ráting de la deuda americana, por la incertidumbre en la financiación de la ampliación de la deuda pública. Y vuelve a subir porque las tensiones inflacionistas parece que se van relajando mes a mes, con la convicción subsiguiente de que los tipos de interés no subirán. 

En Europa, la cosa parece también estar mejorando, aunque la gran economía del Continente, Alemania, ha tenido resultados bastante pobres, y se teme una caída progresiva aún mayor debido a la debilidad de su gran mercado de referencia, que es China.

En cuanto a España, la mejor noticia es que no habrá Gobierno para muchos meses, con el consiguiente efecto benéfico que ello conlleva, como demostró el último interregno de gobernación en funciones entre las dos elecciones generales anteriores a esta última. Nada mejor para las empresas que operar sin sorpresas en las reglas de juego a las que nos tienen tan acostumbrados los políticos de turno en su afán de dejar huella.

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