Opinión | Lo veo así
El triunfo de Salvador Illa y Pedro Sánchez
Las elecciones catalanas han sido vividas, en el resto de España, con una extraña sensación de inquietud. Las declaraciones de Puigdemont, un día sí y otro también, no hacían más que subir el grado de alarma de los ciudadanos, que temían otra repetición del espectáculo del 2017, con sucesos en la calle y con los coches de la policía en un ir y venir por las avenidas de Cataluña, mostrando un panorama de enorme intranquilidad en una sociedad claramente dividida.
Pues bien, se han celebrado las elecciones y se ha producido un cambio muy acusado en la correlación de fuerzas políticas que, a partir de ahora, estarán representadas en el Parlament. El triunfo de los socialistas catalanes, junto a la desaparición como fuerza hegemónica del independentismo catalán, abre un camino diferente en el futuro de la política y de la sociedad catalana.
Es el tiempo de gobernar para una sociedad que, desde que el independentismo apareciera de una manera feroz, no sabe de tranquilidad ni de una buena gobernanza por parte de los que tienen la responsabilidad de ello. Y aquella comunidad, que encabezaba todos los indicadores de bienestar, pasó a un segundo plano, porque hace tiempo que dejaron de gestionar para dedicarse a esas cosas de la independencia. Algo a lo que los votantes catalanes dijeron el domingo que no, porque los partidos no independentistas sumaron en la noche electoral el 54% de los votos, gracias, sobre todo, a Salvador Illa, un hombre tranquilo y respetuoso.
Y hemos visto y escuchado reacciones de todo tipo sobre estos resultados, para quedarnos con el espacio de Carlos Alsina, Más de uno, en Onda Cero, que hablaba del cambio: el cambio significativo en el panorama político catalán, afirmando que «la Cataluña actual no es independentista» y diciendo cosas como que «en 2024, gobernando Sánchez, habrá que reconocerle su parte de responsabilidad en que el independentismo se haya desinflado». Sí, pierde el independentismo catalán, y algo ha tenido que ver en ello Pedro Sánchez.
Y no está mal que se reconozca algo así, porque lo cierto es que algunos medios de comunicación españoles de nuevo cuño no están siendo especialmente generosos con Sánchez. Yo diría que (alguno de ellos) han caído en una mezquindad insoportable. «Yo decía que, si continúa, que se prepare, porque su fin va a ser más trágico. No sé cómo, ni dónde, ni por qué, pero este hombre ha comprado los boletos para terminar su carrera política de la forma más trágica posible, porque va a llevar la situación a tal extremo, y dentro de su perfil psicológico va a forzar tanto la máquina que esto va a acabar mal». Es decir, este periodista que dice esto en El Debate es también, al parecer, psicólogo. Y se atreve a hablar de lo que le puede ocurrir a un personaje que, según él, tiene esas ‘características psicológicas’. Pues bien, este hombre fue director de un medio serio.
Por cierto, se presenta el momento ideal para que el PP demuestre, apoyando a Illa, el mismo sentido de Estado que, por ejemplo, tuvo Rubalcaba cuando ayudó, en 2011, a la investidura de Mariano Rajoy ¿O prefieren que gobiernen los independentistas? ¿Qué continúen enredando la vida catalana? No lo creo, porque teniendo en cuenta las cosas que vienen diciendo en campaña, y antes de ella, sobre la no constitucionalidad del Gobierno de Sánchez y no sé cuantas cosas más, yo creo que sería el momento de demostrar el alto sentido de Estado que se les supone e impedir con sus votos a Illa el asalto de los independentistas al Gobierno de Cataluña, o la repetición de unas elecciones que solamente convienen al señor Puigdemont.
Sí, yo creo que es el momento para que el PP demuestre que su pregonado ‘sentido de Esta
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