La Feliz Gobernación

Bella con alma

La murciana Athenea Pérez, recién coronada como Miss Universo de España.

La murciana Athenea Pérez, recién coronada como Miss Universo de España.

Ángel Montiel

Ángel Montiel

Umberto Eco ya nos demostró en un libro hermosísimo (paradoja) que en el arte lo feo es bello. Pero no hace falta escribir un libro para mostrar que lo bello es bello.

Hoy, la belleza femenina como valor en sí mismo está desconsiderada, y su exaltación pública, si no va acompañada de otras cualidades, pasa por esconder resabios micromachistas. La belleza femenina es algo inevitablemente perceptible, pero no puede ser elogiable. Y, mucho menos, cuantificable, comparable, canonizable.

Es por esto que los antaño denominados concursos de belleza están de capa caída, no son retransmitidos por televisión y se producen casi en clandestinidad. De Amparo Muñoz, Miss Universo 1974, a Athenea Pérez, Miss Universo 2023, hay un largo trecho plagado de tan grandes cambios y conquistas del feminismo que puede medirse en su distinta consideración como celebridades. Muñoz se convirtió en una gloria nacional; la murciana ha tenido sus quince minutos de fama, y a otra cosa.

Pero ¿qué ocurre cuando la mera presentación de Athenea a ese concurso es recibida en las redes sociales (las cloacas virtuales de nuestro tiempo) con un aluvión de manifestaciones racistas por el hecho de que su piel sea oscura (es hija de padre murciano y madre de Guinea Ecuatorial)? Pues que en el espacio público se echa de menos una defensa consistente y sostenida de su voluntad. Parece como que existiera alguna contradicción entre la defensa de los valores feministas y la decisión autónoma de una mujer hecha y derecha para optar a un título de belleza.

Sí, es curioso que otro murciano de piel oscura, el atleta Mohamed Katir, no haya tenido que pasar ese calvario. Pero esto demuestra que contra Athenea se desplegó no sólo el racismo sino el machismo. Por eso se pudo echar tanto de menos la defensa de Miss Universo desde el feminismo.

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