Los agujeros de la "libertad económica"

¿Se imaginan al presidente de la Comunidad visitando un hospital en el que los médicos llevaran estampado el nombre de una compañía privada en la bata?

López Miras y Vázquez despiden a los bomberos de la empresa Orthem que han viajado a Canadá.

López Miras y Vázquez despiden a los bomberos de la empresa Orthem que han viajado a Canadá. / Juan Carlos Caval

María José Gil

María José Gil

Miren atentamente la fotografía que aparece en esta página. Guárdenla en su memoria y piensen en ella cada vez que escuchen al presidente del Gobierno regional en funciones, Fernando López Miras, hablar de «libertad económica» como si fuera una fórmula mágica o repetir que «los impuestos donde mejor están es en el bolsillo de los contribuyentes». Como dice Carlos Alcaraz, ya lo entenderán, porque es una representación fiel del impacto que los años de gobierno del PP han tenido en la economía y en la vida de esta Región.

Recuerden la imagen cada vez que oigan al número uno del PP al Congreso de los Diputados, el ya exconsejero de Hacienda Luis Alberto Marín, que en las próximas semanas va a dar mucho la tabarra con la cantinela de «derogar el sanchismo» y culpar al PSOE de los agujeros que la infrafinanciación ha causado en las cuentas regionales. Puede parecerles un recurso propagandístico más de López Miras, que no pierde oportunidad de hacerse una foto ni con los linces ibéricos liberados en plena campaña de las elecciones autonómicas.

Aquí aparece acompañado por el consejero de Medio Ambiente, Juan María Vázquez, despidiendo a los bomberos de la Región que han viajado a Canadá para ayudar a controlar los incendios que están asolando el país. Incluso les regaló una bandera regional para que la luzcan al otro lado del Atlántico y ha colgado la foto en la página web de la Comunidad, en la que exhibe sus mejores momentos.

Podría pensarse que el jefe del Gobierno regional y su consejero tienen una cercanía casi paternal con estos jóvenes profesionales que se juegan la vida cuando tienen que acercarse al fuego, pero hay algo que se interpone y que rompe la magia.  

Fíjense en el rótulo que aparece en la camiseta de los bomberos. No es publicidad de un patrocinador, sino el nombre de la empresa privada para la que trabajan: Orthem, heredera de La Generala, que ahora es la que se encarga de la vigilancia y lucha contra los incendios en los montes de la Región.

Esta compañía también se adjudicó el contrato millonario de las ambulancias del Servicio Murciano de Salud (SMS), además de otras contratas de limpieza.

Los representantes sindicales de los trabajadores de Orthem aseguran que Murcia es la única comunidad autónoma que tiene a sus bomberos forestales trabajando para una compañía ajena a la Administración autonómica.

Eso supone que ganan mucho menos que los bomberos de cualquier comunidad y que sus condiciones laborales no son comparables a las que tienen sus colegas funcionarios.  

Por eso salieron a la calle a manifestarse a finales de abril, junto con los conductores de ambulancias y las limpiadoras que trabajan para Orthem.

Pero su situación laboral no impide que López Miras vaya a hacerse la foto y a entregarles una bandera de la Región para que les acompañe en su viaje. Lo que él llama «libertad económica» es en realidad liberalismo al más puro estilo populista, que en Murcia se empezó a aplicar hace mucho tiempo. Sin embargo, este tipo de decisiones pasaban desapercibidas bajo el discurso del ‘Agua para todos’ o el de ‘la mejor tierra del mundo’.

Muchos piropos, pero quien se ocupa de garantizar la protección de los espacios naturales no es nuestra Comunidad Autónoma. La seguridad de los montes está en manos de una empresa, cuyo objetivo es hacer negocio, pero también abarata el empleo. 

La compañía también se permite hacerse propaganda y presumir en las redes sociales de «los bomberos forestales de Orthem que prestan servicio a la Región de Murcia» (no a la Comunidad, según se lee en su cuenta de Twitter) y que ahora están representando la solidaridad murciana. A pesar de todo, ellos tienen claro que su trabajo es un servicio público y no se cortan a la hora de marcharse a Canadá, de igual forma que se fueron a Madrid cuando la borrasca Filomena.  

Por otra parte, al Gobierno autonómico le reporta otros beneficios la existencia de una red de concesionarias que actúa como un banco de favores, al que puede movilizar, por ejemplo, cuando hay que hacer una convocatoria multitudinaria. Esto también es «libertad económica». 

El problema ahora es que ya hay comunidades, como Andalucía, que también quieren meter la cuchara en la sanidad, tal y como empezó a hacer Esperanza Aguirre en Madrid

¿Se imaginan a López Miras visitando un hospital en el que los médicos llevaran estampado en la bata el nombre de una compañía sanitaria? Pues no es imposible.

Aunque pueda resultar sorprendente que la seguridad de los montes sea un negocio privado, no es tan extraño teniendo en cuenta las barbaridades que ha cometido el PP en la Región antes de acuñar el eslogan de «la libertad económica». El mismo espíritu de liberalismo insumiso inspiró una de sus ocurrencias más catastróficas: el intento de reducir la superficie de los parques naturales mediante una disposición introducida en la Ley del Suelo del Gobierno de Ramón Luis Valcárcel. 

El propósito era desproteger una franja perimetral en Calblanque o en Cabo Cope para dar rienda suelta a la fiebre urbanística. La Ley ya había establecido que era urbanizable cualquier suelo que no estuviera expresamente protegido, pero para ellos todo el monte tenía que ser orégano y no estaban dispuestos a consentir que los parques naturales fueran intocables. 

Entonces pusieron en marcha quimeras como la de Marina de Cope y empezaron a moverse grandes cantidades de dinero en la compra de terrenos que habían dejado de estar protegidos. Hasta CajaMurcia e Iberdrola se implicaron en el proyecto, que debía situar a la Región en el mapa del turismo de lujo.

Los promotores del parque temático de la Paramount que se proyectaba en Alhama también compraron terrenos liberados por la disposición que permitía dar nuevos usos al suelo considerado como ‘preparque’. 

Pero llegó el Tribunal Constitucional y paró la fiesta. A finales de 2012 le dio la razón a los ecologistas y anuló la disposición de la Ley del Suelo que desprotegía el perímetro exterior de los espacios naturales poniendo fin a las ansias de grandeza del Gobierno y de la élite económica que lo jaleaba. El fallo acabó con el proyecto de Marina de Cope, pero también frustró el parque de la Paramount, porque la empresa promotora había invertido una gran cantidad de dinero en la compra de terrenos que ya no podía utilizar. Y así acabó el sueño.