La Opinión de Murcia

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Javier Lorente

En su rincón

Javier Lorente

Pedro Gómez, bailar como ejercicio místico

Pedro Gómez en la Casa del Folclore, en La Palma. Javier Lorente

Uno de los acontecimientos culturales más importantes en nuestra Región y con gran repercusión estatal es el Festival Nacional de Folclore en el Campo de Cartagena, que este estos días celebra su XXVIII edición. Lo organiza el Grupo Folclórico Ciudad de Cartagena, de La Palma, que el año próximo cumple medio siglo de existencia y su alma pater no es otro que Pedro Antonio Gómez García, con el que quedo en La Casa del Folclore, un hermoso y entrañable rincón imprescindible para quien quiera conocer y disfrutar de gratos encuentros con la literatura, el arte, la música, la artesanía, el baile, la gastronomía o las tradiciones de la comarca.  

La casa conserva el encanto típico de los pueblos, con su fachada de ladrillo visto, su atrio, porche y poyo, su olivo centenario, su bodega, sus tinajas, sus antiguas cocinas, su sala de estar y un amplio salón con un pequeño escenario, un piano y una barra, donde se organizan, entre otras muchas cosas, el Café Cantante, una semana anual repleta de conciertos de pequeño formato, recitales poéticos y charlas, que la gente disfruta mientras saborea la gastronomía de la zona. Además de los cuadros del artista local, Pérez Casanova, de las paredes cuelgan estos días los trabajos del Taller del Esparto de Los Puertos de Santa Bárbara.

«El grupo ha hecho algunas locuras porque no sabíamos que eran imposibles, quizás la más grande fue adquirir y arreglar esta hermosa casa a la que tanto le hemos dedicado y que se ha convertido en nuestro hogar, nuestra tarjeta de presentación y nuestro punto de acogida y de encuentro», dice Pedro y me cuenta su trayectoria: «Mi abuela paterna, La Roja, ya bailaba, y mi abuelo materno, que era de Alhama de Murcia, también. Aunque en mi pueblo estaba mejor visto que un niño hiciera ciclismo o fútbol, yo me empeñé, con siete años, en apuntarme al Grupo para bailar. Lo único que me dijo mi padre fue que cuando se está en un sitio, se está, que me lo tomara en serio y no estuviera floreando; desde entonces esta ha sido mi vida». Me cuenta, además, la importancia de la amistad y la convivencia para mantener el grupo unido: «Hemos trabajado mucho, viajado y hecho actuaciones por toda España y otros países del mundo, y nos hemos convertido en una familia. Gracias a esta unión nos hemos convertido en un referente».

Además de la música y los bailes «siempre me ha gustado la decoración y la escenografía, preparar los rincones de la casa, montar las cruces de mayo, hacer que nuestras actuaciones sean también un espectáculo visual», y hablamos sobre el hecho de que el Grupo Folclórico le dé tanta importancia al vestuario tradicional: «Hemos recogido, durante años, trajes antiguos del pueblo y de todo el Campo de Cartagena, que hemos restaurado, que hemos conservamos y que hemos reproducido. Respetamos a las cuadrillas y a los grupos que bailan y cantan estas músicas con ropa actual, de calle, y los hemos traído a nuestros encuentros, pero nosotros creemos que igual que la comida te entra por la vista, las músicas tradicionales también: el vestuario tiene bastante de teatral, de ceremonia, de espectáculo…». 

Desde hace años, Pedro Gómez es un miembro destacado de la Federación Estatal de Folclore: «Fuera siempre nos han respetado y reconocido más que aquí, pero nosotros llevamos el nombre del Campo de Cartagena como bandera. Últimamente ya se nos mira mejor en nuestra ciudad», me dice mientras se enciende una pipa para fumar, que le da un aire de señorito y sibarita. Está encantado del momento actual del grupo, de la gran cantera de niños y de que además de los músicos y las voces, tengan un mínimo de doce parejas de adultos, siempre dispuestos para bailar.

«Bailar es divino, siempre he sido un poco místico, no sólo porque fui acólito del Monasterio Cisterciense de La Palma, sino porque me gusta adentrarme en la profundidad de las cosas, buscar, mirar en soledad la belleza de la creación… Se puede decir que soy creyente a mi manera, aunque hace mucho tiempo que soy crítico con muchas cosas de la institución eclesial, creo que siempre hay algo mejor un poco más allá y yo soy un soñador».

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