Fútbol

El Real Murcia, un equipo sin pizarra

Los granas no saben sacar provecho a las acciones de estrategia y solo han marcado un gol en jugada a balón parado

Pablo Alfaro da instrucciones a sus jugadores en una sesión de entrenamiento. | PRENSA REAL MURCIA

Pablo Alfaro da instrucciones a sus jugadores en una sesión de entrenamiento. | PRENSA REAL MURCIA / Ángela moreno

Ángela Moreno

Ángela Moreno

Dicen que todos los entrenadores tienen un cuaderno en el que guardan bajo llave las jugadas de estrategia. Ahora, en el siglo XXI, más que en un cuaderno, los secretos de la ABP -como se denominan a las acciones a balón parado- están dibujados y recreados en el Ipad. Y es que las acciones a balón parado han adquirido en los últimos años un papel fundamental. Cuanto más se ha igualado el juego en el césped, cuanto menos diferencias hay en categorías como la Primera RFEF, más importancia ganan esas jugadas ensayadas que salen a reducir en los saques de esquina, faltas o saques de banda, esas jugadas que se ensayan tanto ofensivamente como defensivamente.

No está el Real Murcia en el club de equipos que se maneja a la perfección en las ABP. Tampoco entre los conjuntos que saca provecho de ellos de vez en cuando. Es el Real Murcia un equipo para el que las acciones a balón parado ni existen. Y ni el cambio de entrenador ha mejorado ese déficit. De hecho, tras diecisiete jornadas de liga, solo han marcado un gol de estrategia. Fue el tanto conseguido por Alberto González en Algeciras. El central grana remataba un córner para lograr un gol que valió tres puntos, los tres primeros puntos que se consiguieron esta temporada en Nueva Condomina.

Dos meses han transcurrido ya desde esa jornada 8. Dos meses en los que el Real Murcia vivió un cambio de entrenador. Cuando Alberto González remató a gol el córner ante el Algeciras, Gustavo Munúa se sentaba en el banquillo murcianista. Desde el 12 de noviembre, es Alfaro el que manda en el vestuario grana. Pero si con el uruguayo el cuaderno de las ABP estaba vacío, con el maño las cosas no han cambiado demasiado. Ni las dificultades que el Real Murcia tiene para ver puerta ha llevado al cuerpo técnico a dar prioridad a unas acciones de estrategia que siempre te pueden rescatar de algún mal trago.

No es fuerte el Real Murcia en los córners y tampoco ha sabido obtener premio en los lanzamientos de falta, y eso que cuenta en sus filas con un gran lanzador como Pedro León. Pero esta temporada, ni el muleño está fino. Incluso los murcianistas son incapaces de aprovechar el poderío aéreo de un jugador como José Ángel Carrillo, que apenas ha sido protagonista en esas acciones de estrategia.

La poca importancia de las ABP para el Real Murcia coincide con sus pobres números en ataque. Solo han marcado quince goles los granas, siendo el peor equipo en esa estadística de los 13 primeros clasificados. Estando más cerca de los números de los rivales que están en descenso.

Acierto pleno en penaltis

Donde sí tienen 100% de acierto los granas son desde el punto de penalti. Han lanzado tres penas máximas y no han fallado ninguna. Guarrotxena aprovechó las señaladas ante el San Fernando y frente al Málaga, mientras que Pedro León anotó contra el Córdoba. Solo la del choque en tierras gaditanas significó puntos, al acabar el encuentro en empate. Los otros dos no evitaron la derrota murcianista.

Ni en defensa, ni en ataque

Pero no solo le falla al Real Murcia la ABP en acciones ofensivas, también está muy limitado el cuadro grana cuando toca defender jugadas de estrategia. De hecho, en varios partidos le han pintado y mucho la cara. Uno de los más recordados fue el del Córdoba, encuentro en el que los dos primeros goles de los andaluces llegaron tras un saque de banda; o el tercer tanto del Sanluqueño en Nueva Condomina tras una falta al borde del área. En Ibiza también se encajó de falta. De esos encuentros el señalado es Gustavo Munúa, sin embargo, Alfaro no se ha quedado muy atrás. Se vio ante el Málaga. El primer tanto de los malagueños, el que ponía el 1-1 en el marcador, llegó en un saque de esquina. Y el segundo fue prácticamente idéntico, como si en el descanso nadie hubiera tirado de las orejas a los futbolistas.