Tenis

El fenómeno Alcaraz hereda el trono de Nadal: "Es una bendición"

"Es algo mágico y me hace muy feliz que la gente esté tan emocionada conmigo"

Carlos Alcaraz se para a hacerse fotos y firmar autógrafos con los aficionados en Madrid después de un entrenamiento. | INSTAGRAM

Carlos Alcaraz se para a hacerse fotos y firmar autógrafos con los aficionados en Madrid después de un entrenamiento. | INSTAGRAM / Daniel gómez alonso

Daniel Gómez Alonso

De pronto, alguien da la voz de alarma y la calma se esfuma. Como cada día desde que empezó el torneo, Carlos Alcaraz salta a entrenar a la pista 12 de las instalaciones del Mutua Madrid Open, la más alejada, y una marabunta de aficionados empieza a correr hacia allí. Apenas hay sitio para unos cuantos, pero los cientos de personas que se aproximan lo intentan de cualquier manera. Subidos a los bancos, a hombros unos de otros, asomando el móvil por encima de las cabezas para grabar y luego ver algún raquetazo en diferido del ídolo local... Todo vale para ver al murciano, que a unos metros de distancia pelotea relajado y bromea con su equipo, abstraído de lo que le rodea.

«Pero papá, yo al que quiero ver es a Alcaraz», le dice un niño de unos seis años a su padre, que le responde resignado: «Vamos a ver a Zverev, que también es muy bueno». Entrena al lado el alemán, subcampeón el año pasado en la capital española, y apenas suscita la atención de un par de decenas de personas mientras suelta raquetazos a diestro y siniestro bajo el calor de justicia que empieza a achicharrar Madrid estos días. Una muestra más del tirón del murciano, sin parangón en este torneo tras las bajas de Rafa Nadal y, en menor medida, de Novak Djokovic.

Se cayó el balear, que no termina de recuperarse de su lesión en el psoas, y a última hora también se bajó el serbio, tocado en el codo y que prefirió no forzar con la vista puesta en Roland Garros. Por primera vez desde la inauguración del torneo en 2022, ningún miembro del Big Three estaría presente en Madrid. Un golpe directo al mentón del torneo, que defiende ser «el quinto grande» y que este año ha ampliado la duración del evento hasta los 12 días y el número de tenistas en liza, pasando de 56 a 96 jugadores en cada cuadro. Pero la figura de Alcaraz lo sostiene todo.

«Nos hemos venido aprovechando el puente solo para verle entrenar, porque el precio de las entradas que quedaban para sus partidos era prohibitivo», comentan Juan y Silvia, una pareja que viene desde Valencia. Ambos portan una camiseta con imágenes de Nadal y Alcaraz y un juego de palabras, «NAD - AL - CARAZ», que dice mucho del traspaso de poder que vive el tenis español y de cómo el joven de El Palmar está heredando el terreno que ha monopolizado el balear entre la afición.

Su partido de tercera ronda, programado en domingo y víspera de un festivo, invitaba a la organización a pasarle a la afamada la sesión nocturna de Madrid, hasta ahora un poco deslucida por las ausencias de otras grandes figuras. Y el reclamo funcionó. Lleno hasta la bandera, al igual que en su estreno hace un par de días. El chico, un adolescente al que le quedan cuatro días para cumplir 20 años, es el único que lo consigue hasta ahora.

«Es diferente al año pasado. Ya no soy el jugador joven que está creciendo. Ahora ya estoy ahí. Hay más atención, más gente viniendo a mis partidos, a mis entrenamientos. Es diferente, pero al mismo tiempo es genial. Este es el sitio más bonito para venir a jugar», reflexiona Carlos, que busca convertirse en el primer jugador en ganar dos veces consecutivas el doblete Godó-Madrid.

"Me lo tomo con calma"

«Es una bendición para el tenis», comenta, por su parte, Feliciano López, director del torneo. «El deporte necesita de ídolos cómo Carlitos, que atrae y conecta con toda clase de públicos». El vigente campeón va camino ya de alcanzar la semana en las instalaciones de la Caja Mágica, pero la expectación a su alrededor no para de crecer. Desde que llegó es el más buscado y el más solicitado en las fotos y los autógrafos, una tarea a la que cada vez que acaba de entrenar dedica alrededor de media hora.

Su juego agresivo en la pista y su carácter extrovertido y cercano fuera han calado en los aficionados, que lo reciben cada día como si del sexto Beatle se tratara. «Que lo gente está tan emocionada con mi presencia, que estén esperando horas para poder hacerse una foto o que les firme un autógrafo... Me lo tomo con calma, pero es algo mágico y me hace sentir muy feliz», reconoce el de El Palmar.