En toda la Segunda División B es difícil encontrar futbolistas que por sí solos valgan el precio de una entrada. Pocos tienen la calidad técnica suficiente como para deleitar al público con un solo gesto o para levantar al público de sus asientos. Sin lugar a dudas, uno de ellos es Quique Rivero (Cabezón de la Sal, 1992). El futbolista cántabro es uno de los preferidos de la afición del Cartagena, y cuando está a su nivel, el equipo entero lo nota. Y últimamente lo está.

Al comenzar la campaña, mientras otros como Juanlu Hens o Cristo Martín deslumbraban, Rivero no acababa de sacar lo mejor de sí. Su pretemporada fue muy floja, y algunas voces pidieron incluso la titularidad de Pablo Ortiz como acompañante de Sergio Jiménez en la parcela ancha. Su irregularidad y su baja forma hacían que distara mucho del futbolista del curso anterior. Sin embargo, con el paso de los meses, el tiempo ha puesto a cada uno en su sitio.

Monteagudo nunca perdió la confianza en él, y lo ha puesto de titular siempre que ha estado disponible. Antes de cada partido, surge la duda de quién saldrá en punta, quiénes ocuparán las bandas e incluso quién defenderá el marco bajo los palos. Pero ya hace meses que los interiores están fuera de todas las quinielas, porque Llorente y Rivero son intocables. Ha disputado 31 de los 33 encuentros, solo por detrás de Cristo, que es el único que lo ha jugado todo. Sin embargo, hay seis futbolistas que han estado más minutos sobre el césped, ya que suele ser uno de los sustituidos.

En cualquier caso, es evidente que su evolución en el transcurso de la competición va de menos a más, y en los últimos encuentros se ha visto al Quique Rivero que destacaba por encima de los demás el curso pasado, al Quique Rivero que fue protagonista en el Tenerife en Segunda y al que llegó a debutar con el Racing en Primera en la 2011-2012 de la mano de Álvaro Cervera.

No solo eso, sino que el Cartagonova está presenciando una versión evolucionada del futbolista de Cabezón de la Sal. A sus veinticinco años (los cumplirá el próximo domingo), ha adquirido la madurez que le faltaba en sus inicios. Ya no es aquel mediocampista que solo ofrecía destellos aislados, sino que ahora hace muchas más cosas. Con la llegada de Llorente, que se ha asentado plenamente como su pareja de baile, marcan entre ambos el ritmo del partido. Es capaz de tocar el esférico con paciencia o de imprimir una marcha más con ese último pasa que solo él tiene en la plantilla cartagenerista. Últimamente también se le ve ayudar más que nunca en el trabajo defensivo. No es un futbolista del corte de Sergio Jiménez o de Gonzalo Verdú, pero ayuda a tapar huecos y a equilibrar el sistema acompañando a un pivote defensivo.

Nunca ha destacado por ser un mediocentro con llegada, pero en cambio este año está aportando en una faceta en la que hasta ahora era un auténtico desconocido: la goleadora. Con cinco partidos por delante, el cántabro ha superado sus mejores registros anotadores. Lleva cuatro tantos en lo que va de campaña, una cifra que no había alcanzado nunca ni en el Racing, ni en el Tenerife ni en el Cartagena. El último de ellos fue fundamental para obtener los tres puntos en Sanlúcar de Barrameda. En un partido gris de los blanquinegros, Rivero se sacó un derechazo al inicio del choque que acabo en el fondo de las mallas. Ese solitario tanto dio la victoria a los de Monteagudo, y, de esa manera, sirvió para devolver al Cartagena al liderato del grupo IV después de seis semanas alejado del primer puesto ostentaba el Lorca.

El centrocampista tiene un guante en su pierna derecha, como demostró con ese tanto, aunque no se suele prodigar en exceso en disparos lejanos. Esa precisión en el golpeo de balón le convierte en esencial en las jugadas a balón parado, a pesar de que falló un penalti ante el Marbella. Su ejecución de las faltas y los córners ha sido clave para sacar rédito a la estrategia, lo cual, unido a su capacidad de último pase, hacen que sea muy eficaz en la faceta de asistente.

Su renovación es uno de los objetivos del club de aquí hasta el final de temporada, ya que, por rendimiento, estamos hablando de un jugador de una categoría superior. Finaliza contrato el 30 de junio y la prioridad de la entidad es que siga vistiendo de albinegro en el futuro. Si el Cartagena no asciende, varios clubes de la categoría de plata se fijarán en el cántabro como posible refuerzo, y no será fácil retenerle. Otra cosa es que su aportación en lo que resta de campaña contribuya a que pueda jugar en Segunda sin salir de la ciudad portuaria.