Judicial

Viola a su sobrina durante años en Murcia mientras ella jugaba con la tablet que él le daba

Las agresiones sexuales tenían lugar en el sofá y en el dormitorio de la casa de la niña

La víctima relata en el juicio, llorando, que creía que lo que le pasaba era algo normal y por eso no lo contó antes 

Mujeres participan en una movilización contra la violencia machista

Mujeres participan en una movilización contra la violencia machista / PIM

Ana Lucas

Ana Lucas

Un individuo que ahora tiene 25 años ha sido condenado a pasar nueve en la cárcel por agredir sexualmente durante años a su sobrina, menor de edad, a la que él dejaba el móvil o una tablet para que jugase mientras él cometía los ataques.

Según se lee en la sentencia de la Sección 3ª de la Audiencia Provincial de Murcia, a la que ha tenido acceso este diario, el joven tendrá que indemnizar a su víctima con 20.000 euros por los daños morales causados y, cuando salga de prisión, no podrá aproximarse a ella durante una década

Las agresiones sexuales tuvieron lugar en la vivienda de Murcia en la que habitaba la niña con sus padres y su hermano mayor. El sujeto iba a la casa habitualmente y, dado que solo era seis años mayor que su víctima, la relación que mantenían era más de hermanos que de tío y sobrina.

Según se lee en el relato de hechos probados de la sentencia, los ataques que se consideran probados comenzaron cuando él cumplió 18 años y la menor tenía 12, aunque habrían empezado antes, manifestó la víctima. Empezó a realizarle tocamientos y acabó violándola y «mientras tanto, ella se distraía jugando con el móvil o el iPad que él le dejaba, para aislarse de lo que estaba ocurriendo», apunta la sala.

El condenado admite "besos y coqueteos" cuando estaban solos, pero asegura que fue todo "consentido"

Las agresiones sexuales solían ocurrir en el sofá del salón de la vivienda, en la habitación de la niña e, incluso, en el dormitorio de la madre de ésta. Mientras esto sucedía no se decían nada: solo una vez él le dijo que era un secreto, y que no se lo contara a nadie.

Las violaciones se prolongaron hasta que la menor cumplió 16 años y contó lo que estaba sufriendo. En su declaración en el juicio, declaró que no lo contó antes porque, cuando empezaron los abusos, ella era pequeña, tenía cinco o seis años, y pensaba que era normal que su tío la tocase.

La víctima apuntó, llorando, que él le dejaba el móvil o el iPad y, mientras la tocaba, ella se entretenía, lo que ocurría normalmente en el sofá o en la habitación de ella, y siempre que estaban solos en el domicilio. También explicó que, antes de los 9 años no sabía si llegó a penetrarla, porque era muy pequeña y los recuerdos los tenía borrosos. A partir de esa edad sí relató que su tío la violaba, aunque ella no se daba cuenta de qué era eso, pues pensaba que era algo normal, y por eso tampoco lo contó. Sí admitió que había intentado quitárselo de encima muchas veces, pero no lo conseguía, porque el sujeto tenía más fuerza que ella.

Ideas suicidas

Insistió la víctima, en su declaración en el plenario, en que había crecido con la idea de que lo que a ella le pasaba era normal, máxime cuando su tío le había dicho que era un secreto entre ellos.

A medida que fue creciendo, se empezó a dar cuenta de que lo que le ocurría no era normal, sobre todo porque su madre le daba charlas sobre educación sexual. En dicho contexto una tarde, cuando ya tenía 14 años, y mientras estaba con el móvil, al preguntarle insistentemente su tía y su madre el motivo de su mal comportamiento y si es que tenía novio, no pudo más y se lo contó a las dos. De ahí, las tres acudieron a denunciar los hechos. Era mayo del año 2020.

Durante la adolescencia tuvo ideas de suicidio: no quería vivir, ni siquiera tenía ganas de levantarse de la cama

Por su parte, el individuo admitió en su declaración que la menor y él habían compartido «besos y coqueteos» cuando estaban solos, pero asegura que fue todo «consentido». También dijo que nunca llegó a penetrarla y que jamás ejerció la violencia. Prueba de ello es, a su juicio, que la víctima no presentó nunca heridas.

El tribunal tiene claro que «el tipo de fuerza y violencia a la que recurrió el adulto no era de especial intensidad, máxime teniendo en cuenta la diferencia de envergadura existente entre ambos, bastando con que él la sujetara con cierta fuerza para vencer su resistencia, por lo que es lógico que no quedasen huellas o vestigios físicos».