Opinión | Noticias del Antropoceno

Por algo las llaman putadas

Donald Trump.

Donald Trump. / LAP / Associated Press

Si había alguna duda de que la ciudadanía estadounidense ha perdido su brújula moral, lo que hemos leído esta semana sobre la declaración de Stormy Daniels, el nombre de guerra de una actriz porno y prostituta ocasional, en el juicio penal contra Donald Trump, sería prueba suficiente. Está claro que aparecer como un putero confeso no representará ninguna merma en la popularidad del expresidente. De hecho, este sujeto, famoso por presumir de que las mujeres no se le resisten cuando él las agarra por el coño, cifra el aumento de su atractivo electoral para ser elegido de nuevo presidente en la repercusión pública de sus juicios, pasados, actuales y pendientes.

Aunque puede que esta vez la cosa no le salga tan rentable ante la opinión pública. Especialmente el sector que duda entre elegir un anciano populista resentido o un anciano al que se presenta como débil e incapaz. Y es que la señorita puta Stormy Daniels ha pintado al electorado una imagen de Donald Trump como un compañero de cama repugnante, que le suplicaba ser azotado con una revista de esas que hay en los hoteles, convenientemente enrollada. Ni que decir tiene que las especulaciones sobre qué revista en concreto fue usada para tal tarea han dominado las columnas de opinión de los medios norteamericanos esta semana.

Donald Trump es famoso, entre otras cosas, por reaccionar con una risita displicente o despreciativa a los testimonios de las mujeres que lo han denunciado por acoso sexual. Esta vez ha sido diferente. Cuando la señorita puta se enrollaba contando múltiples detalles desagradables ante el jurado del físico de Donald Trump, éste, según cuentan los periodistas presentes, reaccionaba removiéndose en su asiento y frunciendo el ceño en un gesto evidente de incomodidad.

Stormy Daniels declaró que se esforzaba en pensar en cosas agradables que le hicieran olvidar las acometidas de su desagradable compañero de coito. Este juicio trata de establecer la responsabilidad penal de Donald Trump por fraude electoral, al tratar de alterar los resultados de las presidenciales de 2016 pagando el silencio de la ahora famosa actriz porno con fondos de su campaña electoral. Que el juicio sea para eso dice mucho de la pureza electoral del sistema político americano y del bajo listón moral de su sociedad.

Suscríbete para seguir leyendo