Opinión | Noticias del Antropoceno
Alumnos motivados, profesores comprometidos

La Universidad de Oxford, en el Reuno Unido. / Shutterstock
Afortunadamente para Reino Unido, los catorce años de Gobiernos conservadores no solo trajeron las desgracias del Brexit, las desvergüenzas de Boris Johnson y sus fiestas, y las flipadas de Liz Truss y sus presupuestos, sino también aspectos positivos como las reformas en el sistema educativo en general, y el curriculum escolar en particular. The Economist destacaba este aspecto positivo de las políticas de los Gobiernos tories en una edición reciente. Y yo, como abuelo con tres nietos en edad escolar estudiando en Londres, lo confirmo.
El sistema educativo español es básicamente dual, con colegios privados y otros públicos, pero el concierto al que se acogen la mayoría de colegios privados -religiosos o laicos- les obliga a estandarizar muchos de los contenidos y formatos de la educación en la etapa escolar. Y la tendencia general, impulsada sobre todo por la fuerza dominante de la política española en la etapa democrática, el PSOE, ha sido eliminar la competitividad, rebajar la exigencia de rendimiento a los alumnos, y tratar a los profesores como operarios del sistema educativo sometiéndolos a la tabla rasa característica de la mentalidad igualitaria. La preocupación manifiesta del legislador ha ido siempre en la misma dirección: igualar por debajo a todo el mundo, para que nadie se sienta discriminado. Las nefastas consecuencias están a la vista. Los jóvenes ingresan en la Universidad sin los conocimientos y competencias mínimamente exigibles.
El punto de partida del sistema británico era fundamentalmente clasista, con un sistema público tan mediocre como el español, pero con un sistema privado de alta exigencia, de alto rendimiento, y fundamentalmente discriminatorio por el enorme esfuerzo económico que exige a los padres. Ese sistema tan radical significaba en la práctica que el acceso a las excelentes universidades británicas y, como consecuencia, a los trabajos mejor remunerados, fueran patrimonio casi exclusivo de la clase alta.
Eso empezó a cambiar con los Gobiernos de centro izquierda de Tony Blair y se consolidó con los gobiernos de David Cameron. El Gobierno evalúa los colegios públicos y estos evalúan a los alumnos en términos de esfuerzo y aprendizaje. Y solo en lenguaje, escritura y matemáticas. De esta forma, la educación pública es más competitiva y estimula la competencia. Los profesores, alumnos y gestores están motivados. Y eso se nota.
La consecuencia más importante es que la proporción de universitarios provenientes de la educación pública ha aumentado de forma exponencial en estos últimos años.
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