Personaje del Cortejo

José María Campoy: “Soy blanco cien años antes de nacer, como dijo mi padre en su pregón”

El también presidente de la Curia encarnaba al emperador Constantino desfilando sobre una cuadriga

José María Campoy caracterizado del emperador Constantino en la cuadriga con la que desfilaba por la carrera principal en la Semana Santa del pasado año.

José María Campoy caracterizado del emperador Constantino en la cuadriga con la que desfilaba por la carrera principal en la Semana Santa del pasado año. / Pilar Wals

El emperador Cayo Flavio Valerio Aurelio Constantino, ‘El Grande’, es uno de los personajes más significativos del Paso Blanco. El hijo del gobernador de la provincia, Constantino Cloro, y de su concubina Elena, fue el emperador que acabó con las persecuciones a los cristianos tras la batalla de Puente Milvio. En ella, derrotó a Majencio. Constantino participó activamente en el Concilio de Nicea, en el 325 después de Cristo, donde se sentaron las bases de nuestro Credo.

En el cortejo blanco desfila en una cuadriga y luce manto de terciopelo morado. El motivo central es el ángel de la victoria que se posa sobre una cruz bordada en oro para representar el Triunfo del Cristianismo. Santiago Cruz Pallarés fue su director artístico en 1993. “Me parece un personaje muy interesante al que tenía muchas ganas de encarnar”, afirma el mayordomo blanco José María Campoy López Perea, uno de los últimos en recrear la figura de este emperador romano.

El también presidente de la Hermandad de la Curia, Paso Negro, reconoce que llevaba años intentando poder recrear al personaje. “Era difícil, porque es una de las figuras más características del cortejo blanco y son muchos los que desean representarlo. Lo pedí antes de la pandemia y ese año estaba previsto que saliera, pero se suspendieron las procesiones y he tenido que esperar dos años para hacerlo. Reconozco que incluso creía que ya no iba a ser posible”, recuerda.

Lo hacía el pasado año. “2022 ha sido magnífico para mí en lo personal, familiar, profesional… Representar al emperador Constantino fue el inicio de muchas otras buenas noticias que se fueron sucediendo a lo largo de ese año”. Y es que, poco después, era nombrado presidente de la Hermandad de la Curia, Paso Negro. Durante su desfile triunfal por la carrera principal de la Semana Santa cruzaba una “mirada cómplice” con su mujer Sandra Martínez. “No se lo habíamos dicho a nadie, pero teníamos sospechas de que podíamos estar embarazados. Recuerdo que nos miramos con la emoción de lo que podía estar por llegar”. Pasada la Semana Santa esa sospecha se confirmaba y este sábado la pequeña Sandra cumplía cuatro meses.

José María deseaba guardar con celo que iba a encarnar al personaje del emperador Constantino. “No se lo conté a nadie hasta dos o tres días antes, porque prefería que fuera una sorpresa. Que la gente cuando me viera en la carrera no se lo esperara. Y así fue”. Pero sus hermanos sí estaban alertados. “Entre otras cuestiones porque ese día estaba de guardia, ya que soy abogado. Recuerdo que estuve en el cuartel de la Guardia Civil hasta pasadas las tres de la tarde. Mis hermanos estaban avisados, porque si tardaba más de lo previsto tenían que sustituirme. Salí con el tiempo justo para irme a la nave de La Velica a caracterizarme”.

Le aconsejaron que abandonase sus gafas que habitualmente luce, aunque prefirió llevarlas. “Lo iba a hacer, pero también pensé que era una oportunidad única representar a Constantino y que sin ellas me iba a perder las vivencias de la carrera. Finalmente, no me las quite y lo agradezco, porque pude disfrutar del desfile, de los palcos… Fue un momento único”, rememora.

Se subía al carro a las puertas del Palacete de Huerto Ruano, en Floridablanca, y lo abandonaba en el interior de la nave de La Velica. “En la salida me acompañaba toda mi familia. Mis hermanos, mis sobrinos… fue un momento muy entrañable. Algunos llegaban esa misma tarde desde Madrid, donde están estudiando”. Su particular forma de procesionar no dejó a nadie indiferente. “Quería dejar mi impronta. Desfilé con la seriedad que requiere el personaje. Disfrutándolo, sabiendo dónde estaba y qué representaba. Saludé a los amigos y a la familia con la mirada, mientras con la mano hacia el símbolo de la victoria”.

Durante su periplo por la carrera se acordaba de sus padres que perdió hace algunos años. “Me vino a la memoria mi padre José María Campoy Camacho, un blanco ‘escondido’, porque no era muy de palco. Le gustaba ayudar, pero pasar desapercibido. Y de mi madre, Elisa López Perea Herencia, que, aunque era de Granada nos hizo más blancos todavía”, cuenta.

Llegaba a la Plaza del Óvalo después de recorrer la carrera principal de la Semana Santa. “No me bajé allí, sino que continué hasta la nave de La Velica y entré montado. Lo hice muy satisfecho, contento… y me abracé a mi hermano y a las dos personas que me habían ayudado a lograr mi propósito de salir de Constantino, que habían conseguido que mi sueño se hiciera realidad”. Y hasta tuvo la oportunidad de llevar el carro. “Me hacía ilusión y por la carrera secundaria, por Lope Gisbert, cogí las riendas. Es una sensación única”.

Junto a él, durante todo el recorrido le acompañaba su hermano Antonio. “Cuando me anunciaron que sería Constantino le pedí que fuera mi palafrenero, como también se lo pedí a mi sobrino Chani. En el caso de este último no pudo ser porque está fuera y llegaba tarde. Pero tener a mi hermano mayor conmigo en ese día fue muy importante”, explica.

Juntos también desfilaron en la antigua carroza de la reina de Saba. “De esclavos. Y hemos salido muchas veces de hebreo, aunque ahora no lo podré hacer durante un largo tiempo, porque el Domingo de Ramos preside la procesión la Hermandad de la Curia y debo estar pendiente de su cortejo”. Cuando le preguntan desde cuando es blanco es tajante: “Soy blanco cien años antes de nacer, como dijo mi padre en su pregón”. Y añade que “toda mi familia es blanca. Curiosamente, fue mi tío José María Campoy García quien estrenaba el carro de Constantino”.

Es mayordomo de palco, a excepción del Jueves Santo en que procesiona de costalero con el Cristo del Rescate. “No he fallado ni un solo día desde que sale en andas”. Disfruta con la salida y la recogida del Cristo del Rescate, como también de la Virgen de la Amargura. “Cuando estamos en el palco y pasa justo al lado, es uno de los momentos más emotivos de la Semana Santa”. La situación estratégica de las sillas con que cuenta en la carrera le lleva a disfrutar de ese momento. “La verdad es que estamos en un lugar muy animado, porque estamos muy cerca de la Peña de la Virgen Guapa, pero también nosotros nos entretenemos suficientemente. Gritamos, lanzamos vivas y cenamos, como manda la tradición, cuando están desfilando los azules”.

Se siente satisfecho por procesionar con el Cristo del Rescate. “La saga continúa. Es un honor desfilar bajo el Cristo del Rescate. Mi padre fue uno de los pioneros, ideólogos y fundadores y para mí tiene una emoción especial no solo salir en el trono, sino ocupar el lado izquierdo como hacía él”. Con quien no comparte color es como su esposa, Sandra Martínez. “Yo soy blanco y ella azul, pero no tenemos ningún problema. No viene al palco, pero lo ve desde casa –que da a la avenida- con su familia que es azul”. Pero sí comparten el color negro de la Curia. La titular del Paso Negro, la Virgen de la Soledad, protagoniza por la vieja ciudad una de las procesiones más emotivas. “Para mí, un momento único es cuando procesiona por su plaza, la de la Hermandad de la Curia. Creo que ha sido un gran acierto ese rincón del casco antiguo”, concluye.