Psicología infantil

El problema de las autolesiones

Imagen de archivo de una niña llorando.

Imagen de archivo de una niña llorando. / J. Alejandro López

J. Alejandro López

En marzo de 2023, el psicólogo Juan Faura alertaba, en unas Jornadas sobre autolesión y conducta suicida de la UNIR, que el 17,2% de los niños entre 10 y 17 años realizan conductas de autolesión no suicida. Población que se sitúa entre las etapas educativas de Primaria y Secundaria.

Para considerar estas autolesiones como un trastorno han de producirse durante al menos 5 días del último año, donde el menor se ha infligido intencionadamente lesiones en el cuerpo que producen sangrado, hematoma o dolor (cortar, quemar, pinchar…). Estas conductas puede realizarlas para aliviar sentimientos o pensamientos negativos, resolver alguna dificultad personal o autoinducirse un estado emocional agradable, pues el dolor del corte produce una sensación de euforia que aminora el estado de ansiedad y malestar. Estas autolesiones suelen asociarse a sentimientos o pensamientos negativos como depresión, ansiedad, enfado, sufrimiento, autocrítica y este comportamiento provoca malestar e interfiere en otras áreas como la académica.

Para el psicólogo Javier Urra, en cuanto a las autolesiones en la adolescencia se está produciendo un cambio de paradigma: antes se vinculaban con patología mental y ahora aparecen también en la población a un nivel más generalizado y esto puede ser debido al aumento de ansiedad, depresión, problemas relacionados con la alimentación y las ideas de suicidio.

En los centros educativos de la Región de Murcia se ha creado el protocolo de actuación en casos de riesgo de autolisis que aparece en la Resolución de 13 de Noviembre de 2017, para la mejora de la convivencia escolar en los centros educativos de la CARM. Así pues, en los centros educativos, ante la sospecha de que un alumno o alumna pueda estar autolesionándose, se establecen una serie de pautas y actuaciones para proteger al menor. Parece que la activación de estos protocolos ha ido en aumento en los últimos años.

Desde los centros educativos, ya en las etapas de Infantil y Primaria, y desde el seno de las propias familias podemos llevar a cabo una serie de actuaciones para prevenir que los menores recurran a las autolesiones. Entre estas actuaciones destacamos las siguientes:

Fortalecer los vínculos de apego, fomentando un estilo de apego seguro donde el menor obtenga de la familia tanto afecto como límites y reglas y así se le proporcionen y queden claros tanto sus derechos como sus deberes y obligaciones.

Aumentar la tolerancia a la frustración ante las adversidades: han de comprender que tanto el esfuerzo propio como el azar y las contingencias de la vida son elementos a los que deberán enfrentarse ante la consecución de objetivos y necesidades.

Entender el ejercicio físico y el deporte como un elemento esencial para conseguir un equilibrio entre lo físico y lo cognitivo.

Proponer talleres de habilidades sociales donde trabajar la asertividad, la empatía, la capacidad de diálogo y el pensamiento crítico.

Permitir vías de comunicación con otros iguales y con los adultos, en las que puedan expresar sus inseguridades y miedos.

Y tener en cuenta que en determinadas ocasiones el problema no se sitúa tanto en el alumno en sí como en el contexto donde este se ubica. Se requiere un esfuerzo por parte de las administraciones para fomentar una progresiva autonomía en los menores.