Opinión | Mamá está que se sale

Operación Triunfo

Es solo un concierto, lo sé, pero para mí, vivirlo con mis hijas, hacer cosas juntas, es mi Operación Triunfo

Los concursantes de Operación Triunfo 2023 durante uno de sus conciertos de su gira por España.

Los concursantes de Operación Triunfo 2023 durante uno de sus conciertos de su gira por España. / EFE / Javier Zorrilla

No cuentes conmigo para esta tarde-noche. Tengo una cita ineludible con mis hijas y con los chicos de OT. Hace 22 años te podía haber dicho lo mismo, que no contaras conmigo porque me iba a ver Operación Triunfo

Entonces, mi vida era muy distinta, pero igualmente teníamos unas ganas tremendas, y por supuesto las entradas desde hacía tiempo. A Mariate le hacía tanta ilusión que Nani nos financió íntegramente la tarde, con barra libre de comida y bebida. Siempre hemos sido muy pavas y creo que solo nos pedimos un bocadillo. Lo que disfrutó Mariate, no había precio que lo pagara.

Comenzamos a ver OT poco menos que por descarte entre la oferta televisiva. El casting previo y el propósito del concurso habían sido muy difundidos y no había nada mejor que ver un lunes (¡los lunes, sí, lo recuerdo!). 

Por si no lo sabes, se trataba de elegir representante en Eurovisión, para que dejáramos de ser una calamidad como concursantes eurovisivos, cosa que a estas alturas sigue siendo imposible.

Aquella academia quedó grabada en nuestra mente como el lugar en el que unos chavales anónimos luchaban por sus sueños y se formaban para alcanzarlos. Puliéndose. Poco a poco. Gala a gala, mejor dicho. Las nominaciones, los favoritos del público (Gisela era la mía), o las despedidas de los que no podían seguir fueron una rutina semanal adictiva para mí. El summum de la felicidad fue verlos en vivo.

Aquello había quedado guardado en el baúl de los recuerdos. Hasta este año, que mi hija empezó a verlo. Lo presentaba Chenoa, finalista y casi ganadora la otra vez. ¡Qué puntazo, y qué nostalgia! Hablábamos de cómo era el concurso, en mis tiempos y ahora. No recordaba detalles, pero sí sé que pasé el invierno pendiente de las clases, los bailes, el cambio de look que le hicieron a cada uno… Lo viví entonces como si los concursantes fueran familia mía, o me dieran 20 euros cada vez que pasaban a la siguiente gala.

Si en ‘mi OT’ la locura se desató en la gala 5, y a partir de ahí las vi todas, cuando este año escuché canciones de mis tiempos, o bien de mi playlist de Spotify, Mónica Naranjo y Camela incluidos, me enganché de nuevo. 22 años no son nada para una fan total.

Aquel año de 2002, Rosa de España ganó OT. No ganamos Eurovisión, como de costumbre, pero fue un fenómeno social y un éxito total. Nadie sabe la fórmula, ojalá se supiera. Igual que tampoco sabía nadie que este año lo iban a petar de nuevo, ni que yo iba a volver, veinte años más tarde y con mis hijas ya mayores. 

Es solo un concierto, lo sé, pero para mí, vivirlo con mis hijas, hacer cosas juntas, es mi Operación Triunfo.

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