Opinión | Noticias del Antropoceno

Disrupción tecnológica y sentido común

Las cooperativas agrarias pueden solicitar la ayuda del Kit Digital.

Las cooperativas agrarias pueden solicitar la ayuda del Kit Digital. / L.O.

En los últimos tiempos, las Administraciones públicas parecen haberse tomado en serio el fomento de la innovación tecnológica en el tejido empresarial en nuestro país o en nuestra Comunidad Autónoma, dependiendo del rango de la Administración implicada. Y, aunque parezca sorprendente, es un ámbito en el que, pese a las diferencias ideológicas patentes, la cooperación entre las Administraciones se impone más allá de cualquier matiz o diferencia metodológica.

Esa apuesta por la innovación se concreta a nivel de Estado en la línea de bonos para la digitalización de Pymes y Autónomos bautizada como Kit Digital, vigente hasta diciembre de este año, y las anunciadas líneas de subvenciones para empresas innovadoras con base tecnológica y para proyectos de innovación puntuales anunciadas por el Instituto de Fomento. En realidad son iniciativas que se complementan mutuamente. El fomento de startups con soluciones de digitalización innovadoras se ve reforzado por la implantación de esas mismas soluciones en todo tipo de pymes que son las que, al final, se aprovechan de las innovaciones para mejorar su productividad. 

En teoría, todo está muy bien y ayudará a nuestras empresas y autónomos, y a partir de ellos a la economía en general, a solucionar el gap de productividad que tenemos en relación con otros países desarrollados donde el tejido empresarial ha sido más diligente a la hora de incorporar sucesivas oleadas de digitalización. En la práctica, la escasez de capital riesgo que se comprometa con la disrupción tecnológica, a pesar de su ausencia de beneficios durante un largo período de incubación, es un problema estructural de difícil solución. 

En Estados Unidos, la meca de la innovación tecnológica representada por la abundancia de ‘unicornios’ (empresas con una capitalización de más de mil millones de dólares), el capital riesgo acude en masa a financiar cualquier proyecto que despunte del resto en términos de crecimiento y perspectivas de futuro. Y no solo es el capital riesgo si no, lo que es más importante aún, el talento profesional, que apuesta también por proyectos de riesgo en este caso esperando las eventuales ofertas públicas de adquisición que les harán ricos de la noche a la mañana a través de las 'stock options' que estas empresas otorgan a los empleados de cierta relevancia durante su período fundacional. 

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