Opinión | Achopijo

Cine Rex

El último gran héroe (John McTiernan, 1993) fue la última película de mi infancia. Así la tengo catalogada en alguna de las listas vitales que he ido elaborando de forma intrínseca y que en la otra vida espero poder repasar. Danny asiste a una sesión de cine mágica en la que su realidad se ve invadida por el mundo de Jack Slater, héroe de acción by Arnold Schwarzenegger. Una de esas pelis enormes que ha ganado con el tiempo. La magia del cine y la verosimilitud que revienta todos los límites, pero con esa imaginación que debemos poner, con ganas, los que estamos a este lado de la pantalla. Siempre vi el Cine Rex en aquella peli. Las escenas en la que los personajes pasaban a la vida real, incluso el acomodador que ofrece a Danny la entrada mágica, estaban ahí, en el Rex, rompiendo tu entradica con su uniforme y sombrero. Alguna entrada antigua, de aquellas alargadas y rugosas, brilló a la luz de la sala y chispoteó, como la de Danny.

Hace unos días paseaba por el centro con mis hijos, haciendo tiempo. Fuimos a ver la exposición de Willy Ramos, pero nos adelantamos. Comenzaba al día siguiente. Así que paseamos. Compramos una ensaimada para desayunar e hicimos la Trapería, que hay que hacerla de vez en cuando. Había una manifestación romántica y bonita. No más de diez personas, con un altavoz como el que ahora se llevan los chavales a sus fiestas. Sonaba la Primavera de Vivaldi a todo trapo. Una pequeña pancarta encabezaba el paso de un grupo extraño de personas mayores y no tan mayores. «Salvemos el Cine Rex». Repartían octavillas en el corazón de Trapería, mientras los transeúntes les esquivaban como los zombies de Guerra Mundial Z a los enfermos, con prisa por llegar a casa tras el curro o a la cita de afterwork, mientras escuchaban música o hablaban por el móvil. Inexorables, sin pararse siquiera a ver qué era aquello, como el tiempo.

Estoy seguro de que todos los que estábamos por allí cerca habríamos estado a favor de no dejar morir al Cine Rex. Así a bote pronto es una de las causas más justas que se pueden apoyar en tu ciudad. Sentí algo parecido a lo que ocurre cuando pierde tu equipo y no puedes cambiarlo. Y una vez más el abrumador paso del tiempo que devora al tiempo pasado. Brillaba la utopía en la protesta contra un monstruo gigante, mucho mayor que sea lo que sea que hará que el Rex desaparezca, aunque no lo haga nunca en nuestro recuerdo. Los últimos datos de asistencia al cine han crecido en España. No sé si será un clavo ardiendo, pero yo seguiría pagando por poder ir al cine, y por poder ver con mis hijos reposiciones de películas que la crítica vapuleó, pero que hoy son mitos, como El último gran héroe, rodada en el Cine Rex de Murcia en 1993. Salvemos el Cine Rex, claro que sí. Vale.

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