Opinión | Observatorio

Pilar Rahola

Cambio de paradigma

El retorno del presidente en el exilio sacudirá el mapa político, reventará los pronósticos e impedirá la cómoda campaña ‘autonómica’ que auguraban sus opositores

Leonard Beard

Leonard Beard

Dentro de las muchas incertidumbres que se abren con estas elecciones del 12M, hay algunas certezas que cambian el panorama, como paso previo a los resultados que se producirán: una, que el retorno de Puigdemont sacude el mapa político y revienta los pronósticos que se habían hecho hasta ahora; la otra, que su retorno impide la cómoda campaña autonómica que auguraban sus opositores, especialmente Salvador Illa, investido president de manera recurrente en todas las prospectivas, y Pere Aragonès, que necesitaba un bajo perfil nacional para intentar consolidar las erosionadas posiciones de ERC. Bien al contrario, la candidatura del president en el exilio y su determinación de regresar a Cataluña cambian los esquemas prefijados y auguran un cambio de paradigma.

De entrada, el eje del debate que marcará la campaña. Es evidente que la amnistía cierra el ciclo iniciado en 2012 y culminado el Primero de Octubre de 2017. Pero la pregunta es si lo cierra porque cierra la cuestión nacional o si es un final de pantalla para iniciar la pantalla siguiente. Es evidente que para el PSOE y para el PSC la amnistía es un tipo de sortilegio que hace desaparecer la causa catalana, regala paz social -sinónimo de anestesia social- y hace devolver la ‘concordia’ a la sublevada Cataluña. Por cierto, no deja de ser malévolo considerar que la concordia del país se rompiera por una lucha democrática de sus derechos, y no por la brutalidad represiva del Estado, que intentó aniquilar todos los focos de reivindicación y resistencia. En lenguaje coloquial se diría tener «mucha cara» por usar la palabra, pero ya se sabe que la demagogia tiende a no tener escrúpulos. 

Sea como fuere, esta es la idea fuerza con la que arranca la campaña de Illa: la paz vuelve a Cataluña, es decir, dejamos de luchar por nuestros derechos, nos acomodamos en la bonita silla de una presidencia de juguete y volvemos a ser buenos muchachos. Un paradigma autonómico que tranquilice a las torturadas almas del Upper Diagonal, relegue la cuestión nacional a los corazones y danzas regionales y sea el territorio que sustenta las disminuidas fuerzas del progresismo español.

Si el PSC se mueve en estos parámetros, el otro gran partido, ERC, también necesita un panorama rebajado de contenido nacional, atendiendo a su posición de aliado gratuito del PSOE, su incapacidad de marcar negociaciones de altura y, sobre todo, la flagrante incompetencia que ha demostrado a la hora de gobernar el país. Aragonès llega a la campaña electoral como un presidente fallido, incapaz de crear sinergias y alianzas, derrotado en múltiples votaciones parlamentarias e inútil a la hora de presentar proyectos de nivel. Necesita un debate de bajo perfil, nivel ir tirando, porque en el gran debate del país queda fuera de juego. El resto de partidos, con matices diversos, se mueven en el parámetro autonómico, excepto Vox, que tiende al debate alienígena.

Un hito colectivo

Elecciones autonómicas, pues, donde volver a los parámetros de antes de 2012, cuando todos eran felices y comían perdices. Y es este parámetro lo que dinamita el retorno de Puigdemont; primero por el regreso mismo, que será un hito colectivo de enorme relevancia, por mucho que lo quieran diluir en el magma de la normalidad. Y segundo, porque después de 12 años de movilizaciones, una represión integral que ha afectado a miles de personas y seis años de exilio y lucha internacional, es impensable que Puigdemont vuelva para hacer de president de una soberanía de juguete. Si vuelve, lo hace, sin duda, para cambiar el paradigma autonómico en el que estamos inmersos. Es decir, Puigdemont planteará el 12M como un plebiscito y hará estallar por los aires la clave autonómica, cosa que obligará a reformular las posiciones de todos los otros partidos. 

De entrada, ERC se verá obligada a reforzar el discurso nacional, y el PSC a reforzar el discurso españolista, igualmente cómodo para Illa. La polarización, pues, entre Puigdemont e Illa, entre independencia y autonomía, o, todavía más, entre Cataluñaa y España, está garantizada. A partir de aquí, hacer pronósticos será cosa de los adivinos y los lectores de cartas astrales, porque cada variable cambiará el resultado, sobre todo si quien gana es el president en el exilio

Entonces, saltan las cartas y se rompe la baraja. 

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