El blog del funcionario

La ‘maldición’ de la Vicepresidencia del Gobierno regional

Es lógico que algunos pongan sobre la mesa la legitimidad, no de un Gobierno, sino de un nombramiento que ha sido precedido de un proceso que ha estado plagado de atajos y sombras

Miguel H. Valverde

Miguel H. Valverde

Primero fue Isabel Franco la que alcanzó la Vicepresidencia del Gobierno tras un acuerdo entre Ciudadanos con el Partido Popular, pero su candidatura a liderar el entonces ilusionante proyecto naranja resultó ser un fraude en toda regla. No deberíamos olvidar que una investigación judicial y policial determinó que casi la mitad de los votos que dieron la victoria a Isabel Franco procedieron de zonas cercanas a las sedes de Ciudadanos de Madrid, Barcelona y Valencia, o de los ayuntamientos de esas ciudades.

Gracias a aquellas trampas, accedió a encabezar una candidatura trucada.

Ahora quien ocupa el cargo de vicepresidente es José Ángel Antelo, otra vez tras el tercer acuerdo del Partido Popular para seguir gobernando la Región y, otra vez, resulta que las primarias de Vox fueron fraudulentas, como así lo reconoce la justicia murciana hace una semana, y más concretamente la Audiencia Provincial, que ha sido quien ha confirmado la sentencia contra Vox que declaraba nulas sus elecciones primarias. Recordemos que durante estos comicios internos salió elegido José Ángel Antelo, actual vicepresidente del Gobierno regional.

Es decir, que ambas vicepresidencias han accedido al cargo tras unas primarias fraudulentas.

Por eso es lógico que algunos pongan sobre la mesa la legitimidad, no de un Gobierno, sino de un nombramiento que ha sido precedido de un proceso que ha estado plagado de atajos y sombras, de trampas y manipulaciones.

Lo normal, en un país democrático decente, esto debería llevar inexorablemente a la dimisión de la persona implicada, pero si la tránsfuga Isabel Franco no lo hizo, no hay muchas dudas de que el actual vicepresidente lo haga, y es que, curiosamente, quien más exige ética y moral en la vida pública, resulta ser el tramposo.

En cualquier país del norte de Europa, cualquiera de estas noticias hubiera llevado aparejado la carta de dimisión, y si no, inmediatamente después un cese fulminante, pues no puede ser que quien sale a la calle a decir que el actual Gobierno de España es un gobierno criminal e ilegítimo, se mantenga en su cargo tras la sentencia de la propia Audiencia Provincial.

Una lástima que ni la oposición ni casi ningún medio de comunicación pongan en el centro del escenario público este déficit democrático, pues taparse la nariz, correr un ‘estúpido’ velo o, peor aún, forzar un ‘apagón’ informativo, no nos hace más fuertes, sino más dependientes, vulnerables y sumisos. 

Si los que decían que venían a salvarnos, los que se autodenominan puros y castos, esos que se envuelven en la bandera española, son los primeros que hacen trampas, me temo que nuestra salud democrática está más enferma de los que algunos creen.

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