Lo veo así

Respetar nuestro pasado

Hoy el PSOE no cuenta en su seno con ‘corrientes de opinión’, pero algunos de sus afiliados deberían de aprender a respetar el parecer de alguien como el expresidente Felipe González, a quien el partido socialista, y este país, deben tanto

El expresidente español Felipe González.

El expresidente español Felipe González. / Isaac Esquivel / EFE

Pity Alarcón

Pity Alarcón

En la cultura primitiva, las personas ancianas eran consideradas, casi, como seres sobrenaturales: posiblemente esto ocurría así porque la esperanza de vida era muy corta y eran pocos los que llegaban a una edad avanzada. 

Pero también en la obra La República, de Platón, se muestra una concepción positiva sobre los ancianos. Habla de que es la etapa en que el ser humano alcanza las más óptimas virtudes morales, tales como la prudencia, la sagacidad, la discreción y el buen juicio. 

La llamada ‘Gerusía’, en la época homérica, era uno de los órganos de Gobierno de la antigua Esparta: el consejo de ancianos que cooperaba en las deliberaciones y resoluciones con los reyes, conservándose en la época clásica en las ciudades con regímenes aristocráticos. Y en la mayoría de los pueblos mesoamericanos el anciano fue considerado como la persona que conocía la verdad y la transmitía a aquellos que se encontraban cerca de él, porque consideraban que en ellos estaba el recuerdo de la vida, la posibilidad de futuro.

Pero estamos en el siglo XXI, en un país de Occidente, y al parecer, ahora solo se continúa respetando la figura de los mayores en los países orientales, donde siguen teniendo una posición dentro de la sociedad muy diferente a la de las culturas occidentales. En países como Japón, China, India, entre otros, las personas entradas en años se convierten en el pilar de la sociedad, una figura respetada y admirada por todos los miembros que la componen. 

Sí, antes, todas las culturas (y ahora con algunas excepciones), enseñaron a respetar a los mayores, a las personas que tienen más años y experiencia que nosotros. Y respetar no significa obedecer ciegamente, no significa que no se pueda poner en cuestión lo que ellos dicen, porque nadie está en posesión de la verdad, pero lo cierto es que en esta sociedad nuestra, aquí en España, en los últimos años; sobre todo en el campo de la política, parece haberse asentado un culto por lo joven (sin importar su formación ni capacidades), altamente preocupante, a la vez que se extiende un claro desprecio hacia los mayores que les antecedieron en eso de la gobernanza que debería de avergonzarles. Solo con la manera en la que expresan su odio hacia lo que algunos, y algunas, llaman ‘régimen del 78’, basta para percibir el desprecio hacia el pasado, cuando si pueden manifestarse con tanta libertad, con tanto desahogo, es gracias a aquellos y aquellas que en la transición democrática olvidaron sus filias y sus fobias para pensar solo en el bien común de este país. 

Que Felipe González sea despreciado y vilipendiado por algunas y algunos llamados socialistas por el simple hecho de que muestre su opinión sobre las cosas que suceden en nuestro país es altamente preocupante. 

Muy preocupante, porque gracias a él, y a otros hombres y mujeres como él, este país vive en democracia. Y en democracia se debería de poder opinar de todo. El disentir no debería de ser castigado, sobre todo en un partido en el que cuando Felipe González gobernaba, conoció una corriente de opinión, que se llamó Izquierda Socialista, donde Luis Gómez Llorente y Pablo Castellano, entre otros, mostraron siempre su manera de ver las cosas, libremente. Porque libremente es como hemos de manifestarnos los demócratas, en todos los foros. Sin miedo a los Torquemada de turno que han convertido las redes en la sede de una nueva Inquisición. 

Hoy el PSOE no cuenta en su seno con ‘corrientes de opinión’, pero algunos de sus afiliados deberían de aprender a respetar el parecer de alguien como el expresidente Felipe González, a quien el partido socialista, y este país, deben tanto. 

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