Tiene que llover

En grata compañía

Francisco Esquivel

Los últimos datos registrados a 31 de mayo por el sistema de seguimiento integral en los casos de violencia de género, de la Secretaría de Estado del Ministerio del Interior, señalan que 12.784 mujeres son consideradas «caso de relevancia especial» al detectarse «una combinación de indicadores que aumentan de manera significativa la probabilidad de que el individuo ejerza sobre la víctima agresión muy grave o letal». Este modelo de observación detallada se puso en marcha en época de Zapatero. Ya saben. Otro pérfido.

De ese número, 1.206 se hallan en riesgo alto de ser atacadas por sus maltratadores, y 20 en situación extrema, a quienes hay que sumar 9.000 críos que se debaten dentro de una atmósfera de continuas amenazas

Junto a esa información pormenorizada el gran problema reside en los medios de protección. Uno de los que ha ganado terreno al demostrarse eficaz pero que en estos momentos solo dispone de él una cuarta parte de las féminas en peligro es la pulsera telemática que geolocaliza al tipo para que, en caso de saltarse la orden de alejamiento, dé tiempo a avisar e intervenir. Una vez corregidos problemas de funcionamiento de los primeros prototipos resta ampliar la asistencia.

Hablando de esto último pasma escuchar de boca de un lindo portavoz que para el condenado por cargar con semejante delito contra su esposa hay por supuesto una línea roja cuando la formación del menda con la que se está dispuesto emprender la acción de gobierno en numerosos puntos cardinales niega que exista la violencia de género. Por lo tanto, y pese a que Naciones Unidas advierte que el 25% de la población mundial justifica que un hombre golpee a su pareja, el candidato al que desde la compañía de viaje se le hace una cruz para los suyos no es sino fiel seguidor de su doctrina. Esa que ampara la violencia más perturbadora hoy en día. 

La de los filoetarras naturalmente. 

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